El abrazo de dos mares
Silva, Manuel - lunes, 16 de diciembre de 2024
No es un encontronazo. Es un suave, dulce y amable encuentro de dos mares (Atlántico y Cantábrico) cuando se besan y abrazan cariñosamente entre los cabos coruñeses Estaca de Bares y Ortegal, situado éste precisamente en el municipio de Cariño.
Y es admirable ver como, juntos y enganchados por el oleaje, inician desde estos paradisíacos lugares su viaje de luna de miel dando saltos de alegría al encuentro de más mares.
Como ilustre notaria de este matrimonio marítimo da fe la famosa Torre de Hércules -monumento declarado Patrimonio de la Humanidad y único faro romano, el más antiguo del mundo en funcionamiento- que, además, y desde hace unos veinte siglos, guía a los barcos hacia la salvadora costa coruñesa para que no se pierdan y naufraguen en las noches tenebrosas.
Con esto parece estar de acuerdo -mostrando su valerosa actitud- la estatua del mítico rey galaico Breogán, situada en la misma colina coruñesa en la que se encuentra la Torre de Hércules, el famoso hijo de Zeus y Alcmena, la mujer de Anfitrión.
(En este punto cabe recordar que Anfitrión, al enterarse de que el gran dios se había disfrazado de su figura para acostarse con su mujer, se sintió muy halagado, orgulloso y feliz. Por eso, este hecho fue el origen de la expresión que califica de 'buen anfitrión' a 'quien recibe bien' en su domicilio).
El abrazo de estos dos mares bien podría considerarse un maravilloso ejemplo de la naturaleza marítima que debería ser imitado por la naturaleza humana, pues, en vez de besos y abrazos y de caminar juntos en busca de otros seres humanos necesitados de que se les ilumine el camino y se les eche una mano, con frecuencia nos afanamos en fomentar odios y organizar guerras para defender fueros y ampliar fronteras.
Esto debería llevarnos a pensar que, sin duda alguna, es necesario que, de vez en cuando, nos detengamos en nuestro caminar para admirar las maravillas de los mares y contemplar la belleza del sol, de la luna y las estrellas.
Y que este ejemplo de los océanos también debería inspirarnos para que nuestra navegación por los mares de la vida nos conduzca a un puerto seguro y nos ayude a disfrutar de la hermosura del oleaje, a contemplar la alegría de los inocentes y felices peces nadando en bandadas, a la vez que evitamos a los tiburones más depredadores.

Silva, Manuel
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