¿Nos damos cuenta?
Mosquera Mata, Pablo A. - martes, 07 de enero de 2025
Recordar lo más característico y fundamental del pensamiento de Julián Marías, trae dos conceptos a la mente: el de verdad y el de libertad, intrínsecamente unidos en su filosofía. En efecto, cualquiera que sea el tema que se considere de su pensamiento -el político, sociológico, moral, antropológico, metafísico-, verdad y libertad aparecen siempre como un ingrediente esencial. La libertad aparece como uno de los ingredientes esenciales de la realidad humana. El hombre se constituye como tal en una circunstancia o mundo en el que cada acto ejecutado en él implica la libertad: de movimiento, de elegir entre las diversas posibilidades que se ofrecen en cada momento, de resignarse o no ante una situación inaceptable, de recogerse en sí o ensimismarse para reflexionar sobre la realidad circundante, esto es para buscar su verdad, de rectificar una trayectoria iniciada si se perciben elementos erróneos en ella, de cultivar de la manera más eficaz las facultades propiamente humanas del hombre con el fin de llegar a ser dueño de sí mismo y conseguir hacer lo que pretende con la mayor perfección posible, Y así para Marías la política no consistía sólo en la libre elección de un partido para que fuera despachando los asuntos internos y de política internacional, importantes y menos importantes, durante el periodo fijado por la Constitución, sino que la política era para él el instrumento director y fomentador de la realización del proyecto colectivo que constituye a la nación de una manera más concreta, de las empresas que es preciso llevar a cabo en cada época o momento para asegurar su supervivencia y su continuación histórica. Verdad y libertad son totalmente inseparables, no podemos renunciar a ninguna de ellas, las dos son dimensiones constitutivas, absolutamente necesarias la una respecto de la otra. Si miramos cómo está el mundo, veremos que evidentemente hay falta de libertad, pero si miramos un poco más a fondo, encontraremos que por debajo de las apariencias hay una gran falta de verdad y un predominio constante de la mentira.
Sirva estos pensamientos compartidos o asumidos desde mi época de Universitario cuando esperaba cada domingo el ABC y aquella tercera página en la que Julián Marías, discípulo de Ortega, nos enseñaba que era la libertad en tiempos del franquismo. Pero no vale hacer trampas. La libertad en España no nace con la muerte del General en su cama entre toda desgracia de instrumentos médicos para mantenerle oficialmente vivo hasta un 20-N en 1975. La libertad ya estaba en la Universidad y en el pensamiento de grandes líderes de la sociedad civil que iban muy por delante de la sociedad controlada desde un régimen político agonizante.
Apuesto algo. Los cien actos que nos anunció el sátrapa de la verdad, van a lograr lo contrario que pretenden ideológicamente. La generaciones que no han conocido, sufrido, escapado de la oprobiosa, van a despertar a la verdad y tal herramienta les permitirá comparar el estado de la sociedad en cuanto a la atención que los podres públicos dispensaban a las demandas, con mucho menos gasto, menos deuda, menos clientes agradecidos por las ayudas, menos impuestos, menos tertulianos y menos políticos "chupando de la piragua". No creo que ni sirva para distraer al personal de los problemas reales sociales que están presentes y colisionan con los privilegios de la casta política.
Toda persona tiene derecho a la libertad y a la seguridad. Toda persona tiene derecho al respeto de su vida privada y familiar, de su domicilio y de su correspondencia. No podrá haber injerencia de la autoridad pública en el ejercicio de este derecho, sino en tanto en cuanto esta injerencia esté prevista por la ley y constituya una medida que, en una sociedad democrática, sea necesaria para la seguridad nacional, la seguridad pública, el bienestar económico del país, la defensa del orden y la prevención del delito, la protección de la salud o de la moral, o la protección de los derechos y las libertades de los demás.` .
Lo que antecede parte del derecho fundamental a la libertad pero presenta la primera de las colisiones entre libertad y seguridad, que irá quedando a criterio de los Estados y de las herramientas que hacen prevención informativa para eludir los atentados o simplemente garantizar la seguridad. Y así no sólo la vigilancia exhaustiva a las que somos sometidos mediante toda suerte de artefactos para cuya instalación no piden permiso a la sociedad civil y además no sabemos a ciencia cierta la verdad sobre como esa información constante se almacena y se usa. A las cámaras que graban todos nuestros movimientos se añaden los nuevos instrumentos que sobre vuelan sin que nos informen sobre las imágenes que obtienen de cada uno de nosotros. Luego, es verdad que ante la comisión de un delito se recurre a tal información para saber quiénes estaban y que hacían en el escenario de una vulneración del derecho a la seguridad. Lamentablemente, la información sobre la vida y residencia de los ciudadanos se ha convertido en un filón de datos que tienen su propio mercado en toda suerte de empresas que pueden usarlos a su conveniencia y sin la autorización del ciudadano en cuestión.
El último ejemplo lo tenemos en esos 42 epígrafes que obligatoriamente debemos proporcionar a la hostelería si queremos disponer de una habitación en un hotel. Lo mismo que debemos sospechar que el uso creciente de los denominados drones servirán para escudriñar nuestra vida desde una oficina que dispone del mando a distancia para manejar el aparato.
Pero conviene saber como la telefonía sin cables por ondas hace bastante que es capturada por herramientas al servicio de quienes pueden estar interesados en conocer nuestras conversaciones sin que sea preciso muchas veces solicitar la autorización del juez para hacer tales seguimientos.
De todo lo expuesto no ponemos la lupa solo en la actuación de las policías o los servicios de inteligencia que son los expertos en velar por la seguridad, nos preocupa el espacio de la delincuencia que hace uso y negocio con tal información sobre nuestra actividad libre y espontánea.

Mosquera Mata, Pablo A.