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Carta a Jesús Germán Iglesias Martín

jueves, 28 de diciembre de 2023
Querido Germán:

Acabo de enterarme pola prensa do drama familiar polo que estás pasando. Que estás loitando contra algo pouco coñecido e que recibes axuda da asociación Afal Ferrolterra. O Alzeimer é unha enfermidade que moitos sufriremos, se non marchamos antes. É un proceso que difumina pouco a pouco a nosa vida. Que vai diluindo os nosos recordos no tempo ata chegar a non saber quen fomos. Antes de que eso ocorra quero lembrar o que a miña mente rescatou lendo a túa entrevista. Volvín anos atrás ó Buque Escola Galatea. Á Escola de Maniobra da Armada. Cada vez que entrabas de oficial de garda aumentaba o cadro de arrestados. Castigabas a todo aquel que non encaixara nos teus esquemas. Non che importaba o máis mínimo a situación persoal que poideran ter. Nin si tiñan problemas de alcoholismo. Nin problemas familiares, ou de efermidades graves como a que acaba de chamar á túa porta. Con anteolleiras e o Código Militar baixo o brazo facías tremer a toda Estación Naval da Graña. O alcume de "O Látigo" non o conseguiches de balde. E, se algún se atravesaba no teu camiño, non tiñas remordimentos en afundilo tanto persoal como profesionalmente. Y puedo dar fe de ello.

Años más tarde, cuando volvimos a coincidir en el OAP de Ferrol, utilizaste los informes personales como herramienta de castigo. Me entregaste una "Comunicación de Calificaciones Deficientes y Negativas" (el nombre ya lo dice todo) fruto de la observación en un periodo IPEC en el que yo estaba de baja médica. Ante mis alegaciones enviadas a Madrid, el Capitán de Navío Jefe de la SEPEC anuló estos informes y te declaró incompetente para elaborarlos.

Intentabas recortar derechos que me correspondían cada vez que yo tenía que viajar a Madrid como militar pasaportado. Tuve que pedir amparo al almirante del Arsenal de Ferrol para que pusiera un poco de orden en aquella cacería.

Alegando mal comportamiento, me abriste un expediente para que me expulsaran de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Cosa que no conseguiste. Meses más tarde le envié una misiva al rey Juan Carlos (soberano de la Orden) pidiendo mi baja voluntaria. Me parecía una deshonra pertenecer a un club cuyos miembros eran personas como tú y como el Borbón.

Me iniciaste un expediente para determinar mis condiciones psicofísicas con el objeto de perjudicarme. Cuando te diste cuenta que me podía beneficiar intentaste dar atrás a toda máquina. Del Hospital Central de la Defensa de Madrid te contestaron que ya no había vuelta atrás.

Tu momento de oro llegó cuando me arrestaste 12 días en domicilio. Hasta organizaste unas mini Leyes Penales para dar verisimilitud a algo que hacía agua por todos lados. Un año después, el Tribunal Militar Cuarto de A Coruña anuló aquella grotesca performance y te declaró incompetente para sancionarme. También ordenó que se me indemnizara por el arresto ilegal con unos dineros que hemos pagado todos los españoles.

Siento, de verdad, la situación personal que estás sufriendo y que seguro superarás. También sé que vas a cuidar de tu mujer como nadie, cosa que te honra. También te honra que colabores estrechamente con la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer. Te aseguro que trabajar para facilitar la existencia de los que nos rodean es una de las tareas más gratificantes del ser humano. Lástima que hayas desperdiciado la mayor parte de tu vida en amargar las de los demás.
Maceira, Francisco
Maceira, Francisco


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