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Julia, la maestra del alma

Hernández Aznar, Margarita - lunes, 18 de noviembre de 2024
Hace pocos días, en el homenaje a Julia Uceda que organizó el Concello de Ferrol, leí unas palabras que me gustaría no se llevara el viento. Deseaba regalárselas escritas a los asistentes, envueltas en papeles de colores con una sonrisa que simbolizara que Julia era sorpresa, variedad (colores) y, en faceta poco conocida, humor inteligente. Una cuestión de protocolo me lo impidió, por lo que las transcribo a continuación.
He sido amiga de Julia durante este último año. La conocía indirectamente desde hacía más de veinte años a través de la comunicación que ella mantenía con Juan Antonio, mi marido. Pero, fue en septiembre de 2023 cuando empecé a ir con frecuencia a su casa.
Qué DISFRUTE (sacar fruto) ha sido cada encuentro.
A sus 98 años, con su experiencia y sabiduría, todavía tenía ganas de aprender, de cuestionarse, de dejarse sorprender.
Julia era infinitas preguntas, infinita búsqueda, sin límites, de religiones, de culturas... Decía: "Todo me interesa".
Tenía una sensibilidad, un "instinto" especial, extraordinario, que defendía, que no acallaba y que permitía que creciera.
Seducía su libertad que no dejaba que fuera manipulada ni por tiempos, ni por premios, ni siquiera a cambio de simpatía.
Y así, hablando de riqueza en la diversidad, de la palabra exacta, de su amigo Sender, de José Hierro, de la familia, del ramo de flores, del jardín, de su gata Kala, de libros, de poesía, de tanto... Tanto que la maestra que soy provocó el encuentro. Le pregunté si le gustaría hablar con mis alumnos. Por supuesto, ella encantada. Y un día hicimos una videollamada. Los niños vieron a Julia y Julia les habló de ser honestos, de la riqueza de la lectura, del valor de leer de todo, de la curiosidad esencial para el aprendizaje, de la sinceridad, que digan lo que piensan, cómo ven las cosas, decir la verdad, lo que entiende su corazón, que actúen como personas infantiles, pero no nenés, que mentir es proponerte no decir la verdad...
Y ellos le contaron qué habían aprendido mediante cartas de las que reproduzco aquí dos como ejemplo:
Que una maestra es más que una persona que nos enseña matemáticas, lengua, lingua, naturais... Que los libros siempre tienen una enseñanza muy importante. Que Julia se esfuerza mucho para ser tan buena escritora. Que Kala es muy buena compañera para ti.
Que eres una muy buena lectora que lees mucho y tienes libros en tu estantería para leer y cuando no puedes dormir ponerte a leer, eso lo hacía yo antes y me has animado. Me acuerdo de que me levanté una noche y para no despertar a mi familia, me puse a leer. Y desde cuando pueda lo voy a hacer y me ha encantado hablar contigo. Y la invitación al jardín está pendiente.

También Julia ¡cómo no!, aprendió de ellos. Decía es una edad inocente, hay que defenderlos casi más que enseñarles.

Ya para terminar, os leo algunas de las "píldoras" de Julia, que hubiera querido os llegaran en papeles acompañados de una sonrisa. Unas dirigidas a los niños, a todos, otras a mí. La riqueza de Julia era enorme:
Todo me interesa.
Nada de lo humano me es ajeno.
Miraba detrás de las cosas.
Instalada en la curiosidad y en el asombro.
Ganas de aprender, de admirar, de cuestionarse todo.
Sinónimo de sabio: Curioso.
Si no hubiera sido curioso, no sería sabio.
Se castiga la curiosidad, se recomienda no preguntar. Se alaba sobre todo obedecer, aunque la orden sea disparatada.
Privilegiadamente libre, no se ceñía a convencionalismos ni a reglas.
Los humanos tenemos instinto.
Como maestra, da recursos para la vida.
El valor, la voluntad y otras cosas que poseen TODOS los humanos, nos hacen que seamos fieles a nosotros.
Fidelidad hacia uno mismo.
Amor por la palabra acertada, exacta, correcta.
Que digan con sinceridad cómo ven las cosas.
Para cambiar algo social lo que sirve es el valor, la ética y el no dejarse manipular.
No aceptes lo que te den a cambio de un poco de simpatía.
A los niños no se les puede decir nada con frivolidad.
Más que enseñarles, estructuras su mente.
Me siento necesaria en mi trabajo.
Tu jarrón no tiene flores.
Las flores que montaste están preciosas y agradecidas.
Tengo que sembrar árboles.
HAZ FELICES a los demás.
El olvido también puede quemar.
Los que no te soñaron nada saben de ti.
Y la frase con la que me reclamaba y que puede definir nuestros encuentros:
"Estoy revolucionaria y me urge una cara de asombro".

Al finalizar cada curso, les escribo una carta a los niños sobre el tiempo vivido juntos. Este año se la enseñé a Julia y al SÉ FELIZ con que suelo despedirme, ella me pidió que añadiera "Y haz feliz a los demás". Pues así me despido.
Este es mi recuerdo a LA MAESTRA DEL ALMA y una forma de dar las GRACIAS.

PD.: Si queréis un libro para acercaros a lo que podía ser una tarde con Julia, pensando en cambiar el mundo, os aconsejo leer al filósofo Josep María Esquirol: 'La escuela del alma (De la forma de educar a la manera de vivir)'.

Margarita Hernández Aznar, amiga de Julia Uceda.
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