'Paz a vosotros'
Agrelo, Santiago - domingo, 27 de abril de 2025
Es pascua.
El papa Francisco ha muerto.
El papa Francisco vive en el Señor, vive en la Iglesia que amó, vive en el corazón de los pobres
Hoy, en la eucaristía, con el salmista, con los pobres, con la Iglesia, con el papa Francisco, con Cristo resucitado, también nosotros hacemos resonar la acción de gracias al Señor, "porque es bueno, porque es eterna su misericordia".
Que lo digan con el Señor resucitado los pobres a quienes Jesús de Nazaret fue enviado como buena noticia de Dios; que lo digan con él los cautivos a quienes se proclamó la libertad y los ciegos a quienes se proclamó la vista; que lo digan los oprimidos a quienes Jesús puso en libertad y para quienes se proclamó un año de gracia del Señor: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna es su misericordia".
Que lo digan hoy con Cristo resucitado los publicanos y los pecadores, ladrones acogidos en el paraíso y prostitutas amadas de Dios: "Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna es su misericordia".
Que lo diga con Cristo resucitado la Iglesia, que es su cuerpo, su esposa, su amada, comunidad de agraciados por él, de resucitados con él, de santificados en él: "Eterna es su misericordia"-
Que lo diga hoy con Cristo resucitado el papa Francisco, pastor, maestro y madre de hijos que Dios le confió: "Eterna es su misericordia". Aún nos parece oír su voz, invitándonos a salir, a mirar el mundo desde el corazón de Dios, a que abramos al mundo las puertas de la casa. Aún nos parece oír su voz, que dice: Cristo vive, y no hay lugar para el miedo; Cristo vive, y nos ofrece la paz, y nos invita a llevarla como enviados suyos a toda la humanidad.
Señor Jesús: ilumina las tinieblas de nuestro corazón, y haznos acreedores a la bienaventuranza de la fe: "Bienaventurados los que crean sin haber visto".
No te hemos visto, y te amamos y creemos en ti
Para verte, para escuchar tu saludo, sólo nos puede guiar la luz de la fe
Que esa luz llene de alegría los días de la Iglesia
Que la fe haga resonar en nuestro corazón tu saludo de resucitado: "Paz a vosotros"
Necesitamos tu paz y tu alegría, Señor Jesús.
Te necesitamos: que no nos falte la fe.
[En memoria del papa Francisco, transcribo y hago mías unas palabras de mi hermano y amigo, el P. Ciro García ocd él me las hizo llegar al correo electrónico-]
«Es un homenaje, oculto y agradecido, por la generosidad de su entrega y de su servicio a la Iglesia, a la comunidad cristiana y a la entera comunidad humana:
- por su inmensa labor al frente de la Iglesia universal, creando nuevos espacios de vida, de diálogo y de encuentro, y promoviendo una iglesia realmente sinodal;
- por el dinamismo innovador que ha dado a la comunidad eclesial y a su proyección
pastoral, evangelizadora y misionera;
- por su cálida acogida a la familia, con sus problemas y sus inmensas posibilidades,
abriendo nuevos caminos a la pastoral familiar;
- por su preocupación por los sacerdotes, la vida consagrada y las jóvenes vocaciones,
ofreciendo criterios de discernimiento de cuño ignaciano y arraigados en el Evangelio;
- por su generosa capacidad para acoger y afrontar los problemas que acosan a nuestra sociedad, con sus luces y sus sombras, haciendo suyos los sufrimientos, los gozos y las esperanzas de todos los hombres y mujeres del mundo;
- por la apertura de la Iglesia a nuevos horizontes: geográficos, culturales y religiosos,
como "una Iglesia en salida";
- por la reactivación del ecumenismo, impulsado por el concilio Vaticano II, con un
renovado espíritu de fraternidad, fundado en la cercanía del Evangelio;
- por el impulso del diálogo interreligioso, destacando los valores de los diversos credos religiosos, que nos unen en una tarea común por la paz y la justicia en el mundo;
- por su apertura al diálogo cultural en un mundo globalizado y su preocupación por la
"casa común", que Dios ha confiado a la custodia de los hombres;
- por su inquietud en construir puentes que unen y no muros que separan, favoreciendo
la solidaridad y la convivencia entre los pueblos;
- por su redescubrimiento de las "periferias", que rodean nuestra sociedad y nuestro
propio corazón, sacándolo de sí mismo;
- por su amor a los pobres y su cercanía al drama de los migrantes, por su solidaridad
con los que sufren, abriendo caminos nuevos a "una Iglesia samaritana";
- por su denuncia profética de la violencia armada, de los conflictos internacionales, de
las nuevas esclavitudes de nuestra sociedad moderna;
- por su defensa de la cultura del encuentro frente a la cultura del descarte de muchos
sectores de nuestra sociedad: niños, mujeres, ancianos;
- por su promoción del rol social y eclesial de la mujer, protagonista de grandes hazañas en la historia;
- por su empeño en construir un mundo nuevo, un estilo nuevo de vida, más humano y
humanizador;
- por impulsar el camino de la santidad cristiana, partiendo del Evangelio y de las
bienaventuranzas, encarnadas en la cotidianidad de la vida moderna;
- por salir al encuentro de los jóvenes con sus problemas, con sus ideales y sus
inquietudes de búsqueda;
- por enseñarnos a poner a Cristo en el centro de la vida y a redescubrir la alegría del
Evangelio y el anuncio gozoso (gaudium) de la fe.
- pero, sobre todo, por el testimonio de su vida: sencilla, humilde, transparente,
evangélica, orante, como una lámpara encendida, que irradia luz a su alrededor,
llevando un mensaje de paz, de alegría y de esperanza al corazón de todos los hombres
y al de nuestra sociedad, a veces tan atormentada. Es su Evangelii gaudium, la carta
programática de su pontificado, la hoja de ruta del cristiano y de todos los hombres de
buena voluntad.»
(Fr. Santiago Agrelo es Arzobispo emérito de Tánger)

Agrelo, Santiago