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La huella lucense en el Río de la Plata

Catoira, Gonzalo - martes, 13 de febrero de 2024
Nieto de gallegos de Sarria, Manuel es empleado en una fábrica y vive en Rafael Calzada. Se levanta todos los días al amanecer y camina hasta la estación para tomar el tren del Ferrocarril Roca rumbo a su trabajo en Lomas de Zamora. Conoce a todos los vecinos: su familia residió siempre en la misma zona del sur del Gran Buenos Aires. Llega con lo justo a fin de mes y aunque heredó el terreno del abuelo cerca de las vías, lleva años ahorrando para poder terminar la casa, en este rincón del conurbano que fue su destino y el de cientos de lucenses recién llegados a Argentina.

La localidad lleva el nombre de Rafael Calzada por el ilustre médico asturiano, pero podría haberse llamado Miranda Luaces: La huella lucense en el Río de la Plata ambos eran socios y dueños originales de los extensos terrenos de "Fondos de Quilmes". José Miranda Luaces, natural de Mondoñedo, emigró muy joven al país y abrió un exitoso comercio de artículos importados en pleno centro porteño. Tuvo una próspera trayectoria: adinerado y reconocido por la comunidad, llegó a dirigir la Sociedad Española de Socorros Mutuos y luego fue gerente del Banco Galicia, cuyo director era el también mindoniense García Olano.

Desde ese puesto se encargó de organizar el primer loteo de los "Fondos de Quilmes", ofreciendo fracciones de tierra a un costo muy accesible para los recién llegados en esa época: parcelas y mil ladrillos por mes a cambio de 4 pesos moneda nacional, financiados por el mismo con el respaldo de los fondos del Banco Galicia. Antes de quedar en la quiebra por una fallida inversión en busca de oro en Corcoesto, fue fundador del pueblo y presidente de la primera sociedad de fomento, desde donde aportó el dinero necesario para la instalación de alumbrado, el pago al personal de limpieza de las calles y la plantación de árboles.

La siguiente parada del tren es en Temperley: allí se ubica "Villa Galicia", donde todavía viven los padres de Manuel. Antes de la creación del barrio, en ese lugar estaba instalado el lujoso Jockey Club de Lomas y a su alrededor comenzaron a instalarse gallegos y genoveses que trabajaban en el club: entrenadores y cuidadores de caballos, mozos y personal de seguridad. Al mismo tiempo, también se asentaban vendedores ambulantes, damas de compañía, carteristas de ocasión y todo tipo de desocupados pugnando por un cupo laboral. Pero por orden municipal, el hipódromo cerró sus puertas en 1909 y sus tierras empezaron a utilizarse para la construcción de precarias viviendas.

Aunque no tiene una fecha de fundación exacta, se toma como referencia el año 1911, cuando empezó a regularse la distribución de los terrenos y se firmaron las primeras escrituras. El nombre del barrio surgió por las habituales disputas entre españoles e italianos que habitaban el lugar; según el recuerdo de los primeros pobladores, los reclamos y quejas quedaban asentados en lo que todavía sigue siendo la comisaría N°8. Pero después de cada pelea entre "tanos" y "gaitas", las denuncias debían completarse con una ubicación de referencia, que no existía. La intervención del comisario fue decisiva:

- ¿Y ustedes de dónde son?

- Del fondo, cerca de las quintas.

- Aaah, ¿dónde están todos los gallegos?

- Si, pero también hay algunos italianos.

- No importa, a partir de ahora se llama Villa Galicia.

Cinco minutos más, llegamos a la estación de Lomas de Zamora y Manuel baja del tren rumbo a su lugar de trabajo. Sin embargo no es la última parada, sino todo lo contrario: aquí comenzó a gestarse el asentamiento de lucenses en la zona, de la mano de Abelardo Baanante, apodado "El Ángel de Monforte". Nacido en 1856 en la Rúa Calexa que actualmente lleva su nombre, finalizó sus estudios en farmacéutica y llegó a Buenos Aires donde fue empleado para preparar medicamentos en un establecimiento del barrio de San Telmo. Poco tiempo después se trasladó a Lomas de Zamora para inaugurar su propia botica, que gracias al prestigio de la farmacia lo posiciona muy bien económicamente.

Con gran influencia social, se compromete en la acción humanitaria para los inmigrantes gallegos, en particular hacia los monfortinos. Ayudó con esmero a sus paisanos más necesitados, llegando a anexar a la farmacia un espacio especialmente adaptado para alojar, vestir y darle alimento a aquellos que llegaban con pocos recursos. También brindaba atención médica y remedios de manera gratuita, convirtiéndose en el líder protector de una multitud de desamparados. Además fue promotor de puestos de trabajo en los más variados rubros y se encargó de gestionar personalmente la posibilidad de que los inmigrantes pudieran acceder a sus propias parcelas de tierra en toda la zona sur.

Estos mismos espacios, en el que actualmente siguen viviendo sus descendientes, tuvieron su origen en el esfuerzo de gallegos altruistas que conscientes de las carencias que arrastraban sus compatriotas, los apoyaron con honestidad. De esta manera, la solidaridad lucense ha dejado una huella imborrable en las localidades de Lomas de Zamora, Rafael Calzada y Villa Galicia, donde Manuel, luego del trabajo y visitar todos los días a sus padres, vuelve al terreno que heredó del abuelo.
Catoira, Gonzalo
Catoira, Gonzalo


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