Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Coñecémonos (8)

martes, 19 de diciembre de 2023
Nos manuais de estratexia militar,


unha retirada a tempo é mellor que unha derrota. En todas partes, no campo pero tamén nas cidades, os tipos provocativos e agresivos sempre abundaron, xeración tras xeración, en tódalas culturas. ¿Son descendentes de Caín, ou teñen o demo por padriño? Para eses casos tamén temos instrucións estratéxicas, pero só son válidas nas guerras, nas guerras inevitables: A mellor defensa é un bo ataque.

Na vida civil, na civilizada, aínda que poda parecer unha covardía, o máis prudente é usar co litigante a arma da amabilidade, darlle a paz, e despois diso facer mutis polo foro, coma nos teatros. Tamén podemos lembrar un aforismo propio dos xitanos, que sempre dixeron: "Que teñas preitos, e que os ganes". ¡Parece unha maldición, pero é unha bendición, unha precaución!

A propósito de preitos: No XX, a precaución dos galegos levábanos a consultar con dous avogados; ademais do noso habitual, íamos, ían, ao da parte contraria, facendo o papel de demandados, que así o demandante coñecía mellor as probabilidades do preito!

Na miña mocidade tamén eran frecuentes os paus nas festas; despois de bebidos, por suposto. Como era usual prohibir o "¿Permite?" nos bailes, as Evas, maiormente as que eran guapas e ricas, tiñan o costume, a defensa, de darlles palabra a dous ou tres rapaces..., para non ter que "vestir Santos", pois os bos partidos, coa emigración, escaseaban.

No meu Montecubeiro tivemos outro explosivo: Coa desamortización, xa sen dominicos, fixéronnos Concello, así que, de parroquia xigante, -a meirande de Galicia en superficie-, pasamos a integrar Castroverde, e iso trouxo moitos celos, e moitas rivalidades, así que, nas feiras..., paus! Os de Montecubeiro deron no costume de facerlles catro nos nas puntas aos panos das mans, que os poñían na cabeza para que o sangue das malleiras non lles quitasen a visión. (O que non me crea que se lea "A véspera de San Xoán en Montecubeiro", do poeta Lois do Cando, que así deixou explicado ese alcume de "Os Puchos de Montecubeiro".

¡Diplomacia, amigos, que toda é pouca neste mundo das confrontacións!
-.-

As salvagardas persoais

En paralelo cos nosos coñecementos íntimos, internos, tamén precisamos, e pouco nos preocupan, as salvagardas persoais. O caso é que, se non vixiamos o corpo, unha mente demente, desprevida, despreocupada, pode levarnos a unha serie de desgracias irreparables, e non só para nós mesmos, senón, e tamén, para o próximo.

As vacinas existen, pero só para algunhas enfermidades do corpo, pois os outros riscos só teñen unha prevención: a prudencia, o acatamento das normas da seguridade pública.

Non hai un dicionario de riscos, para levalo no peto, pero si probabilidades de experimentalos, e cadora máis, pois esta vida mecanizada do XXI é circense, que cada vez idolatramos máis as temeridades. Por citar algúns, sequera sexa para poñernos alerta: golpes, caídas, cortes, electrocución, incendios, afogamentos, deportes bruscos ou arriscados, tráfico, accidentes laborais, tabaco, alcohol, drogas..., etc., etc., pois estas posibilidades son infinitas no vivir cotián.

¿Hai clases sobre prevención de riscos e de sinistros? ¡Si, na propia cabeza das persoas prudentes, das previsoras, pois as outras son..., suicidas!

-.-

A prudencia, virtude excelsa.

Agradézolle, ¡agradezámoslle!, á Profesora Lic. en Psicología Alicia Escaño Hidalgo Coñecémonos (8) (para "La Mente es Maravillosa") esta lección, esta definición, tan perfecta que sería un pecado traducila:

La prudencia es un valor que muchas veces despreciamos o ignoramos porque pensamos que es el más aburrido. Así, chismear o cotillear, como se suele decir, tiene la función de socializar con otras personas e incluso de divertirnos cuando no tenemos temas más interesantes para conversar, pero no es lo más correcto. Por otro lado, a menudo confundimos la valentía con la temeridad ignorando que la línea de prudencia que los separa es muy importante.

El valiente considera sus miedos, el temerario los desprecia y nos los calcula. Por eso el valiente rara vez pierde, por eso el temerario suele terminar siendo víctima de su escasa percepción del riesgo.

A todo el mundo, en algún grado, nos gusta hablar sobre nosotros mismos o sobre otras personas, pero en ocasiones no medimos bien y acabamos pasándonos de la raya. Así, lejos de mejorar nuestra capacidad para socializar, las personas terminan por alejarse.

Cuando una persona es imprudente, los demás dejan de confiar en ella ya que si no es respetuosa con quién está criticando delante nuestra, tampoco lo será con nosotros cuando esté con otras personas.

Además, el imprudente muchas veces acapara al grupo debido a un gran afán de protagonismo. Detrás de esto, se encuentra una poderosa necesidad de aprobación, la cual intenta satisfacer mediante comentarios fuera de lugar. El imprudente que quiere ganarse a los demás despreciando los efectos secundarios de sus formas, al final acaba perdiéndolos.

¿Cómo son las personas prudentes?

Las personas prudentes, de cara al exterior, se muestran respetuosas con los demás. No cuentan secretos, ni critican ni provocan que los demás se sientan incómodos y sin saber a dónde mirar. Al contrario, las personas prudentes suelen tener unos lazos de amistad muy estrechos, ya que se puede confiar plenamente en ellos y esa es precisamente la sensación que proyectan.

Las personas que practican la prudencia no temen los silencios. No necesitan rellenar la conversación con un monólogo superfluo para que los demás estén pendientes de él. Son personas que saben escuchar y respetan los turnos de palabra, algo que es muy importante si queremos que los demás disfruten del tiempo que comparten con nosotros.

Por otro lado, una persona prudente es reflexiva: sabe cuándo tiene que decir las cosas, en qué contexto y en qué momento. Además, piensan en las consecuencias que pueden tener sus palabras.

A veces metemos la pata y no pasa nada. Errar es humano y lo importante es aprender de ello y pensar antes de hablar la próxima vez. Aunque en nuestra memoria queden grabados de manera más profunda los momentos en los que no dijimos lo que queríamos decir, son más frecuentes los momentos en los que nos equivocamos por hacer lo contrario.

Las personas que estiman la prudencia también suelen ser personas empáticas. Se dan el espacio suficiente para ponerse en el lugar del otro, lo que hace que puedan llegar a niveles más profundos de intimidad. Además, una persona prudente suele contar con otros valores asociados a la prudencia, como el respeto y la lealtad.

¿Cómo podemos ser personas más prudentes?

Como hemos visto, ser prudentes tiene la gran ventaja de que las relaciones sociales se fortalecen. También consigue que a los ojos de los demás se nos considere personas educadas, respetuosas y con las que se puede contar.

La prudencia es una habilidad que puede entrenarse, pero hay que ser constante y seguir algunos pasos, según la psicóloga Patricia Ramírez. Con la práctica reiterada, podemos conseguir convertirnos en personas con las que es muy agradable estar.

Piensa si este es el lugar y momento apropiado para contarlo. Muchas veces contamos secretos íntimos, tanto nuestros como de otras personas en un contexto que no es el más apropiado. Debemos de pensar primero si las personas que tenemos enfrente quieren escuchar lo que pretendemos contar, si es relevante para la situación en la que estamos y si no es mejor guardárnoslo para nosotros mismos.

Piensa si cuando cuentas algo estás traicionando a alguien. Si vas a contar una intimidad de alguien o un secreto que se te ha sido confiado, piénsalo dos veces e intenta no contarlo. Si cuentas un secreto, los demás pensarán que no sabes guardar secretos y no volverán a confiar en ti porque darás una imagen de persona desleal. Piensa si lo que vas a contar es demasiado íntimo para ser contado.

¿De verdad que las demás personas quieren saber sobre tus intimidades? No lo creo. Hay ciertos temas que no se pueden tocar con todo el mundo, por mucha cercanía que tengamos. Debemos saber con quién sí y con quien no podemos hablar abiertamente.

Piensa si tienes el permiso para contar lo que vas a decir. Si no tienes permiso para hablar algo que te han contado, sencillamente no lo hagas. No eres el dueño de esa intimidad, por lo tanto, deja que sea la persona protagonista la que la cuente, si es que quiere hacerlo, pero no tú.

Practica la escucha activa. No solo se trata de hablar, escuchar es sumamente importante y a todos nos gusta que nos escuchen. No hables por hablar y menos para interrumpir al otro. Escucha, después ya formularás la siguiente pregunta; no le tengas miedo al silencio, será una buena oportunidad para que le cedas el peso de la conversación al otro.

No opines ni des consejos si no te los han pedido. Molesta bastante. Es mejor preguntar al otro si quiere ser aconsejado, antes de aventurarse a dar consejos porque sí. Lo que a nosotros nos sirve, no tiene por qué servirle a la otra persona y seguramente ya sea mayorista para saber lo que tiene que hacer.

No critiques si no vas a aportar nada constructivo con ello. Si la crítica no beneficia a nadie, ¿para qué hacerla? Todo lo que tengamos que decir sobre otras personas, que sea para sumar, no para restar. No sirve de nada decirle a alguien que no nos gusta nada su vestido cuando no está en una situación de poder cambiarlo o sin señalar una alternativa mejor.

No hagas favores si luego quieres cobrártelos. Los favores se hacen por el placer de ayudar al prójimo y nunca con la intención de que nos sean devueltos. No tenemos que esperar nada a cambio ni tampoco presumir de que hemos hecho un favor a alguien.

¿A qué esperas para convertirte en un ser más prudente? El respeto, la educación, la lealtad y la confianza son valores complicados de cuidar pero que todos deberíamos albergar. Aunque solo sea con un propósito egoísta, pensemos que cultivarlos nos va a traer una enorme cantidad de beneficios".

¡Tres hurras por la Lic. en Psicología Alicia Escaño Hidalgo!
.../...
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES