Tras cinco meses de obras, la Puerta Falsa sigue cerrada al tránsito peatonal. Se podría pensar que es "normal" porque las obras llevan tiempo, pero cuando se revisa la hemeroteca y se ve que se anunció en su momento,
el 18 de mayo, que el cierre duraría unas 10 semanas la cosa ya cambia un poco. Han superado el doble del tiempo previsto, y las 10 semanas se han convertido en 22... y lo que falta. Da igual, ya pasaron las elecciones así que es irrelevante.
El perjuicio causado por ese cierre es patente. No sólo se dificulta el acceso al casco histórico por una de las vías peatonales más utilizadas (dando servicio a toda la zona de calle Conde y a centros administrativos tan importantes como la Xunta) sino que recordemos que allí hay un colegio y que los niños tienen que dar un rodeo lo que, con este clima, no es lo más recomendable. A ver, que tampoco pasa nada por mojarse, pero ya me entienden, si no hay necesidad es tontería.
¿Por qué se consiente que esto suceda? Vayan ustedes a saber. El retraso en las obras es patente no sólo en la Plaza del Ferrol sino en otras de las obras en que han "troceado" el contrato para no tener que hacer un concurso como el que la ley prevé para esta envergadura.
En Montevideo, por ejemplo, la fase inicial tenía que estar terminada hace muchísimo y allí siguen, con todo abierto. Se podrá argumentar que han aparecido restos arqueológicos, pero es que esos restos se encontraron estos días, así que no justifica el retardo en lo anterior. Quizás ese sea el problema, que no se argumenta sino que se buscan excusas y salidas a la desastrosa gestión de estas obras.
