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Carta al Rey Baltasar

Timiraos, Ricardo - jueves, 02 de enero de 2025
Mi querido amigo Baltasar:
Aprovechando vuestra anual visita a los niños- ultimamente sustituidos por perros y gatos-, quisiera también, una vez más, creer en vosotros para pensar que los sueños se cumplen, lo cual a mi edad resulta bastante dudoso, y empiezo a cansarme de preparar mi ventana, invitaros a tomar algo, dejar los zapatos relucientes, incluso de poner hierba y agua para los camellos, y estar otra noche más soñando que me traigáis algo que dicen que existe y se llama LIBERTAD.
A estas alturas de mi vida empiezo a cansarme de palabras abstractas y se resienten mis sueños bonitos como paz, justicia, verdad... Os puedo asegurar que dudo de palabras como fe y esperanza... y agarro la caridad con todas las fuerzas que me quedan procurando que jamás me abandone.
Sé que me engaña la vida, que quienes me quieren edulcoran mis conflictos, que me consuela y aplaca el amor de los que son realmente amigos... pero, siendo sincero, hasta el cansancio me duele. Y busco entre los regalos y paquetes esa palabra que se llama LIBERTAD y que tantos sacrificios me cuesta.
Encuentro los juguetes, las muñecas, las consolas y la ropa, pero en una sociedad tan polarizada, donde la avaricia sustituye al Niño Jesús y la solidaridad se ciñe puntualmente a la dana, quisiera que al menos me regalarais la paz para Gaza y Ucranía y os acordaráis, porque saber lo sabéis, que es preciso y urgente borrar la miseria que tanto abunda en el mundo, apesar de que las gafas de la opulencia no la encuentren. Y ya puestos a complacerme, os agradecería mucho que, aprovechando el viaje, os llevaseis tanto orgullo y soberbia porque aquí de ellos estamos sobrados.
Te aseguro, amigo Balta, que mi felicidad está donde haya niños, que los mayores me aburren contándome su dinero, sus éxitos de vanidad, los triunfos y milagros de sus vástagos... y suelen rematarme con lecciones de política, siempre escorada al mismo lado- te recuerdo que estoy en Galicia- que me resulta empalagosa.
No, por amor, liberame de telediarios de corrupción sin fronteras; de malandrines metirosos compulsivos; de gestores públicos que malgastan el dinero en suntuosidades y abandonan a los necesitados... Y aquí te quiero recordar que en el Asilo de ancianos desamparados de Viveiro todavía hace falta mucha ayuda para poder pagar la calefacción.
A mi no me hace falta nada material, si acaso algo de salud, pero eso de momento es llevadero. Lo que te pido para mi es LIBERTAD.
Y cuando la pronuncio, todavía tengo miedo. Asusta que la necesite para decir lo que pienso, sin estar siempre pendiente de que mis palabras, que son sólo palabras, puedan acarrear revanchas que más de una vez sufrí. Si, sé que vivo en teórica democracia, con libertad de pensamiento y expresión, con una también teórica justicia que me ampara, pero todavía desconfío de todo esto. Sé que llegan tiempos y vientos de intolerancia y me asusta volver al pasado. Y todavía me asusta más no poder enseñar Historia a estas generaciones de jóvenes que creen que la democracia, siendo imperfecta, es mala. Malo, amigos, es el pensamiento único que muchos hemos sufrido. Para lograr esa meta en la vida hay que luchar, implicarse, defender las ideas con valentía y ahínco y eso requiere, además de conocimientos, valor.
Nací rebelde, criticón, preciso llamar a las cosas por su nombre, estar suelto de ataduras y apartarme de contaminantes afectivos. Y para decir lo que se piensa es esencial la libertad. Sé que, sin costar dinero,es cara; que resulta peligrosa ante los talibanes de la vida; que hay demasiados miserables que la repudian para complacer a los dictadores; que hay mucha gente que, habituada avivir en ella, no se dan cuenta de su verdadero valor... Pero también conozco a quienes la odian y se oponen a cualquier ley que afiance derechos; a quienes combaten cualquier idea que elimine prvilegios; que se organizan verdaderas masacres para someter a los pueblos y robarles sus recursos; que miles de explotadores someten a los pobres a sus dictados con leyes abusivas...
Tú, Baltasar, que representas la sangre de tanta explotación, saben perfectamente, que necesito la LIBERTAD.
Por tanto ¿para qué seguir? Un fuerte abrazo, y a ver si no te olvidas.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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