Una vuelta de tuerca
Timiraos, Ricardo - martes, 08 de abril de 2025
Vivo en mundo donde el triunfo empresarial se mide por el dios dinero que ingresa el negocio y casi nada importa que no sean los beneficios. Que haya leyes que protejan al trabajador y este sea tratado como una persona no es muchas veces nada más que un hándicap para que la explotación no tenga límites. Que pueda morir la gente por falta de medidas protectoras siempre es, según estos empresarios, "gajes del oficio". Es muy aceptado socialmente que la empresa ha de seguir si o si porque es el pan de mucha gente y además siempre puede llegar alguien afirmando que de algo hay que morir. La culpa es siempre, según ellos, de las limitaciones que la legislación impone a favor de la clase trabajadora y que han sido logros sociales a través de la Historia. Parece que algunos negreros las quieren desterrar. Lo acabamos de vivir en la mina de Villablino y lo estamos viviendo con la silicosis en Sargadelos. Es mucho más fácil, por ejemplo, que las conserveras se instalen en Tailandia y amenacen a las nuestras con la competencia. Y todavía quedan muchos lugares donde salarios y condiciones laborales son más laxos. Así se crearon y se siguen creando grandes fortunas de los prohombres del País. Así están aprendiendo los alumnos...
Y en este contexto, aparecen desde ya hace algún tiempo, personajes de la política nacional que engordan la vanagloria de empresarios altivos, prepotentes, demagogos, liberales, como el organizador, de las Jornadas de Voar, Segismundo García, a las que llama foros de tolerancia y convivencia. Es el mismo empresario que amenaza con cerrar Sargadelos.
Todos los años en Ribadeo, en las instalaciones del complejo hotelero Voar, perteneciente a dicho individuo, se celebran dichas Jornadas. La retranca ribadense dice: "Os paxaros saben Voar". (Los pájaros saben volar). Lástima que entre los invitados aparezcan, entre infumables políticos, quienes fueron referentes de la clase trabajadora.
Peues bien, ahora tan ilustre empresario amenaza con cerrar la factoría, icono de la cerámica gallega. Alega demasiadas trabas, inspecciones labores, de la Administración.
Sabedor él de la trascendencia que implica el cierre patronal, chantajea a la Xunta con el despido y la desindustrialización. A estos individuos los molestan los sindicatos, con los que siempre tuvo conflictos, porque según ellos siempre son unos vividores; les molestan los empleados que, en defensa de su salud y dignidad, no acatan de buen grado las órdenes denigrantes; les molesta la legislación, que es resultado de esas luchas sociales... Y, por supuesto, cualquier subida salarial. Son empresarios que habitúan a exigir planes de viabilidad financiera, que se traducen en subvenciones que pagamos todos solidariamente. Y, cuando no ven el terreno propicio, deslocalizan la producción en busca de mano de obra más barata. Curiosamente, a la hora de cerrar, habitúan a decirnos que se fundió el capital, lo cual es un subterfugio de la llamada ingeniería financiera. Después, tampoco importa, por ejemplo, que haya una balsa de lodos para los residuos de Alcoa, que según los entendidos es una bomba de relojería ambiental. Aquí se vende aquel socorrido mantra: "eche o que hai" ("es lo que hay"). Lo que hay, en este caso, ya que uno es ateo, republicano y liberal, es también poca vergüenza.

Timiraos, Ricardo