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José Luis González-Ruano, el escritor (6)

miércoles, 13 de marzo de 2024
"El camino de Santiago en Gran Canaria"

"La peregrinación fertilizó de la semilla de un naufragio y se hizo leyenda. Cuentan que esta imagen de Santiago viajaba a bordo con unos marinos gallegos que navegaban al sur de la isla cuando fueron sorprendidos por una tormenta. Temerosos de perecer en el océano, imploraron humildemente la misericordia de Dios y la intercesión del Apóstol y prometieron construir una ermita en la primera tierra que José Luis González-Ruano, el escritor (6)vieran sus ojos si lograban salvarse. Así ocurrió. Vislumbrando las cumbres de Tirajana, los náufragos desembarcaron en Arguineguín para ascender por el barranco cargando con la imagen del santo hasta el pinar."
"Tunte, la semilla de un naufragio", página 9
La publicación: "El camino de Santiago en Gran Canaria. Un viaje a la isla interior" es para mí, una obra especial. La razón no es otra que su origen: un libro ideado juntos, caminado juntos, corregido juntos. Si se presenta la publicación tal cual la observamos es por la sencilla razón de que la narrativa de José Luis se vuelve poesía en esta obra, una obra no necesitada de apéndice alguno y era mi aportación un cuaderno de campo educativo pues es el Camino un escenario inigualable para tratar materias curriculares de cualquier índole, abordar el mundo sensorial, profundizar en valores, potenciar la autoestima y el desarrollo de la convivencia, en suma, un aula al aire libre adecuada a todos los niveles educativos, lógicamente previo estudio y adaptación a cada grupo de alumnado. Primó la oportunidad y el momento, la separata educativa podía esperar. Era el 2010 año santo compostelano y la publicación de José Luis se convertía en el primer libro que trataba monográficamente el hito y la peregrinación a los templos jacobeos en la isla de Gran Canaria. Carecía de sentido alguno posponer su edición. El objetivo esencial era sacar a la calle una publicación cómoda, amena y motivadora, capaz de caber en el bolsillo de un pantalón de montaña o una mochila y tal y como tenía perfilada la obra su autor, tal objetivo estaba logrado. Se publicaría el libro guía del Camino y la separata para su uso didáctico quedaría para más adelante. ¡Quién me iba a decir que siete años más tarde, en vez de Cuaderno didáctico, editaría una novela de seiscientas páginas bajo el título: "Ventayga, el enigma del nemeth", con telón de fondo el naufragio de los gallegos y la ermita de Santiago el del Pinar"! El refranero popular nos presenta muchas e indiscutibles certezas, acaso esta sea una de ellas: El hombre propone y Dios dispone. Dejémoslo al menos como una curiosa reflexión.
"Erguidos taginastes y verodes resaltan cercanos contra la fractura de las rocas mientras ladereo siguiendo huellas invisibles dejadas por hombres y mujeres desconocidos venidos de todos los horizontes al reclamo de este paso ancestral en la gran piedra volcánica. La vista despide momentáneamente los caseríos de San Bartolomé para enredarse en un zigzageo no muy empinado hasta alcanzar un trecho de senda sin piedras que llanea junto al paredón sur para salvar la vertiente. En los andenes de la base del risco siento que gravita sobre mí un diseño telúrico de grietas, costuras y salientes de lava y me veo integrado ya, como un mineral animado, en la roca madre donde retumba el estruendo del silencio. Sigo caminando y rememoro en la escabrosa angostura los intrépidos descuelgues de los pastores aborígenes siguiendo a sus cabras hasta abrir la vereda."
"Camino de la Plata, el pie sobre la piedra", página 28.
Esta obra está escrita siguiendo una senda. José Luis nos relata el periplo que une los dos templos jacobeos en la isla de Gran Canaria y lo hace partiendo de la iglesia parroquial de Tunte y culminando en el templo matriz y arciprestal de Santiago de los Caballeros de Gáldar.
"Advierte aquí el graznido de algún cuervo y enseguida este peregrino, que ha pisado ya el camino del norte hacia Compostela, en el antiguo reino de Galicia, rescata leyendas celtas y las vuelve insulares. La reina de los fantasmas, Morrighan, metamorfoseada en una bella hembra de córvido anima a la batalla. ¿Es otra señal? Su súbita aparición, su forma oscura, su vuelo regular a contraviento proclama un conjuro salvaje. Los que antaño erraban de largo por estas alturas, árbol adentro, se hacían cruces a la vista de su negra figura. Y seguían caminado, quizá para no oír el diálogo de las ánimas. Lo cierto es que los cuervos, otrora numerosos, se extinguen en Gran Canaria."
El camino recorrido por el autor es un camino dinámico, vivo, abierto a la lectura de todos y cada uno de los estímulos sensoriales que la ruta oferta. El pinar y sus sonidos, las aves, los insectos, las plantas, las rocas, los arcos naturales, el agua y los continuos vestigios que de su tránsito o explotación ha dejado el ser humano. Por eso la reflexión y alerta sobre una especie faunística en peligro, aunque esa especie sea un ave de nefastos augurios o de negros presagios, siempre vinculados a las creencias populares.
"Pienso en todos los viajeros del mundo que llegan a Santiago de Tunte cargados con una ligera mochila para desenredar el hilo de plata que, pasando por esta encrucijada donde me encuentro, los conduce hasta el templo de Santiago de los Caballeros de Gáldar. Es éste el camino insular, el único que parte y arriba protegido por la cruz del santo patrón, un itinerario predeterminado por antiguos tránsitos que surgen a cada recodo para confundirse con el ruido de los pasos propios, como si uno mismo fuera temporalmente una isla a la deriva. Los viajeros aquí se atreven con una peregrinación larvaria, distinta, donde ábsides, bóvedas y arcos románicos son sustituidos por una sucesión de impresionantes monumentos naturales, capiteles vegetales y roques venerados por los aborígenes canarios, que los inician fascinados en un universo volcánico desconocido."
Capítulo: "Cruz de Tejeda, la brújula en la bruma", página 52.
El autor incorpora en este libro certezas incuestionables. Su irreprochable canariedad le llevó a investigar y corroborar la existencia de caminos aborígenes que unían poblados del sur con territorios del norte y era éste un camino de trashumancia aborigen en busca de pastos frescos en verano. Una ruta pues, la jacobea, trazada sobre antiguas sendas isleñas. Incuestionable es también el relato sobre los valores y fortalezas de nuestro camino insular. El contrapunto al arte románico se encuentra en las extraordinarias bellezas naturales del Camino: roques sagrados, paisajes volcánicos que hicieron exclamar a Unamuno: "Tempestad petrificada", bosques de pinos canarios y relictuales bosques de lauráceas, son ensalzados por José Luis pues sabe de la fascinación que provoca en los peregrinos de Santiago.
"Antes de partir, me acerco hasta los dos enormes pinos que dan nombre a la caldera. Me quedo mudo ante ellos, asidos a la ladera volcánica. Los abrazo a los dos, uno a uno, porque quiero palpar su vigor centenario. Calculo así también que el perímetro de sus troncos puede superar los cinco metros. Aprecio su linaje, el tiempo en la lava, su testimonio anterior al desembarco de los conquistadores españoles, el refugio de su sombra, la esplendorosa belleza que resiste. Me vienen a la memoria los sarcófagos de los aborígenes sacados a talla de los troncos de los grandes pinos. Quizá buscaban el espíritu de eternidad que proyectan. Quizá una nave insumergible para un viaje lejano. Entonces lo descubro: el destino de los árboles da la medida de los hombres."/i>
Capítulo: "Caldera de los pinos de Gáldar, el paisaje encendido", página 64.
¡Soberbio! Ahí es nada, un aserto inapelable entroncando con la verdadera esencia del ser humano. Un principio filosófico capaz de explicar en una frase la relación del mismo con el medio natural planetario que lo sustenta.
Y el tiempo como referente esencial para entender nuestro discurso sobre el planeta. Seres vivos centenarios, siglos que les permitieron ser testigos del discurrir de varias de generaciones de seres humanos. Y José Luis, una vez más, abrazándolos e implorando respeto hacia estos pinos seculares que, amenazados por la acción humana, desaparecen inexorablemente.
"Fue la semilla de un naufragio la que trazó el rumbo en el Atlántico, desde Galicia hasta Gran Canaria, extendiendo el camino de las estrellas en el corazón de la lava hasta hacerlo coincidir con antiguas rutas nativas. En algún lugar dentro de mí está ahora ese camino. Es un sendero hacia el pasado y hacia el futuro colocado en el mapa para que podamos mantener los ojos abiertos por encima de la línea del agua, par ayudarnos a entender la belleza ordinaria en el mito vital de la roca en el océano. Quizá sólo estoy al principio de un viaje, proa a una nostalgia azul. La isla se mueve. La balsa de piedra. ¿Quién navega en su interior?".
Capítulo: "Templo de Gáldar, proa de una nostalgia azul", página 93.
Estoy convencido de que nuestro entrañable escritor se encuentra ahí, en ese camino interior por él vislumbrado, con los ojos abiertos por encima de la línea del agua, en el principio de un viaje eterno, su particular Camino de Santiago. Permítanme, estimados lectores, que sea yo el que sienta esa nostalgia azul de la que habla, nostalgia de más encuentros y más viajes, de sus sonrisas y sus palabras.

José Manuel Espiño Meilán, lector agradecido de su obra, amante y defensor de la vida y del camino, ecologista y docente, buen amigo.
Espiño Meilán, José Manuel
Espiño Meilán, José Manuel


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