Mejorar la educación es cosa de todos
Suárez Sandomingo, José Manuel - martes, 08 de abril de 2025
Hace unos días tuve la oportunidad de ser entrevistado por una periodista para un artículo que se publicaría con motivo del Día Mundial del Aprendizaje. Durante la conversación, me planteó una pregunta muy interesante: ¿es posible aprender durante toda la vida? Mi respuesta fue una frase que probablemente muchos ya han escuchado: "Estamos muriendo y estamos aprendiendo".
Sin embargo, como profesional de la pedagogía, no podía dejar un tema tan trascendental reducido a una simple expresión. Así que profundicé en mi respuesta y le expliqué que, aunque el aprendizaje es un proceso continuo, ninguna persona está completamente preparada para aprender del mismo modo. Cada etapa de nuestra vida está marcada por formas específicas de aprendizaje, adaptadas a nuestras capacidades, experiencias y necesidades del momento.
A estas alturas de mi artículo, muchos se estarán preguntando cuál es el propósito de una introducción tan personal. La respuesta es sencilla: los pedagogos, junto con todos los que nos dedicamos a la educación, estamos constantemente reflexionando sobre cómo mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Nos esforzamos por encontrar maneras más efectivas y simples para que tanto el profesorado como el alumnado, e incluso cada individuo en su desarrollo personal, puedan alcanzar los mejores resultados. Nuestro objetivo es fomentar ideas innovadoras y evitar que se pierda tiempo valioso en situaciones innecesarias o irresolubles.
Desde la Grecia Clásica hasta nuestros días, la educación ha ido evolucionado e incorporando una gran variedad de metodologías. Desde el método aristotélico y el socrático, hasta enfoques más modernos como Montessori o Kumon, pasando por las propuestas pedagógicas de Comenio y Pestalozzi, entre muchas otras. Estas metodologías han dejado una huella profunda y siguen siendo estudiadas e impartidas en universidades y centros educativos de todo el mundo.
La mayoría de los métodos educativos son efectivos si se aplican correctamente y se adaptan a las capacidades e intereses de los estudiantes, permitiendo así obtener buenos resultados. Sin embargo, no todos los maestros y profesores cuentan con los conocimientos necesarios para dominar cada uno de estos métodos, ni disponen del tiempo suficiente para dividir a los alumnos de una clase en grupos y enseñarles de manera personalizada según sus necesidades. Por esta razón, suelen impartir la materia a toda la clase utilizando un único enfoque, realizando solo algunas adaptaciones curriculares para ciertos estudiantes. Esto sucede porque no se considera de forma individual a cada alumno y sus particularidades; en cambio, se les agrupa en una misma aula como si fueran un conjunto homogéneo al que la escuela le debe transmitir todos sus conocimientos y formarlo en todas las materias disponibles.
El fracaso escolar está vinculado a una amplia variedad de factores relacionados con el proceso educativo. Entre ellos se encuentran las cualidades e intereses de los alumnos, el nivel de conocimientos de los profesores sobre las materias y los métodos de enseñanza, la capacidad de los padres para comprender las necesidades educativas de sus hijos y transmitirles valores adecuados, así como los recursos materiales disponibles en las escuelas. Además, existen numerosos aspectos que resultan difíciles de evaluar y adaptar a cada caso particular, lo que complica aún más la atención personalizada en el ámbito educativo.
En el mundo actual, la tecnología nos abre nuevas posibilidades, especialmente a través de la informática, que facilita trabajar con cada alumno de manera más individualizada y adaptada a sus capacidades e intereses. Más recientemente, la inteligencia artificial ha emergido como una herramienta poderosa para que los docentes analicen cada caso de forma particular, permitiéndoles personalizar el currículo general según las características y necesidades específicas de cada estudiante.
La educación debe desarrollarse a un ritmo acorde con las necesidades de cada alumno, fomentando su interés y motivación para aprender. Los métodos educativos han ido evolucionando con el tiempo, y hoy en día los pedagogos se enfrentan al desafío de integrar en las escuelas los avances de la neurociencia, la inteligencia artificial y las nuevas tecnologías de la comunicación e información. Estas herramientas no solo hacen el aprendizaje más atractivo, sino que también ofrecen oportunidades para personalizarlo y adaptarlo a las características individuales de los estudiantes. En este contexto, el cambio escolar del futuro se centra en transformar las escuelas en espacios dinámicos y estimulantes para toda la comunidad educativa.

Suárez Sandomingo, José Manuel
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