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El populismo que nos viene

martes, 11 de junio de 2024
Al igual que en las elecciones autonómicas hablábamos de la sorpresa de la entrada en el Parlamento de Galicia de Democracia Orensana, hoy tenemos que hablar de "Se acabó la fiesta", que no es una versión de la canción de Paloma San Basilio sino una agrupación política de la que jamás había escuchado hablar y que ha logrado nada menos que tres eurodiputados.

El partido no tiene programa electoral ni trayectoria conocida, y está creado en torno a un líder, un tal Luis Pérez (alias Alvise) que no acabó la carrera de Ciencias Políticas pero hizo carrera en UPyD y después en Ciudadanos. Tras no entrar en Vox a pesar de haberse acercado, montó su propia plataforma digital y ahí lo tienen, con tres eurodiputados.

Esto es lo que se nos viene encima. Echaremos de menos el bipartidismo porque lo que nos toca ahora es un fraccionamiento inconcebible de las siglas, y veremos a partidos que salieron de la nada y montaron sus chiringuitos usando argumentos como acabar con la vieja política o renovar el sistema clamando contra este señor, que usa exactamente las mismas frases y soflamas. El populismo se ha basado siempre en un diagnóstico más o menos acertado de los problemas aunque donde entraña peligro es en las soluciones o recetas que proclama.

Lo más sorprendente del fenómeno "Se acabó la fiesta" es que gente como yo, que está más o menos atenta a la política (aunque reconozco estar contagiado de ese hartazgo que todo el mundo tiene salvo para lo que a Lugo se refiere, que eso no me cansa) no hubiera oído hablar de esa agrupación hasta esta mañana. Ni puñetera idea, oigan.

Pues se ve que el mozo difunde su mensaje a través de redes sociales y un grupo de Telegram, herramientas que escapan a todo control incluso de veracidad de sus contenidos. Cualquier chalado (no hablo de este hombre, que no sé ni de qué habla, es una referencia genérica) puede tener cientos de miles de seguidores y decir las mayores barbaridades sin que haya consecuencia alguna porque su público no pide rigor, sino espectáculo.

Ahí está la clave de todo. "No es un misterio en si es política o historia, lo que tienes que saber es que todo es espectáculo". Es parte de la letra de Springtime for Hitler, el número culminante de la obra de Mel Brooks "los Productores", en que una parodia de Hitler nos revela lo que era un chiste en los 80 y hoy es una triste realidad: da igual lo que se diga, lo que importa es que la gente se entretenga porque no es consciente de las consecuencias de lo que elige.

Hay que reconocer que esto no es exclusivo de estos tiempos. Este país llevó a Ruíz Mateos a la Eurocámara para protegerlo de la "persecución" del Gobierno, y mandamos al Chiqui Chiqui a Eurovisión como una especie de gamberrada colectiva, pero quizá se nos está yendo la mano con todo esto y puede que sea hora de intentar volver a meter el genio en su botella, aunque históricamente esto se ha demostrado harto complicado.

Si creían que sólo los de izquierdas caían en el populismo con Podemos y Sumar y no les había llegado con Vox para ver que la derecha hace aguas de la misma manera, no se preocupen que poco a poco irán viendo que esto sólo acaba de empezar por todos lados. Los partidos mayoritarios tampoco ayudan, con sus "cambios de opinión" y la sensación de que todo vale para obtener el poder, ya sea aprobando una amnistía que antes decían que era imposible o pactando con un populista local para mantener una diputación en Orense. Un pacto de Estado para revertir todo este desastre sería lo propio, pero claro, eso es ciencia ficción.

No soy optimista. El futuro pinta negro porque descansará cada vez más en las manos, y los votos, de generaciones cuya máxima aspiración es ser tiktoker o youtuber, que es lo mismo que cuando en nuestra época se quería ser astronauta o futbolista pero sudando menos. Estamos empezando a vislumbrar lo que las progresivas reformas educativas, basadas en el "tú tranquilo que mientras seas feliz los conocimientos son lo de menos" nos van a traer, y no parece que sea lo mejor del mundo.

Montesquieu nos pille confesados.
Latorre Real, Luís
Latorre Real, Luís


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