Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

¿Y si nos vamos de banquete?

Alén, Pilar - viernes, 31 de mayo de 2024
Visto lo antevisto y lo requetevisto, lo enrevesado y lo crispado, lo confrontado y deshumanizado que anda todo, más vale buscar recreo que aporte serenidad y estabilidad emocional, a fin de retomar y caminar haciala senda del equilibrio y la cordura.

Cada uno tiene sus cauces,pero si así no fuera, propongo uno que, sin ánimo de adoctrinar -que ya bastante nos aleccionan y coaccionan- viene al caso por las fechas enque estamos y pienso que ayuda o, al menos, no decepciona.

¡Vámonos de banquete con Mozart! Será un breve rato, aunque suficiente para desconectar y recargar pilas.

Es momento de bautizos, comuniones, confirmaciones y bodas, aunque mucho ¿Y si nos vamos de banquete?movimiento no haya. Da igual. Sin moverse del sofá o, si los tiempos mejorancojamos una de sus obras queno por conocida deja de fascinar. A su Ave verum, K. 618, me refiero ¿Que es un clásico? Pues sí. Hay otras Avescomo las [Aves] Enjauladas de Rozalén, o la movida [Ave] María de Bisbal, pero ¿qué quieren que les diga? Nada que ver.

Cuando Mozart, a seis meses de su temprana muerte, compuso en un santiamén este motete, ya era, en cuanto al texto se refiere, un clásico musicado tantoa una sola voz como en polifonía, cual es el caso del de Josquin des Prez.

Mozart creó, innovó, abrió caminos e incluso se divirtió componiendo todo tipo de repertorio. Sólo hubo un género en el que se movió con cautela: la música sacra. Al margen de las Misas realizadas en su juventud o en Salzburgo, no volvió a retomar el género hasta dos décadas más tarde. Se podría decir que no le venía de dentro componer piezas en latín, ni motetes u otras obras pseudoliturgicas, salvo para contadas ocasiones, como fueron su Exultate, jubílate, la Misa de la Coronación y la Gran Misa en do menor. Magníficas obras, allí donde las haya.

Su Ave verum, una joya en miniatura, está omnipresente en el menú de cualquier agrupación musical que se precie para dar pedigrí a esas ceremonias, lidiando con blues, góspel y bandas de cine. Y bien está, pero mejor sería conocer sus entrañas para comprender su verdadero alcance.

La letra, a la vista está, en latín, no es un texto bíblico, sino un poema (o poemita religioso-sacramental) medieval, atribuido a varios papas sin que, a día de hoy, conozcamos su verdadero origen, entre otras cosas porque sufrió variaciones en sus versos. El tema central no es Cristo ni su Pasión -aunque aluda a ella- sino la Eucaristía, por lo que se cantó desde antiguo en las fiestas del Corpus Christi, con o sin procesión, tanto por católicos como por protestantes.

El de Mozart tiene un halo especial del que él mismo quizás ni se dio cuenta. Lo realizó en un momento de extremo apuro, extenuado y apremiado por su precaria salud y su baldío bolsillo, tras saber que había ya alcanzado un empleo estable: ser Kapelmaister de S. Esteban de Viena, pudiendo escribir solo lo que a mí me gusta, sin estar a expensas de encargos, ni de éxitos ni fracasos de estrenos, o mecenas que marcasen su hoja de ruta.

Se lo dedicó a su amigo Anton Stoll, director de coros de Baden, balneario en el que reposaba su esposa, acompañada de su único hijo vivo y en espera de su último vástago. Se estrenó en junio de 1791 en la fiesta de Corpus Christi.

Constituye un remanso de paz entre su fascinante ópera La Flauta Mágica y su inquietante Requiem, compuestos al mismo tiempo. Quizás, viendo llegada su hora, él mismo buscó este íntimo espacio, indicando en la partitura que comenzase sotto voce, muy acorde con el recogimiento ante la sagrada forma.

Su impecable simbiosis entre texto y melodía, su sencillez armónica, no exenta de giros de difícil interpretación, son sus rasgos más significativos. Algunos de ellos siguen las normas de la corte vienesa, propulsora entonces de austeridad y contención en el arte. Otros probablemente se deban a las limitaciones del coro de Baden. Pero hay un sello personal que solo le incumbe a su genio.

Pensado para cuatro voces, coro, cuerdas y órgano, es tan singular que de él se ha dicho: "demasiado simple para los niños, pero demasiado difícil para los adultos" (A. Schnabel).

Sería prolijo detenernos en cada detalle del texto. Tampoco es necesario. La música ¿Y si nos vamos de banquete?suple con creces lo que no llega a expresar la letra. Acaba en el cuarto verso, el que alude a la muerte, deteniéndose en el "o" de "mortis" la vocal más larga de toda la obra y la única sílaba de la palabra "muerte" en alemán, "Todt" Gounod, Fauré, Liszt y Elgar crearon sus propios Ave verum, ningunoequiparableal de Mozart. Así pues, ya no hay excusa para gozar de cada nota. Apenas cuatro minutos dura. Malo será que alguien se aburra. Y, al acabar, a recontar los invitados al banquete o procesión. Esa sí que es ardua tarea.

Ave verum corpus,
natum de Maria virgine,
vere passum,
immolatum in cruce
pro homine,
cuius latus perforatum
fluxit aqua et sanguine,
esto nobis praegustatum
in mortis examine.

Salve verdadero cuerpo,
nacido de María virgen,
que de verdad has sufrido,
[te has] inmolado en la cruz
por el hombre, [y]
de cuyo costado perforado
fluyó agua y sangre:
que seas pregustado por nosotros
en la prueba de la muerte.

Pilar Alén, Profesora de la USC.
Alén, Pilar
Alén, Pilar


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICIDAD
HOMENAXES EGERIA
PUBLICACIONES