Capítulo 5:
La Violencia (I)
"Fue una guerra civil, todos tenemos las manos manchadas de sangre", dijo a los periodistas años más tarde uno de los fundadores del principal grupo guerrillero de Argentina.
Antonio cursaba el primer grado escolar, a mediados de los cincuenta, cuando escuchaba por la Cadena Nacional de Radio Difusión los discursos que hacía el general Perón a sus seguidores que llenaban la Plaza de Mayo. Su voz áspera, sanguínea, vociferaba "Por cada uno de los nuestros caerán cinco de ellos", "A los que no estén con nosotros los vamos a colgar con alambre de fardo". Mientras el Presidente de la Nación

los arengaba, los descamisados gritaban "alpargatas sí, libros no".
El libro de lectura de ese curso, "Alelí", tenía una página que hablaba de la bandera, un ave de alas celestes, y la siguiente lectura titulada "La Abanderada" decía: "Eva Perón era muy linda, muy linda y muy buena. Todos la amaban". Seguía una página sobre la escarapela y a la derecha "El Líder", con "Perón es el Líder, el Líder nos ama, ¡Viva Perón!" Otra página dedicada al trabajo aclaraba que el presidente Perón insistía que había que producir más. A la derecha, Perón recomendaba plantar más árboles. Frases como "Todos se sienten felices, esto se debe al gobierno de Perón", "Mis juguetes son lindísimos, me los regaló la Fundación Eva Perón", "La ciudad infantil es una hermosa obra de la Fundación Eva Perón" llenaban todo el libro. El libro para enseñar a leer a los niños de seis años.
El doctor creía recordar haber visto en la portada de la revista del Partido Peronista, la frase "No hay mejor enemigo que el enemigo muerto". Y haber leído en alguna página del libro "La Razón de mi Vida", de su esposa Eva Perón, y de lectura obligatoria en los grados superiores: "El pueblo puede tomarse la justicia por sus manos".
Quizás fue por esas palabras que la violencia empezó a ser aceptada como medio legítimo para alcanzar el poder y mantenerlo.
Las mejoras en el campo económico, industrial, educación, derechos de los trabajadores, voto y dignidad femenina logradas principalmente en el primer gobierno peronista, cambiaron definitivamente Argentina. Aprovechó una situación internacional propicia y las reservas acumuladas para impulsar el país. Ya en el segundo mandato se acentuó la persecución de los opositores.
Posiblemente la figura de Mussolini le sirvió como modelo, pero con el tiempo desarrolló su propio estilo. Estimuló el culto a su imagen y a la de su joven y extraordinaria esposa. Provincias, capitales, avenidas, parques, instituciones, hospitales, etc llevaban sus nombres. Ella, defensora de los pobres y las mujeres vestía como una reina, entregada en cuerpo y alma a la causa de su marido. Moribunda, a los escasos 33 años fue atada a una especie de atril y paseada en un coche descapotable para apoyar la campaña de su esposo. Mientras derramaba amor y protección a los humildes, destilaba odio y rencor contra los empresarios, profesionales, intelectuales, comerciantes y estancieros. Descamisados contra oligarcas, peronistas contra antiperonistas, argentinos contra argentinos. Y así se partió el país. Para siempre.
Esta violencia predicada, acompañada por la persecución de los opositores, fue correspondida por los militares que lo derrocaron luego de nueve años en el gobierno. Bombardearon y ametrallaron la Casa de Gobierno y la Plaza de Mayo provocando centenares de muertos. Y también fusilaron a unos militares peronistas que intentaron revelarse.
Capítulo 6:
La Violencia (II)
Años más tarde surgió en Cuba la figura de Fidel Castro, que sembró el camino de la guerrilla para derrocar a dictadores en Latinoamérica. Con el tiempo fue virando hacia posiciones marxistas colocando a Cuba en la órbita de la URSS. Su lugarteniente, el argentino Che Guevara, se convirtió en la imagen romántica del guerrillero barbudo que luchaba para liberar a los pueblos oprimidos. Una especie de Robin Hood internacional que fascinó a los jóvenes de todo el mundo. La violencia no solo era aceptada, sino encumbrada como única vía de liberación. Muchos soñaban con una Sierra Maestra universal.
Fidel exportó su receta a varios países americanos, aprovechando para sacar al Che de la isla, única figura que podía hacerle sombra, enviándolo a una muerte segura. Lo convirtió en un mito, cuya imagen fue una de las más difundidas en todo el mundo, internacionalizando el negocio. Ningún experto en marketing lo podía haber hecho mejor.
En el año 1970 nace en Argentina Montoneros, un movimiento armado católico, con la intención de incorporarse al peronismo y lograr su giro a la izquierda, ignorando que su líder era rabiosamente anticomunista. Una vez confesó risueño a los periodistas que el periódico clandestino del Partido Comunista que circulaba durante su gobierno, lo editaban ellos mismos.
Además de la simpatía por ciertos movimientos europeos de los años treinta, Perón pertenecía a los cuadros militares que llevaron al gobierno de la Nación a resistir las presiones internacionales para declarar la guerra a las potencias del eje hasta marzo de 1945, cuando faltaba muy poco para la rendición de Alemania. Argentina acogió a miles de inmigrantes que huían de la guerra y después a decenas de nazis que huían de Nuremberg.
Los Montoneros, que se autodenominaban "soldados de Perón", se dieron a conocer secuestrando y asesinando al general Aramburu, jefe de la llamada Revolución Libertadora que derrocó a Perón y fusiló a los oficiales rebeldes. Hay alguien que especula que fue porque había iniciado un acercamiento al ex presidente exiliado, para buscar una salida pacífica al embrollo político. Esta muerte fue considerada un magnicidio por unos y un acto de justicia por otros.
La organización se fue acercando a la guerrilla cubana, mezclando su catolicismo con el nacional socialismo de Perón y con el marxismo-leninismo de Castro y el Che. Hoy diríamos una original fusión. Los cubanos entrenaron la tropa, dieron refugio a la cúpula y les administraron el botín de los secuestros. Los Montoneros adaptaron el eslogan cubano "Revolución o muerte", por "Perón o muerte". El general Perón ya los había legalizado cuando dijo "En manos del pueblo la violencia no es violencia, es justicia".
Paralelamente, entre un ramillete de grupos con siglas parecidas se destacó el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Muchos eran universitarios pero se organizaron como soldados, usaban grados militares y formaban ejércitos y columnas. Este grupo de orientación trotskista también recibió instrucción y apoyo logístico en Cuba.
Cuando el peronismo arrasó en las elecciones de 1973 con el apoyo proveniente de sectores contrapuestos, que ya se habían enfrentado a balazos en la "masacre de Ezeiza" con un número elevado de muertos, se empezaron a manifestar las tensiones internas. A los dos días del triunfo electoral fue asesinado el dirigente sindical de mayor peso y principal apoyo del general Perón. Fue el presagio de lo que vendría.
Andrés Montesanto. "La Apostilla", Editorial Anáfora, 2022.