Una noche mágica

Una noche mágica, para los niños. Todos habíamos plasmado, en una hoja en blanco, parte de nuestros deseos e ilusiones. Esperamos que se cumplan y que los tres magos de oriente lleguen cargados de buenas noticias a pesar de que, en sus lejanas tierras, estén siendo masacrados por auténticos genocidas que no respetan la vida de los demás.

Cuando niños, deseábamos encontrarnos con los tres magos en esas noches oscuras, frías y lluviosas. Poco alumbrado público y escasa luz en los hogares, cuando no teníamos las velas encendidas o las linternas mirando al techo. Nunca pudimos verlos, pero no se olvidaban en agasajarnos con una parte de nuestras peticiones. Era muy ilusionante para todos nosotros; tendríamos unos juguetes nuevos, con los que presumir ante los compañeros.

Ese día, comenzaba muy temprano con la ruta de visitas a las casas de los familiares más directos, abuelos y tíos principalmente, para comprobar si no se habían olvidado de nosotros. Más tarde, en la misa de doce, también podíamos tener la suerte de recibir algún obsequio, como premio de nuestra puntualidad y asistencia a la catequesis.

Eran otros tiempos, eran otras vidas, eran otras costumbres y tradiciones. A pesar de todo, la ilusión no se ha llegado a perder.