Más allá de todo
El chico del niki rojo - miércoles, 17 de julio de 2024
En ocasiones, nos sacuden el cuerpo y la mente noticias que informan del fallecimiento o recuerdan el aniversario de la desaparición, en circunstancias casi siempre extrañas o trágicas, de personas que la sociedad reconoce como ídolos. Algunos de esos casos me han afectado de manera especial.
Iconos a quienes los demás idolatran porque han destacado en el desempeño extraordinario de ciertas habilidades en el campo de las letras, la pintura, la escultura, la fotografía o la música, por citar solo unos ejemplos.
Me he preguntado muchas veces qué es lo que conduce a esas personas hacia la autodestrucción, de una manera, más o menos progresiva. Muchos dicen que la culpa la tiene el éxito o el fracaso, según el caso. Sin embargo, cada nuevo episodio que conozco me lleva, de manera recurrente, a volver a pensar en la trascendencia. Algo que va más allá de las sensaciones y sentimientos que uno podría experimentar o manifestar en nuestro mundo tangible.
Tal vez la clave se encuentre en la imposibilidad de describir con palabras, trazos pictóricos o notas y acordes musicales, por seguir con los mismos ejemplos, todos los sentimientos que una persona alberga dentro de sí misma y que es incapaz de desplegar y revelar en su totalidad, debido a las limitaciones de la naturaleza humana.
En efecto, sospecho que llega un momento en el que el alcohol, el sexo, los fármacos o las drogas ya no ayudan a superar el inmenso dolor que puede morar en el interior de quien presiente que su alma es cautiva de su cuerpo y necesita trascender, más allá de todo lo conocido en esta existencia, aparentemente tan real. Quizás todos esos ídolos están marcados por la señal indeleble de no pertenecer a este planeta, sino a un universo que ni siquiera figura en los mapas estelares que manejan los astrofísicos.
También me he planteado que todos, ellos y ellas, ya ausentes, no tienen la culpa de habernos dejado solos, sin más poemas o novelas, sin su voz, su música o sus cuadros, fotografías y esculturas. Es a los demás a quienes corresponde la "responsabilidad", así entre comillas, de haberles convertido en lo que aquellos llegaron a creerse que eran: unos espejos ideales.
Para muchos seres humanos resulta difícil mirarse en el suyo propio cada mañana y decirse y reconocer que lo que realmente sucede es que cada uno es como es, justo lo que es. Lo sabemos bien. Es inútil engañarse. Nuestro espejo no es idéntico al de los demás, pero ¿qué ven los demás en mi espejo cuando mi imagen se refleja en él?
Sospecho que me quitan y me ponen capas de todo tipo, me hacen mejor o peor de lo que yo sé que soy. Hay un verdadero márketing que habla de nosotros, lo que nos vende ante la sociedad. Pero yo no deseo estar en venta, aunque se afirme que todos tenemos un precio. Respecto de aquellos que se ponen el cartel con una cifra, los respeto, porque soy consciente de que hay que comer todos los días y la vida es dura.
Hasta ahora, por fortuna, conozco mis limitaciones. Estoy seguro de que nunca llegaré a ser un ídolo para nadie y eso me tranquiliza. De cara al público en general, cuando escribo lo único que me inquieta es intentar expresarme de la mejor manera posible para hacer llegar mis humildes comentarios a quien pueda interesarse por ellos y recibirlos de buena gana.
Por el momento, aún no he sentido esa necesidad de trascender más allá de todo y espero que eso sea así durante mucho tiempo, porque me considero un ser bastante normal. Sólo soy uno más del montón que deseo formar con el resto de la gente. Como decía Sri Nisargadatta Maharaj, simplemente, YO SOY. Y me conformo con eso, porque cualquier sustantivo o adjetivo que añada estoy seguro de que me empequeñecerá.

El chico del niki rojo