La violencia que se extiende
Mosquera Mata, Pablo A. - lunes, 03 de marzo de 2025
Nadie me puede explicar en qué consiste la violencia. Nadie se puede arrogar enseñarme lo que es o no es violencia. Lo aprendí en mi propia persona y en la de mi familia durante los doce años que estuve amenazado de muerte por ETA. Lo que comenzaba con insultos, dianas, cánticos en Mendizorroza, y objetivos de los comandos de ETA en los que siempre estuve presente, me enseñaron al menos tres lecciones. Lo que comienza con insultos es sólo una manifestación para contagiar a un colectivo. Lo que empieza por ser insultos crea una subcultura de espiral para imponer criterios o dicterios. Algunos no lo soportan y huyen, otros nos crecemos y optamos por la autodefensa.
Pero no hay camino hacia el respeto. No hay camino hacia la tolerancia democrática. El que más chilla y logra reunir una jauría se arroga representante de la verdad. Estamos ante una verdad que señalan los miserables. Tales foros de "valientes energúmenos" siempre encuentran un/una sacerdote o sacerdotisa que les anima y les guía para terminar solicitando el aplauso de la grada ultra.
A los que nos hemos enfrentado con asesinos y sus palmeros, lo que nos pide el orgullo y la experiencia de la lucha es RESPONDER y AJUSTAR cuentas con cada uno de los inquisidores, que a buen seguro no han valorado las capacidades de autodefensa que algunos tenemos por aprendizaje en primera línea del país de los vascos en los tiempos del plomo.
Y hay otra violencia que debemos comenzar sin miedo pero sin dilación a contrarrestar creando conciencia social y poniendo proa al temporal que han desencadenado de manera artera para convertirse en un campo de minas para la conducta humana. Me voy a referir al feminismo ultramontano y autor de relatos en los que el varón siempre es presuntamente culpable, al menos como MACHISTA, DÉSPOTA Y PREPOTENTE.
Como trabajador de la sanidad pública puedo afirmar que nunca presencié discriminaciones de género, más bien puede demostrarse que la sanidad pública, gran empleador del sector terciario-servicios de la economía, está ampliamente feminizado, es más, me pregunto qué pasaría si se aplicara el criterio cremallera a la jerarquización facultativa, a la enfermería, o a cualquier otro espacio laboral del trabajo socio sanitario para curar y cuidar. Y desde luego, las condiciones económicas son de igualdad para cualquiera que ocupe un puesto de trabajo, pero con la advertencia de como se gestiona la jornada laboral en el varón y en la mujer, con clara ventaja económica para esta última.
Lo mismo supongo sucede en el derecho y en la enseñanza. La mayoría son mujeres. El motivo, las exigencias de conocimientos y méritos, no admite discriminación alguna por género.
¿ Qué está sucediendo para que se desarrolle una corriente feminista que violenta la convivencia y señala al varón como paternalista y agresor ante los derechos fundamentales de la ciudadana ?.
Sin duda alguna la presencia de partidos políticos que manipulan la ideología en medio de los complejos o la indigencia cultural han encontrado un discurso populista que ha prendido en la sociedad igualando progresismo con feminismo. No me cansaré de señalar que progresismo es aquella fórmula de organización social que logra avanzar y así la generación de nuestros hijos debe vivir mucho mejor que la nuestra. A lo que añado. La ciudadanía, como fuente de derechos, no tiene género. La igualdad de oportunidades tampoco.
Es cierto que se muestra una violencia específica que convierte a las mujeres en víctimas. Tengo muchas dudas sobre si las campañas de publicitación de las muertes-asesinatos denominados machistas, no operan como pernicioso efecto llamada en las mentes psicópatas de ciertos varones.
Pero dicho lo anterior lo que se debe analizar y tratar de manera integral es la VIOLENCIA EN LA SOCIEDAD. Resulta curioso que en aquel país vasco preñado por la violencia del terrorismo los atentados y asesinatos fueron casi siempre de género masculino en cuanto a las víctimas mientras en los comandos etarras siempre había alguna mujer. Sobre esto no se ha pronunciado la sociología feminista.
Lo mismo puedo señalar sobre la violencia en el mundo escolar, en esos acosos o palizas grupales a una víctima.
Por fin, hasta dónde está llegando la facilidad con la que algunas damas dejan correr el tiempo para calcular en qué momento deben socializar y judicializar su discurso por presuntas agresiones machistas.
Se hace necesario un análisis científico neutral que estudie la enfermedad social de la violencia, incluso en cada comunidad, desde cada Parlamento mediante comisiones dónde convivan expertos en la materia y políticos. Y de una vez por todas. La violencia no es ni de derechas ni de izquierdas, es una subcultura que se extiende por el tejido social.
¡Ah, importante!. Medir los efectos de ciertos programas de la televisión. Esa "basura" dónde se vulnera el derecho a la intimidad o se insulta sin más al que señalan como personaje. Nada que ver con aquellos debates en los que tuve el honor de participar para crear una radio televisión alternativa a las cadenas 1 y2. Educar, entretener e informar. Ya me dirán algunos si determinadas cadenas con programas de gran audiencia cumplen tales compromisos. O que aportan al ejemplo socio cultural de los más jóvenes determinados colaboradores que saltan del programa ultra a la exclusiva del papel cuché.

Mosquera Mata, Pablo A.
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