Proyecto FICOS - VII
Ávila Soto, Federico - miércoles, 26 de marzo de 2025
Teoría de la vida y de la inteligencia - (1)
¿Por qué pretendo escribir y teorizar sobre el origen de la vida, y de la inteligencia conformada en un ser biológicamente animal? ¿Y, por qué me atrevo yo a expresar mi pensamiento? Soy consciente de las muchísimas limitaciones que cada persona, en su particular estatus, tiene en relación con todo el mundo que lo rodea y engloba, en un vivir social, imaginativo, profesional, tecnológico, teórico, ideológico, científico y mil y cien formas concretas, en que la persona y su propia inteligencia, desenvuelven en el transcurso de su existencia.
Por estas razones, por la tela-araña o red de combinaciones posibles, en lo que todo puede estar sujeto a infinidad de variantes, a la teorización y desenvolvimiento de una idea, no se puede estar sujeto a estrictas normas desenvueltas por personas exclusivas y dotadas de unos conocimientos profesionales, que carecemos muchísimos pues, en la infinidad de variantes, las experiencias y valores inteligentes de muchas personas que carecen de una formación profesional y académica, pueden tener luces inteligentes que, sin el academicismo privilegiado, sean quién de estar más cerca de las realidades, tanto teóricas como científicas, en un mundo donde se balbucea con teorías indemostrables.
Yo me encuentro en esta situación, en la de un ser adulto con experiencias propias, con formas concretas de vida, y careciendo de una formación, en principio académica, luego en muchas de las especialidades que, en el estudio y formación, se está en contacto con otras muchas necesarias, para el complemento académico y profesional. Al estar ausente e ignorante, de los muchos saberes que se transmiten por personajes, que inciden en el conocimiento de las materias en estudio, las formas y exposiciones, lógicamente, se alejan de ese rigor, que caracteriza a la formación académica. Pero afirmo, son tan válidas, en el complemento general de lo ignorado, de lo científicamente indemostrable, de lo teórico o teológicamente pregonado.
No acudo, por tanto, a los saberes plasmados en libros y revistas científicas, ni a las teorías y teologías de ámbito religioso, ni tampoco. al legado conocido en ambientes académicos y elitistas sobre afamados pensadores y líderes. Mi palabra y escrita, es sólo mía, no copio, no imito, ni me baso en nadie.
Para dar respuestas al pensamiento humano de: ¿el porqué de la vida?, ¿quién la creó?, ¿cuándo y cómo fue el principio?, ¿qué es la muerte?, ¿qué hay después de esa muerte?, ¿a dónde vamos luego de dejar la vida?, etc., escribo y expreso mi pensamiento.
¿El porqué de la vida?
Escribo en una mañana de domingo, sentado en el patio de nuestra casa, donde tenemos un pequeño jardín con cuatro hortensias, que hace dos años nos regalara uno de nuestros hoy yernos; eran muy pequeñas y ya se sabe, que en un principio difíciles de que afianzaran su existir. En este segundo año, están hermosas y muy abundantes, gracias a los cuidados y protecciones solares que mi esposa les presta pues, están en la parte del patio que más sol les da, y parece ser, que esa hermosa planta, requiere protecciones ambientales. En mis manos morirían, por muchos factores resultantes que en mi confluyen. La vida luego, es el resultado de muchos factores que confluyen, tanto en la creación de vida, como en el deterioro y posterior estado, en el que esa vida deja de existir. Tanto el proceso de creación de vida, como el de dejar de existir, se podría seguir minuciosamente. De hecho, en los animales, sobre todo, se experimenta con minuciosidad científica; por tanto, son los científicos dedicados al estudio del ser animal, los que mejor pueden teorizar y probar, la creación y muerte de la vida animal, inclusive la humana.
De hecho, así es, y de cuando en vez, escuchamos o leemos, lo que expresan científicos o teóricos, de la teología religiosa en este aspecto. Son los dos polos opuestos, en un tema difícil de probar y menos de demostrar, a no ser que se valgan del malabarismo de las palabras, en un intento interesado de llevarse el agua a su riego, sobre todo por parte de las élites conformadas al rededor del mito religioso, y el "invento", de la palabra mágica: "Dios".
Pero la vida es un hecho real, y la inteligencia también es un hecho real que se escapa a las teorizaciones, y a los intereses de grupos o élites que, a través de todos los tiempos, intentan patrimonializar ese hecho grandioso, en un intento vano por dominar las fuerzas de la naturaleza, las fuerzas y vértebras de la vida, como si nuestro ser animal, dotado de una minúscula partícula inteligente, fuera quién de dominar toda una masa universal, que contiene millones y millones de potencias que, para tener un mínimo conocimiento de alguna de ellas, requiere el desenvolvimiento inteligente, ordenado y graduado en el tiempo, en un muy largo tiempo, de cientos de generaciones, de la hoy minúscula inteligencia humana, de la más viva y avanzada de los núcleos científicos. Es por eso, que la vida es un hecho real, que la inteligencia es otro hecho real, y que nadie debe patrimonializar estos dos hechos.
Sabemos que venimos a la vida, sabemos que en algún momento la dejaremos o se nos irá, sabemos que vendrá nueva vida, y sabemos que las inteligencias desarrolladas en cada una de las mentes humanas, siembran nuevos conocimientos, en un aporte colectivo al desarrollo cerebral-inteligente que, poco a poco, va conformando nuevos caminos, nuevos descubrimientos, nuevos saberes, nuevos usos, nuevas concepciones teóricas y prácticas que, a ojos vista de un tiempo relativamente corto del pasado, se nos hace inconcebible.
La persona humana, camina al ritmo del desarrollo inteligente. En el momento que se hace presente en la vida, del día a día del colectivo humano, ese aporte inteligente, es codiciado para poner en uso, y al servicio de una mejor forma en el vivir. Esto, no sólo es exclusivo del desarrollo tecnológico de la materia, sino que también es un fenómeno, que afecta al aporte teórico, que aclare conceptos básicos de la existencia, que dé explicaciones a muchos comportamientos y creencias, que dé razones a las incógnitas existenciales de la vida y de la muerte, y que aclare formas organizativas que mejor convengan a las colectividades de las personas.
Las personas necesitamos de "luces inteligentes" aportadas por otras personas, que despierten en nosotros, en todos nosotros, nuevas vías y formas, que ayuden a comprender infinidad de comportamientos que se originan en la relación social de las masas. Renunciar a la innovación, a la libertad de expresión, a hurgar en el debate teórico-filosófico, a hacer crítica y opinión sobre lo establecido, es renunciar al desenvolvimiento de la inteligencia, es postrarse como esclavos, de una determinada teoría, de un determinado dictado o imposición, y también, es renunciar a ser considerado una persona humana, que precisa del respeto y de la colaboración social para, en el ámbito de lo social, desenvolver todos sus valores positivos, en beneficio de lo particular y de lo común.
(sigue el próximo lunes 31 de marzo)

Ávila Soto, Federico