Capítulo 7:
La orgía de sangre
Al principio los Montoneros guardaron las armas y se dedicaron a infiltrar todas las instituciones posibles y ampliar la base popular. Era habitual que un grupo interrumpiera una clase universitaria, mandaran al profesor a tomar sol y les soltaran

una arenga política a los estudiantes secuestrados para convencerlos. Aprovecharon el inconformismo natural y la rebeldía que tienen los jóvenes para sembrar la ideología revolucionaria, utilizando el tirón que ejercía la figura del Che.
Asumido el poder, el Líder se empezó a escorar pero no a la izquierda precisamente. Recibió con honores a los dictadores Pinochet de Chile, Stroessner de Paraguay y Banzer de Bolivia. Según informes de la CIA, fue durante su gobierno que se comenzó a esbozar el famoso Plan Cóndor, para la persecución y eliminación coordinada de la guerrilla subversiva entre los países del cono sur. Plan que posteriormente perfeccionó Videla.
Pasado unos meses y dispuesto a no tolerar más la presión de la izquierdista Juventud Peronista, que contribuyó activamente en su elección, llamó a los diputados rebeldes y les pidió directamente, ante las cámaras de televisión en directo, que renunciaran. "El que no esté contento... se va". Posiblemente uno de los presentes, el Ministro de Bienestar Social, dijo en voz baja "o armamos un escuadrón y los eliminamos". Renunciaron.
Luego que el ERP intentara tomar un regimiento en un ataque sangriento, durante el gobierno constitucional del líder más carismático de los argentinos, este les señaló la puerta de salida. En el esperado discurso del 1º de mayo el doctor vio en la tele que Perón, ante la provocación de los Montoneros que cubrían un buen sector de la Plaza de Mayo, los trató de estúpidos e imberbes. Públicamente expresó que se iniciaba la guerra contra los infiltrados marxistas del Movimiento. No fue solo una amenaza, surgió la Triple A (Asociación Argentina Anticomunista) dirigida por su mano derecha, su secretario privado y poderoso Ministro de Bienestar Social. Algunos hablan de terrorismo de Estado. Desalojados del campo político, Montoneros y el ERP se asociaron en la clandestinidad.
Poco después de ese discurso fallecía el Presidente, luego de unos días de incertidumbre, actos de brujería y movimientos subterráneos. Lo sucedería la Vicepresidenta, su esposa. Lo más destacable de su currículum es que fue bailarina de variedades en su juventud, cuando enamoró a Juan Domingo Perón.
Un personaje siniestro y crucial en esta etapa fue su secretario personal, el Brujo, nombrado Ministro de Bienestar Social, un ex sargento de policía y brujo aficionado, que conoció a Perón en el exilio, en los años cincuenta en Panamá. Cuidaba la puerta de un local nocturno en el que actuaba una bailarina apodada Isabelita, futura esposa y Presidenta. El pianista, su yerno, llegaría a ser el Presidente Interino que pasaría los símbolos del poder al General. Hay analistas que ponen el foco en el itinerario del Líder en el exilio, cuando fue depuesto en 1955. Primero en Paraguay (dictador Stroessner), luego Panamá, Nicaragua (dictador Somoza), Venezuela (dictador Pérez Jiménez), República Dominicana (dictador Trujillo) y finalmente España (dictador Franco).
La triple A, organización paramilitar surgida en las entrañas del gobierno, donde participaron sindicatos, policía, fuerzas armadas y la logia anticomunista Propaganda Due (P2), dicen que provocó en menos de tres años un millar de asesinatos, más que ETA en toda su historia, y que solo en 1975 fueron 800 víctimas. Secuestraba, torturaba y arrojaba los cadáveres al río o a una cuneta. Entre sus integrantes había empleados del Ministerio de Bienestar Social (vaya paradoja) y un conocido periodista televisivo, otro yerno del Brujo. Una banda que envidiaría el mismo Al Capone. Eliminó a miembros de la guerrilla, militantes de izquierda, políticos, abogados, artistas, estudiantes, historiadores, sacerdotes y hasta un obispo. Un cura muy comprometido con los pobres fue ametrallado a la salida de misa. Cómo sería la situación que provocaba esta orgía de sangre, que este asesinato algunas fuentes lo achacaron a Montoneros, que lo condenaron a muerte porque había criticado la violencia que estaban ejerciendo, y otras a la Triple A. Pobre cura, imposible zafarse.
Además de los asesinatos, esta dependencia de Bienestar Social se ocupó mediante amenazas de mandar al exilio a innumerables artistas e intelectuales. La mayoría se instaló en España.
Hay investigadores que afirman que el ministro "capo" de la banda pertenecía a la conocida logia masónica italiana P2, igual que el general Perón y el almirante Massera, de la Junta Militar que derrocó a la viuda de Perón (?). También se encontraba en este selecto club un conocido general torturador de la banda de Videla y un yerno del capo, el que fue Presidente interino de la Nación. Todos en el mismo equipo.
La banda fue desarticulada por el golpe militar, que como compartía los mismos objetivos fichó a los miembros para su plantel, aprovechando la experiencia que tenían en la tortura y desaparición de personas. Los crímenes de la Triple A no fueron aclarados nunca. Los que sí se investigaron y sus autores juzgados y condenados, fueron los que se cometieron durante el gobierno de Videla, que perfeccionó el método creado durante el gobierno constitucional anterior.
La iglesia católica también se partió como la sociedad. Unos curas se agruparon en el movimiento por el Tercer Mundo, enarbolando la bandera de los pobres, y otros apoyaron activamente la lucha a muerte y sin miramientos de los militares contra la subversión, bendiciendo sus armas y ofreciéndoles la comunión.
El ERP organizó durante el gobierno de la viuda de Perón y con amplio apoyo cubano, una guerrilla en los montes de la provincia de Tucumán, copia barata de la de Sierra Maestra. Ni Tucumán es una isla, ni el ejército argentino era el de Batista. La Presidenta constitucional firmó el decreto de aniquilamiento total de la subversión, que los militares cumplieron con total dedicación y esmero. Pero al poco tiempo decidieron que estarían mejor solos y la mandaron de un puntín a ver los atardeceres del lago Nahuel Huapí, empezando a perseguir también a sus socios.
Capítulo 8:
Los cuatro gatos locos
Después que la Junta Militar sembrara el terror y eliminara a muchos militantes y colaboradores subversivos, la cúpula de Montoneros, disfrutando de una relajada estadía en Cuba a miles de kilómetros de los tiros, decidió una contraofensiva enviando a un centenar de guerrilleros que se encontraban en el extranjero a una muerte segura. Algunos fueron apresados al llegar y los restantes fueron secuestrados o muertos en enfrentamientos. Los jefes eran cuatro, uno de ellos criticó la violencia e intentó abandonar la lucha armada, siendo condenado a muerte por la organización, igual que todos los críticos e incluso un famoso poeta premio Príncipe de Asturias. El jefe disidente, años después, declaró en un programa periodístico: En los años setenta se cometieron excesos y atrocidades desde los dos bandos. Los tres jefes restantes dejaron las playas del Caribe y se trasladaron a Europa. Algunos investigadores afirman que conservaron la vida y un botín de varios millones de dólares, colaborando con los militares al denunciar a sus compañeros y ofreciéndoselos en bandeja al ordenar la contraofensiva.
Uno de los fundadores del ERP, degradado por la organización debido a su dudosa participación en el asalto a un cuartel, se asiló en Nicaragua y fue el que organizó el asesinato del dictador Somoza, un leal amigo de Perón, asilado en Paraguay.
Se calcula que los grupos guerrilleros, el ERP y Montoneros principalmente, asesinaron en pocos años a más mil personas, más que ETA y el GAL juntos. La mayoría eran militares y policías, desde un ex presidente de facto a varios soldados de la mili. Principales líderes sindicales, empresarios, familiares, civiles que pasaban por el lugar y casi treinta niños, sin contar a los caídos en los enfrentamientos.
Se le otorgó a la guerrilla, nacida durante la democracia, la supremacía moral aunque hubieran cometido crímenes repudiables. Lo decía el general Perón, "En manos del pueblo la violencia no es violencia, es justicia". Una de estas organizaciones llegó a contemplar en sus planes la muerte de hasta el 70 % de sus miembros (la cúpula se aseguraba estar en el otro 30 %) y la otra especulaba con un millón de fusilamientos para conquistar al poder.
Da que pensar que estos cuatro gatos locos ordenaron asesinar a un montón de personas, a otras las mataron sin querer (como a casi treinta niños) y además mandaron a la muerte en acciones suicidas a muchos de los integrantes de la organización que dirigían a miles de kilómetros, y dicen que quizás delataron a otros compañeros que fueron asesinados por los militares, para conservar la vida y el botín. Casi cinco mil jóvenes muertos por su irresponsabilidad. Que provocó que los militares torturaran y desaparecieran a otros miles. ¿Para qué sirvió esta locura? ¿Para qué toda esa juventud quemada como una falla valenciana?
Algún lector se preguntará: ¿qué hubiera pasado si el ERP y Montoneros hubieran triunfado? ¿Se repartirían el poder o se enfrentarían entre ellos? ¿Qué habrían hecho con todos los integrantes de las fuerzas de seguridad? ¿Cómo habrían tratado a los que no pensaban como ellos? ¿Cualquier argentino podría vivir tranquilo y manifestar sus ideas con libertad? Estas preguntas se las iba a hacer también el doctor a lo largo de los años, cuando conoció las barbaridades de Stalin y al seguir la evolución de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Andrés Montesanto. "La Apostilla". Editorial Anáfora, 2022.