La moda canina
El chico del niki rojo - miércoles, 14 de agosto de 2024
El pasado 26 de julio, 'El Confidencial' publicaba un artículo sobre la colocación de carteles en los centros de salud de la provincia de Málaga, prohibiendo acudir con el perro a la consulta médica, ante los incidentes provocados por algunos propietarios de mascotas que pretendían acceder con ellas a esos espacios sanitarios.
Por mi parte, el caso más sorprendente que he contemplado en los últimos días ha sido el intento de una señora, quien, acompañada por su perrito, pretendía entrar en una parroquia durante el horario de culto. El criterio del sacristán me pareció muy acertado, impidiendo el acceso del can y su dueña durante la misa.
El tema de la repentina y creciente moda de pasearse por todas partes con uno o varios perros, a ser posible de la raza más singular y cara, merece, en mi opinión, un estudio sociológico en profundidad. Parece que ya no es suficiente signo de ostentación lucir el último modelo de coche, el reloj de lujo, la joya exclusiva o el smartphone de alta gama, sino que es necesario mostrar al resto de los mortales lo bonita, educada y lustrosa que es tu mascota. Y si da miedo al personal, por ser de una raza potencialmente peligrosa, pues mejor aún.
Puedo entender que una persona sumida en la soledad o necesitada de afecto recurra a la fidelidad de un animal de compañía, pero no acepto que se intente priorizar el supuesto derecho de un perro al de un ser humano, ya sea caminando por la calle, en un transporte público, un restaurante o un alojamiento hotelero.
Algunos consideran a las mascotas como un juguete más o un pasatiempo. Otros dicen que, como criar un hijo es muy caro, pues es mejor tener un perro y tratarlo como si fuese un niño, llevándolo en un carrito o poniéndoles patucos para que no sufran sus pezuñas. Tiempo después, como todo cansa y es duro tener que asumir ciertas responsabilidades con las mascotas, vienen los abandonos y el recurso urgente al refugio canino saturado de animales por falta de adopciones, lo que conduce, sin remisión al posterior sacrificio de éstos.
Lo dicho, con millones de perros registrados y aquellos cientos que vagan sin rumbo, en estado de caquexia, por las calles de ciudades y pueblos del país, insisto en mi sugerencia de la realización de un estudio de la situación y de las causas que pueden estar provocándola.
Yo no soy un especialista de los misterios de la mente, pero quizás la justificación de una parte de este auténtico fenómeno social pueda encontrarse en el vacío que existe en el interior de muchas personas de todas las edades, necesitadas de llenarlo, a toda costa, con multitud de objetos de todo tipo, incluyendo también cualquier tipo de mascota, camine, repte o vuele. Una actitud que la mayoría de las veces tiende a infinito, pues es difícil conseguir estar satisfecho del todo hasta que uno toma conciencia de su propia realidad individual.
Es probable que, si se baja la guardia, y no se adoptan las medidas adecuadas, la exagerada proliferación de perros y gatos, la mayoría de los cuales conviven con las personas en espacios reducidos, pueda provocar un serio problema sanitario a medio plazo a causa de la posible transmisión de determinadas zoonosis.
Además, junto con la exigencia de la documentación en regla y los pertinentes seguros de responsabilidad civil, habría que pensar en la implantación generalizada de un impuesto municipal que cubra la limpieza de las vías públicas, incluidas las esquinas de los edificios, así como el gasto de las bolsitas de libre dispensación para recoger los excrementos y que pagamos también aquellos que no tenemos animales de compañía.

El chico del niki rojo