Eran otros tiempos

No había ningún tipo de control horario; no se gratificaban las horas extraordinarias; se negociaban escasos convenios colectivos y los que había se incumplían sistemáticamente. La formalización de los contratos de trabajo eran escasos; las altas a la seguridad social se cursaban cuando existía algún riesgo de accidente o enfermedad, ya que había unos días de margen para asegurar a cualquier trabajador, no era como actualmente en que cualquier empleado ya tiene que estar dado de alta el mismo día en que presta servicios profesionales, en cualquier empresa. Sin duda eran otros tiempos, en los que sobraba trabajo pero éste se prestaba en situaciones muy precarias, abusivas e inhumanas.

En esos tiempos, no hace muchas décadas, los empresarios eran los "reyes del mambo", imponían sus normas con total arbitrariedad. La seguridad y la prevención en el trabajo era algo impensable y que las empresas no apostaban ni gastaban ni un duro. Percibían ayudas públicas, subvenciones y préstamos sin mucho problema y con escasa justificación documental. Eran una especie de casta privilegiada, a la que todos rendían pleitesía.

Por su parte, los trabajadores no tenían vida personal, social ni familiar. Trabajaban más de catorce horas diarias, con apenas tiempos de descanso, de lunes a lunes, los sábados y domingos eran días normales si la empresa necesitaba personal para atender los pedidos o a los clientes. No había límite para el poder empresarial, lo importante es que la gente trabajase, a cualquier precio y de cualquier manera. Eran otros tiempos.