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Avenida de A Coruña

Valadé del Río, Emilio - viernes, 28 de marzo de 2025
Me gusta esta calle, vivo en ella y en múltiples ocasiones, repaso las diferentes épocas de la vida reciente ciudadana paseando por ella. Sabiendo mirar con atención, todo está plasmado en esta avenida, en sus casas. Incluso en su nombre, pues pasó de ser la Carretera de La Coruña a ser Avenida da Coruña.

Fue una calle destinada a canalizar el crecimiento de la ciudad. Una calle que comenzaba con el Bar Regio, bonito edificio con patio frontal acotado con su murete, y seguía con algunos edificios, pocos pero hermosos, debidos al estudio de Eloy Maquieira y otros arquitectos adictos al Racionalismo. Un estilo arquitectónico que llegaba a Lugo para implantar una nueva forma de entender la construcción y su alianza con la luz exterior, tan apreciada en nuestras latitudes. De este estilo tenemos bonitos ejemplos entre los primeros edificios de la calle, bonitos y pintados de modo que realcen las peculiaridades de cada uno de ellos. Avenida de A Coruña Pináculos, ojos de buey, pérgolas y demás están presentes en esas casas para disfrute de quienes las saben ver y disfrutar.

Pasados los primeros tramos de la Avenida, las aceras se ensanchan y el caminar se hace más fluido, también el pasear. Aquí quedan casas de "antes", tal vez unifamiliares, muchas de ellas vacías, con una distribución muy similar. Casas de una sola planta, con piso bajo como sede del negocio familiar, en el primer piso, la vivienda y el desván, que funciona como almacén de cosas diversas. Tal vez una huerta, que más tarde habrá servido de modo eficaz para aumentar lo edificable del solar cuando se quiera construir en él.

Casi todas estas casas, ya digo, hoy deshabitadas, tienen bonitos colores, limpios, y muy vistosas barandillas en los balcones de sus primeros pisos. Barandillas de diversos diseños, siempre encaminados a conferir seguridad a quienes saliesen a los balcones. Encontramos un gran despliegue de dibujos en barras y flejes. No es difícil imaginar que se construyó con cariño e ilusión.

Hoy aparecen como reliquias entre edificios construidos más tarde, cuando ya se edificaba para vender los pisos, luego de haber realizado la división horizontal. Solo se buscaba el beneficio inmediato y aparecieron casas iguales entre ellas, en calles también iguales en ciudades que poseen rasgos muy iguales. La especulación no tiene muchas caras y no se disfraza, es así.

Pero si avanzamos por la misma avenida, el paisaje urbano se modifica gradualmente, llegando a adquirir un aspecto propio muy bonito, lleno de personalidad y atractivo. Los colores de las fachadas son alegres, incluso se podría pensar que atrevidos, pero no es así. Su alegría es elegante. Las fachadas suelen presentar dos colores, bien combinados. Las alturas no son tantas como en otras lugares, a veces bastan dos o tres. Edificios elegantes, con ventanas a veces agrupadas en dos o tres. En estos casos de grupos, una franja, pintada de un color diferente al general, pero coordinado con él, rodea al grupo, en un diseño que a mi me recuerda mucho al modo de hacer de Eloy Maquieira. Las ventanas, bien resaltadas, casi con mimo, pues por ellas entra la luz en las viviendas.

Cuando la Avenida alcanza el barrio de la Milagrosa, llega a una gran personalidad, ya no hay influencias de ningún tipo de corrientes constructoras. Han pasado muchos años durante los cuales la calle fue creciendo, como estirándose. Ahora podremos ver en una esquina abandonada el germen de la Iglesia Parroquial. En aquella esquinita estuvo la primitiva capilla del Perpetuo Socorro, mientras la iglesia crecía entre huertos y calles que aún no eran más que diseños.

La entrada al barrio Feijoo se ha tapado sabiamente con un jardincillo bien diseñado, ojalá que donde mandan se olviden de él. En este jardín, cuyo nombre desconozco, encuentro los únicos ejemplares de granado que hay en Lugo. Unos arbustos de mediano porte, de hoja caduca verde brillante, troncos retorcidos y flores de un bonito color rosado.

Después de la gasolinera, la Avenida inicia una subida adquiriendo un aire industrial que parece que no desea abandonar.

Un paseo por esta Avenida nos regala un recorrido por la edificación en nuestra ciudad durante el siglo pasado.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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