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Salud mental

jueves, 08 de febrero de 2024
La sociedad española cada vez está más preocupada por la salud mental de muchos de sus integrantes. Y los jóvenes son uno de los focos de los expertos. Parece que cada vez más, sufren acosos por parte de sus compañeros, que utilizan para divertirse las redes sociales, droga de consumo habitual muy extendida. Además, vaya a saber por qué, con esa manía de sobreprotección que practican los padres y las instituciones, clamando por un psicólogo ante la simple caída del patinete (no sea que el golpe contra el suelo provoque un trauma mental que imposibilite el desarrollo armónico del individuo en una sociedad compleja y exigente), los adolescentes resultan cada vez más frágiles.

Cualquier caída de la wifi les provoca un estado de ansiedad que obliga a recurrir a un psicólogo. Si fallece alguien, idem. Si no aprueban un examen, si le dan calabazas o tienen cualquier pérdida, la Seguridad Social debería dotarlo de un psicólogo a tiempo completo para acompañarlo en su terrible tránsito por la vida. Y otro más a sus padres, para que los ayuden a interpretar y asimilar las horrendas calamidades que sufren sus vástagos, pobrecitos.

Pero no es el único sector con el tablero mental al borde del cortocircuito. La soledad amenaza a cada vez más mayores, que no han podido o querido tener hijos. A ellos se les aconsejó siempre tener una mascota, generalmente un perro, para poderlo acariciar, hablarle, sacarlo a la acera para hacer sus necesidades y así propiciar que alguno de sus vecinos pueda tener un golpe de suerte al pisar mierda.

Pero hace tiempo que estoy viendo a mujeres, y a veces no tan mayores, llevar un cochecito de bebé donde asoma la cabeza de un chucho, con cara de mala leche, con escarpines, moño y abrigo. Y cuanto más chico el can, más cara de amargado y rencoroso tiene. No sé si me recuerdan a Abascal o a Pablo Iglesias. Yo intento comprender. Salud mentalSeguramente Dios no les dio hijos para pasear en carrito, porque en ese caso estarían hartas del vehículo. Y como no tienen nietos, sacan al chuchito curioso y renegado, para darse el gusto que las paren por la calle y le pregunten por la raza y elogien lo mono que es.

La vida es muy compleja y entiendo que cada uno llega a viejo como puede, por eso es muy comprensible la actitud de las ancianas. Están en una edad que no se pueden modificar hábitos o situaciones.

Pero cuando veo a una chica joven llevando un pedazo de perro en una mochipanda, a una pareja de chicas guapas cogidas de la mano paseando con orgullo un perro de firma, a todo un presidente argentino declarando que tiene cuatro hijos de cuatro patitas, a una millonaria dejar su considerable fortuna a sus gatos, a una monísima youtuber anunciar que los seres que más ama en la vida son sus gatos, me agarro la cabeza con cuatro manos (le pido ayuda a mi esposa, por las dudas).

Querer a los animales está muy bien. Disfrutar de su compañía, perfecto. Tener un ser vivo para gozar cuidarlo, estupendo. Pero dar el salto mental para igualarlo con un niño, bueno, ahí más que un psicólogo hace falta el mismísimo Freud instalado en el dormitorio de huéspedes. ¿Será el exceso de bienestar, el aburrimiento, una epidemia de gilipollez virósica altamente contagiosa, qué corno le está pasando al mundo?

Recuerdo que en un viaje en ferry de Estocolmo a Helsinki, en 1979, me asombró ver a los niños depositados en una guardería, a gran parte del pasaje dormir en el suelo abrazados a perros enormes, y otros sentar en una butaca sobre sus chaquetas a perritos con pinta de histéricos. En un viaje posterior en autocaravana en el 95, en que recorrí toda Escandinavia, vi menos perros y muchas parejas con niños adoptados. Una rubia y un rubio con un negrito, la conclusión era obvia. Como los nórdicos siempre van por delante, tal vez pronto empecemos a ver a españoles haciendo cola en las puerta de los centros de menores para adoptar a un mena.

Y aquí quiero hacer un inciso en forma de advertencia a todos los abuelitos. Por favor, pasen revista a los nietos todos los días, no sea cosa que se pierda uno en alguna playa y la Guardia Civil se lo lleve a un centro tutelado como un menor no acompañado.

Y volviendo a la soledad, ¿se puede imaginar el lector un anuncio del Ministerio de Seguridad Social y Migraciones en que se ve durante varios segundos a una persona sola en el medio de un campo arado? Y de pronto surge una pequeña silueta indefinida que corre desde el fondo y se arroja a sus brazos, mientra la voz de la Reina Leticia dice en off: "¿Se siente solo y quiere a alguien para hablarle, acariciar, bañar, llevar a la peluquería y comprarle ropitas? ¿Alquien que pueda sacar a pasear en un carrito para presumir ante sus vecinos, y que al verlo crecer lo llene de satisfacción? Adopte una niña huérfana palestina.

Andrés Montesanto. En tratamiento por demencia senil.
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


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