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Volvendo ao rego, volvendo ao camiño (16)

Gómez Vilabella, Xosé M. - viernes, 23 de agosto de 2024
Non é a fonte de Siloé, pero pouco lle falta.
Volvendo ao rego, volvendo ao camiño (16)
¡Ai Fonte do Peregrino, se falases, daquela informaríasnos de cantas caras guapas lavaches, e de canta sede apagaches! Non é difícil adiviñar que foron moitas, entre elas esta roiba belísima, tanto de cara como de corazón, e incluso de apelido: María Dolores Amor, que foi Directora da Obra Social cando a Caixa era nosa, séxase, de Galicia.
 
Sen fontes no camiño non habería Camiño. ¡Que si, Rubén Darío, que estou contigo en que se fan andando, pero andando de fonte a fonte…, para recargar, sexan cabazas ou pelellos, pelellos ou vidros! 
  
Cando pasou por aquí o Santo de Asís, eu non estaba, ¡aínda non, que me faltaban non sei cantas xeracións!, pero si estaban neste lugar, que aínda non se chamaba Vilabade, ¡porque non viñeran os abades!, os entregos da miña tátara Concordia, Concordia Carballedo, así que foron pasando a tradición de xeración en xeración, cousa que tamén fago eu deixando constancia diso neste relatorio. Cando si estiven foi nesta última ocasión, e daquela tirei de máquina, segundo estou demostrando. 
 
San Francisco foi un excelso valedor dos pobres, e María Dolores tamén; doutro xeito, pero, tamén! Vellos e xubilados gozaron coas súas atencións, múltiples, amén do seu sorriso, que sempre o tiña, ¡e o ten, pois, grazas a Deus, vive, e faino pletórica de saúde! Con iso e con todo, aínda me falta vela nos periódicos, ou na tele… ¡Explícase: facer o ben, sementar bondades, non produce ruxido, non produce ondas!
 
¿Cómo podería ser, e chamarse, Verde, o noso Val Verde, o noso Castro, se Deus non nos dotase dun milleiro destas fontes frías, milagreiras? ¿Verdade que non, verdade que non sería exacto, nin exacto nin correcto?

Xosé María Gómez Vilabella
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Camiño de ida e volta

Donga es tu Cova,
Señora,
la más Alta, la más Grande,
esa que me tira del alma,
para dentro y para arriba;
¡al Cielo!
Dondo es el corazón de la mi Santina...,
mi Santina de Covadonga,
tan Dona y tan Señora
que me prometió invitarme al Cielo,
¡a la propia Casa del propio Dios!
Cargado de aventuras, peregrino y macilento,
quise volver a Ti,
sin demora,
¡Santísima Virgen de la Cova!,
para que hagas buena tu promesa;
hoy, mañana,
¡cuando bien te parezca!
Infiel y peregrino soy, tardo y pecador,
que lo reconozco,
y bien lo comprendo,
bien;
desagradecido incluso,
mucho.
¡Todos los 'inclusos' que se quieran,
y alguno más,
que por algo tardé en apandar, en acogerme,
a la Mi Madrina
Celestial,
esta de Covadonga, de Covadonga la Real!
Y menos mal que me guió el río,
y la vereda trillada de los peregrinos,
aquellos de Compostela...;
¡tuyos también!
Y la sinfonía del agua, y los avellanos linderos...
Volvendo ao rego, volvendo ao camiño (16)¡Menos mal que acerté!
Por tu ruta, a diestro y a siniestro, aquí y acullá,
por do quier,
he visto tus vaques en el pasteru...,
que aquí, en las Asturies, todo está en calma,
y todo abunda...,
¡menos el trabajo cierto!
Hacia Ti me condujo la fe,
¿sabes?,
un residuo, la que resta de mi descrédito;
¡como mucho, cuartillo y medio!
¿Onde estás, Madre, que de Coruña vengo,
del romano Finisterre?
A mis añus ya me fatigan los andares erráticos,
y las desorientaciones,
y las contradicciones,
y el futuro, incierto, de los hijos de mis hijos,
pero Tu presencia me conforta
y me alienta,
mientras el Camino, bajo mis pies, vuela!
Menos mal, Señora, que te presiento,
que ya estás cerca,
¡mi Dona de la Cova d´Onga!
Que me estoy acercando lo dice, lo anuncia,
esta música,
precisamente la que procede de tu Cova;
¡angélica y pura!
¿Serán las chirimías de tus pastores,
aquellos de Belén..., recuerdas?
¡No, no es posible, pues el Belén tuyo le tienes,
ahora,
aquí cerquita,
al Occidente, Camino de la Galicia Nueva,
de Luarca, verde y blanca, en su bisbarra,
por más señas,
que por allí pasé...,
ayer!
También oigo tu llamada tierna,
convocante y materna,
¡oh María!,
desde aquí abajo, en el sendero, a ras del suelo;
en los verdes del pasteru,
en la flor del manzano y en el susurro del viento.
¿No serán las burbujas de tu sidrina,
refrescando al Neñu?
Veo tu Cielo, el nuestro,
ya que me prometisteis compartirlo;
mío por Promesa, por Adición, por Redención y por Herencia.
¡Compartido, Madre,
que pongo a Juan por testigo,
de testigo cierto!


Juan 19, 25-27

Lo veo en el fulgor de tu peña...,
¡Santa Peña
que te sirve de escabel!
¡Oh, Señora, qué trono tan magnífico tiés:
deslumbrante y merecido, como tenía que ser;
ástur, por supuesto!
Y con tu Niñín en brazos,
¡que siempre en brazos nos tiés!
¡Ay, si me tuvieres, Madre, que chiquitín fui,
y quisiera seguir siéndolo...!
Lo malo del casu es llevar mi fardo cuesta arriba,
que las penas, es decir, las piedras,
¡lo suyo pesan!
Claro, es que son la misma cosa:
¡dureza!
Mi Señora, mi Dona de la Cova D´ Onga,
cansado y todo, según venía por tu sendero
en la pomarada subí al árbol,
y cogí fruta,
de la mejor, de la que Tú mereces,
¡Madre!,
que de la podre ya cogió Eva…,
más bruja y más viciosa que abuela,
que es lo único que no fue.
Para ti, Madre, y para ese guaje,
que es un engendro, único, del Único Dios Verdadero,
de parte de este hijo pródigo, que el que suscribe lo es...,
en amor mundano, malo;
¡malo y perverso!
Lo sé, ya lo sé, pero te la ofrezco con amor.
¡Con amor filial, del bueno!



Aquí tiés tus manzanes, que les otres,
aquellas,
las picadas, las de la sierpe,
aquellas nos las tragamos, todas y enteras,
en un descuido carnal, imitando a la abuela...,
¡aquella maldita Eva!
Ponlas, Señora, ahí arriba, en tu regazal de blonda,
mientras contemplo,
como siempre que vengo, y que paso, camino de los Lagos,
la hermosura de tu persona,
poco a poco y desde aquí, desde abajo,
despacio...,
para acostumbrarme a tu galanura de Reina,
¡de Reina Celestial!


Primero subiré a la Gruta, y después al Lago,
que quiero ver, desde lo alto, tu Casita de Nazaret;
y de paso,
aprender del Carpintero los hijos a criar.
Me refiero a los hijos de mis hijos, que ya empiezan a aflorar,
y por consiguiente,
¡a pecar!
Subiré, si me tiendes tu mano, pues a las alturas
es difícil de llegar.
A la vuelta del Enol, y del Ercina, y de los Picos de Europa,
de visto el mundo, y de visto el siglo,
Madre,
ya me puedes llamar!
¿Me echará una mano tu José bien amado,
ese putativo elegido para santo?
Es posible, que ya le estoy oyendo, siempre exigente,
siempre,
¡como todos los elegidos!
-¡Tocayo, ven, sube, inicia la escalada,
que tendrás que elevarte de roca en roca, de pena en pena,
pero tú tienes aguante, para eso y para más!
No es que lo merezcas demasiado...,
mas,
por tu nombre de pila sea,
¡amén!
¡Por esos dos, que de nosotros prestados les tienes,
y con empaque les llevas!
Gallego y aventurero, aventurero y gallego,
viejo pariente de la vieja Galilea,
¡sube!
¡Sube, ven, que te invitamos a la casita de Jesús el Bueno,
el Nuestro;
colega tuyo en el oficio de la madera,
carpinteiro versus zoqueiro!
...
Ni por un intre vacilé,
ni lo haré
si otra ocasión se presenta:
-¡Tocayo, -le diré a San José, -ya voy con vosotros,
al Cielo,
sin otra espera,
pero déjame recoger mis herramientas,
aquellas de zoqueiro,
que afilarlas he, presto y bien,
por si vuelven a ser precisas en la próxima invernía;
que las hallen a punto,
aixola, repenico y legres,
todo ello,
pues yo, decidido y alegre,
yo también,
desde Covadonga quiero ir al Cielo,
al vuestro,
que desde aquí, de esta Cova, bien cerquita nos queda,
y máxime a nosotros,
a los vecinos,
estis gallegos, estis curmáns;
séase,
primos hermanos,
coherederos de igual legítima,
de aquel fundo tan compacto y bien fundado,
de la Hispana Gallaecia.
...
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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