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La industria que nos traen nuestros políticos

Timiraos, Ricardo - jueves, 17 de octubre de 2024
Sin duda, nuestra industria siempre estuvo ligada al campo y al mar, ya sea con las madereras, lácteas y cárnicas, ya con pesca y conserveras, hoy sustituidas por acuicultura. Es decir, con derivadas del sector primario, lo que implica tener los peores sueldos. En estas condiciones la exportación de mano de obra ha sido la confirmación de la inutilidad de unos políticos, que secularmente jamás se preocuparon por el bienestar de sus ciudadanos. Generaciones y generaciones de ellos, de uno y otro signo, que no han sabido o querido evitarlo.

Aquí no quedó otra que resignarse, es decir aguantar todo, en esa acepción tan nefasta que es la madre del inmovilismo. No se puede hacer nada. A mí se me ocurre que cambiar a esa casta política, caduca donde la haya, sin dejar de reconocer que están ahí porque los han votado, es una necesidad perentoria. Estamos inmersos en un subdesarrollo del que sólo se sale con educación y trabajo. Y eso conlleva una nueva mentalidad que ha de velar por una juventud que emigra porque su Tierra resulta hostil para sus aspiraciones vitales. Basta ya de que la mejor industria estén siendo los geriátricos en manos de fondos buitres.

Aquí apenas llega la industria y, cuando llega, viene acompañada de una contaminación tan alta que encuentra rechazo social, pero, por más que sea éste fuerte, siempre se impone el interés del capital que es quien realmente manda. Es decir, que los intereses se imponen al sentir general. Y un trágala.

Y para confirmar estas afirmaciones baste leer un poquito de nuestra Historia reciente: ENDESA, en As Pontes, durante décadas ha ocupado el top de contaminación de España y, mientras obtenía pingües beneficios, nuestros huertos y prados sufrían aquella lluvia ácida que destruía las cosechas y ni siquiera se admitía la queja, ni, por supuesto, indemnización alguna.

En el año 1976, terminando la euforia de las centrales nucleares, FENOSA pretendía construir una en Regodela (Xove) una central nuclear, con fuerte oposición vecinal, que sólo la moratoria del PSOE al llegar al poder (1984) desbarató. Hoy ni que decir tiene que así se ha evitado la posible bomba de relojería de que su instalación podría suponer.

INESPAL era una empresa pública del INI dedicada a la fabricación del aluminio. Instalada en San Cibrao, también llamado San Ciprián, arrancó sus 512 cubas el 3 de junio de 1977. Contar aquí toda su trayectoria requiere mucho espacio, pero baste decir que la SEPI, con su venta a ALCOA, perdió 456 millones de euros (Tribunal de Cuentas). Durante sus años de producción en San Cibrao ALCOA gozó de la energía eléctrica más barata de España, que por cierto pagamos todos en el recibo de la luz, y con fiscalidad reducida. Ni que decir tiene que mientras duró fue el maná de la Mariña; pero eso supuso, desde el punto de vista ambiental, una balsa de lodos enorme y peligrosísima, que muchos quisieron y quieren justificar como el tributo a ese estado de bienestar. Sin olvidar tampoco las huertas y los prados afectados por el "polvillo blanco" que tampoco pagó factura. Si ALCOA, como parece probable, se va, nos comeremos, además de unos a otros -dicho sea figuradamente- también la balsa de lodos con los consabidos "¿e qué vas facer?" Y así no perder el hábito del maltrato ambiental.

Ni que decir tiene que, igual que durante el Franquismo las eléctricas se apoderaron de nuestros ríos, ahora son las ellas las que colonizaron todos los montes mediante los eólícos. No les llegaba con generar la energía necesaria para nuestro autoconsumo, sino que la precisaban para su exportación y sus dividendos, así como para destruir el paisaje y la consiguiente fauna de aves. Incluso con intimidación y precios pactados entre ellos.

Y ahora le toca a ALTRI. Según contaban los flautistas de la política iba a venir para Cervo. Ahora la van a sufrir en Val do Ulloa. El tema de los derivados de madera ya los conocemos en Navia, Pontevedra y ahora en Palas de Rey. Ni que decir tiene que tanto en Navia con en Pontevedra la contaminación que generan, ni como huele a huevos podridos, ni que destruyeron el marisqueo de la Ría, soporte económico de muchas familias; pero lo que peor huele es la jarca de gerifaltes que están detrás de estos emporios económicos, que acostumbran a ser comedores de políticos de la mismas siglas. Y es que en la vida hay personas que buscan sus negocios y quienes buscan el bien común. Y eso distingue a unas de otras.

Argumentan los defensores de estas industrias contaminantes que quienes nos oponemos a sus cambalaches somos unos ignorantes, antigallegos, negacionistas del progreso y cómodos reaccionarios ante cualquier innovación. Nosotros no habituamos a entrar en esas descalificaciones. Catedráticos hay en Santiago con conocimientos y argumentos suficientes que se han manifestado al respecto para descubrir las nefastas consecuencias de este nuevo abuso.

Jamás nos opondremos al desarrollo de Galicia. Ni mucho menos. Muy al contrario, lo queremos, pero estamos hasta allí de que nuestra escasísima industria sea contaminante. Existe otra.

Saber que ALCOA no es Cáritas y que volará cuando su estrategia lo requiera, no debiera extrañar a nadie, ni tampoco que dejará sus residuos como patrimonio de Galicia. Para que después presumamos de Galicia calidade. Perdonen la ironía.

Al final de todo, sólo hay que ver que, cuando se defienden ideas, es preciso no ser parte interesada porque se pierde la objetividad. Y también es muy ilustrativo, por formación económica y política, saber quienes están en los consejos de administración. Quizás ahí esté el meollo de la cuestión. Lo demás son juegos de artificio.
Timiraos, Ricardo
Timiraos, Ricardo


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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