Madurez

Dicen que la juventud es un divino tesoro, pues la madurez no está nada mal, con la salud necesaria evidentemente. Es una etapa vital muy interesante, en la que repasas todo lo vivido y piensas en lo que te queda por delante. Te das cuenta sobre la velocidad supersónica del tiempo, de su importancia y del valor que posee, a pesar de que no le damos la importancia que se merece.

Caemos en los mismos errores. A pesar de la madurez y de la presumible experiencia, tropezamos en la misma piedra. En ocasiones, somos como niños pequeños y no aceptamos los fracasos o las frustraciones. Queremos que todo nos salga siempre como deseamos, sin pensar que también hay otras personas y seres vivos que piensan en lo mismo.

"Por qué me sucede a mí", es una expresión muy habitual entre algunos escépticos y agnósticos, que piensan en que lo malo les sucede a los demás y ellos están libres de todo lo negativo. Para ello hablan, casi siempre, del karma sin ser conscientes de que somos nosotros mismos los que incurrimos en errores y los que les provocamos situaciones de tensión o ansiedades a los que nos rodean por nuestros propios actos.