Contradicciones del sistema

Hay algunos hechos que si los analizamos, terminamos por perder la fe. Y no me estoy refiriendo a creer en lo que no veo. Estoy hablando sobre el sistema que S.W.C. calificó como el menos malo de todos los sistemas para ordenar la vida en la sociedad. La democracia no es posible sin esos intermediarios que nos representan en las Instituciones del poder. Me refiero a los Partidos Políticos, a su manera interna de organizarse, a las ofertas que nos hacen y al grado de cumplimiento que tales contratos sociales, tienen lugar, una vez que tras el voto, les llega la autoridad de mandar sobre los ciudadanos.
Terminaron las elecciones europeas. No se habló de la Europa del futuro. Nos quedamos sin saber lo que iban a cambiar los Parlamentarios en Bruselas. Incluso, si los que representan a España, tendrán fuerza para defender nuestros intereses, o por el contrario, deberán someterse a la disciplina del voto que se determine en cada grupo europeista.
Pero, a renglón seguido, tres hechos concretos. La subida del precio de los carburantes, esta vez, por necesidad urgente para las cuentas del Estado. De esta forma, subirán todos los productos que necesiten transportes cuyo desplazamiento se hace a base de energía procedente del petróleo. Así, me explico que lo de los ferrocarriles, como transporte colectivo, no sea una cuestión demasiado urgente. El día que para desplazarnos a nuestros lugares habituales de trabajo y ocio, no tengamos que llenar el depósito de nuestros coches, de carburante, el Estado, no podrá recaudar esos 2.300 millones de euros que le van a llegar hasta finales del año, por la subida de la gasolina y del tabaco.
Por cierto, que lo del tabaco, adquiere tientes de hipocresía infinita. ¡Se prohíbe fumar! Pero el Estado necesita que fumemos, y está tan seguro de que lo va a lograr, que sube el precio de las cajetillas de cigarrillos, como fórmula eficaz y urgente de recaudar dinero para tapar los agujeros de unas cuentas públicas maltrechas por la crisis, que afecta a los ingresos y a los gastos del presupuesto 2009. Esta vez, la voracidad fiscal, usa de los dos elementos más rápidos y mejor controlados por el propio Estado. Ese que nos aconseja gastar menos energía. Viajar en transporte colectivo, menos contaminante. Disminuir la velocidad, para evitar los accidentes en una red vial que se ha hecho insuficiente a la densidad de los vehículos que son utilitarios en una sociedad en la que hay que llegar por los propios medios individuales, a los lugares del trabajo. O el consejo sanitario, sobre las enfermedades a las que conduce el tabaquismo.
La tercera contradicción del sistema, la conforman las ayudas que se dieron a los Bancos y Cajas, para que animaran la economía del consumo; pero sólo han servido para salvarles la piel a sus consejos de administración, ya que el crédito para los particulares, se ha puesto imposible. No se fían de nadie. No financian casi nada. No les interesa el cliente de a pié, que se puede quedar en cualquier momento sin empleo. Pero, aquí, que tenemos un Gobierno progresista, nos faltó la entereza del país más poderoso de la tierra, en el que su Presidente, ha puesto en marcha, toda la batería de las medidas socialdemócratas, para salvar la crisis organizada y creada por el fracaso del liberalismo, doctrina habitual de los Estados Unidos de América, dónde si, se han atrevido a nacionalizar entidades bancarias, precisamente, pera controlar el dinero público que les ha llegado procedente del tesoro público.
Así que, me declaro escéptico total. No entiendo nada, salvo que la política, vuelve a ser, el arte de convertir en posible, lo que antes era imposible, y nada de lo que hoy se afirma, como dogma ideológico, resiste la presión del mercado.