Ojos grandes
jueves, 15 de agosto de 2024
Cuando voy a Lugo
contemplo en la Catedral al Cristo expuesto
día y noche, todos los días, todos los años, todos los siglos...
Y, ya dentro de la Seo,
también hablo con Santa María La Grande,
La Virgen de la Leche y Nuestra Señora de las Victorias.
La misma que tiene los Ojos Grandes,
con los que parece estar mirando hacia la Nada,
pero que, en realidad, lo ven Todo, especialmente a sus hijos.
Y, ya de paso,
veo también la capilla de San Froilán
donde están su madre Froila, Odoario y el bueno de fray José.
Cuando voy a Lugo
siempre subo a la Muralla
para mirar y admirar las obras de los romanos.
Cuando voy a Lugo
también bajo hasta la Tolda
para gozar viendo como, sin patas, corre el agua del Miño.
Cuando voy a Lugo
siempre miro agradecido el Seminario,
el Instituto Lucus Augusti y el Parque de Rosalía de Castro.
Cuando voy a Lugo, siempre me acuerdo
de aquel eslogan de mediados del siglo XX, que decía:
"...Y PARA COMER, LUGO".
(En respuesta, quizá, a aquellos otros que aseguraban:
"La Coruña, ciudad en la que nadie es forastero".
"Santiago, donde la lluvia es arte").
Silva, Manuel
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