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'SOS amoroso de Doña Catalina Palacios'

martes, 17 de octubre de 2023
Está Doña Catalina Palacios tañendo las cuerdas de un arpa en el salón de su mansión en Esquivias, melómana actividad que realizaba cuando nostalgia le invadía. Un ruiseñor trina tímidamente entre las enredaderas de los rosales que trepan por las paredes exteriores del noble edificio. Parece que la avecilla quiere acompañar a esa dama en la tristeza que en el aire propagan aquellas notas que salen por la inmensa balconada de la dependencia. Por unos instantes parece que los ojos de aquella bella mujer van a llorar pero no será así, ella es en su tiempo una señora tan fuerte como lo es la tierra toledana y castellana manchega. Se retira delicadamente del instrumento musical y se dirige a un sillón que tiene junto a un escritorio. Al cesar aquella melodía de angustia también la avecilla que gorjeaba enmudece y emprende con incierto rumbo vuelo. Al verle marchar Doña Catalina Palacios suspirando dice:
- "Cuando estuviste en mi corazón alegraste mi vida y ahora voy a escribirte para saber de ti porque quiero que vuelvas; solamente conmigo, Miguel, hallarás la dicha que ningún otro amor te daría."
Dicho esto llamó a una de sus doncellas, María, Isabel o Lucía, y con dulzura le grita:
- "Venid, por favor, traedme papel y pluma. Por el tintero no os preocupéis pues si careciera de tinta escribiría esta epístola con mi misma sangre."
Presta abre la puerta Lucía, quien se encontraba en habitación contigua, no sin antes llamar en ella, e, inclinándose con la reverencia propia que debe a su señora le dice:
- "Al momento, mi señora:"
Una vez que trae y coloca la criada diligente el utillaje necesario para que lo utilice se retira no sin antes decir:
- "Señora, ¿necesita algo más?"
Doña Catalina responde:
- "Retiraos, Lucía, con la soledad me basta."
Tomando la pluma la introduce en el tintero y así comienza la misiva:
"En Esquivias, otoño nostálgico de myl y myl días de ausencia de mi amor, el siempre querido D. Miguel de Cervantes.
En este bello toledano lugar donde en myl y quinientos y sesenta y cinco mi vida a la luz vino, acontecimiento que a Dios y mis progenitores agradeceré eternamente, y después aquí a mis diecinueve años de edad de vos, Miguel de Cervantes, a quien esta remito, quedé perdidamente enamorada y en esta iglesia contrajimos nupcias.
Amor, pues así os considero ya que, aunque os hayáis distanciado de mi persona por razones laborales, mi corazón late enamorado de vos y mi ya madura juventud se abrasa en el peor de los fuegos, el sentirse abandonada o no correspondida sentimentalmente como merezco. Nunca pensé que con vuestras grandiosas palabras quedaría totalmente cautivada. Amado Miguel, mi vida sin vos pierde toda alegría y es como un pajarillo que enjaulado su canto es lánguida tristeza. Por eso, señor de mi corazón, cuan grande volverá a ser mi dicha si un amanecer mis ojos os volvieran a ver, no puedo despedirme del mundo sin estar entre vuestros brazos y, cuando la muerte me lleve, deseo yacer junto a vos en la tumba porque este amor es eterno y nada puede separarnos .
Vuestra hija Isabel, de la que sin ser madre biológica, la considero esa descendiente que con vos nunca tuve, se alegraría mucho de ver que estamos juntos de nuevo. Aunque, a decir verdad, nunca viven separados dos corazones que están enamorados. Lo que el amor construye es lazo indisoluble y ahí está la santa madre iglesia para ratificarlo. En los documentos de nuestra parroquia de Santa María de la Asunción se recoge que el doce de diciembre de 1584 el reverendo Señor Juan de Palacios nos desposó .Yo, como muchas mujeres de esta época, sufrimos esperando el regreso de nuestros caballeros que andan embarcados en mil aventuras, unas veces en batallas y otras intentando salir de las redes de alguna sirena de tierra que también embaucan a los hombres.
Amor mío, cuanto añoro aquellas tardes que marchabas a las tertulias literarias al mesón "El Vizcaino". Disculpadme que no os acompañara pues no sería bien visto que una mujer de mi hidalga estirpe alterne en tasca o mesón donde el vino domina el ambiente aunque se lean y reciten poemas, pero lo que más sentía era cuando os desplazabais a Sevilla y a la Corte . Comprendo que los dineros son necesarios pero esos, los que calientan el bolsillo económicamente, enfriaban nuestra relación; por eso, querido Miguel, volved cuanto que podáis y quedaos siempre en este lugar mío natal, Esquivias del alma.
Se despide de vos vuestro amor que está deseando volveros a ver llegar para junto a mi quedar, pues el más grande capital es el amor y nosotros lo tenemos, lo único que hemos de hacer, por ambas partes, es defenderlo, porque si ese muere de que sirve vivir si es un permanente calvario.
En el lugar de Esquivias en el que espero sea el último día de mi tristeza por vuestras prolongadas ausencias.
Firmado,
Catalina Palacios.

Cerró la epístola en un sobre, no sin antes darle un prolongado beso a lo allí escrito con riesgo de que alguna perdida lágrima borrara alguna letra, y llamó a una de sus doncellas. En esta ocasión acudió Isabel a la que entregó la carta para que la llevara a la inmediata parada de postas para que en la próxima diligencia la llevara a Sevilla y la recibiera su destinatario, D. Miguel, que bien sabía lo mucho que Doña Catalina lo amaba.
Estamos completamente seguros de que cuando recibió este sos de amor regresó presto a Esquivias para devolver con sus besos y compañía la dicha al amor de su vida.
Pol, Pepe
Pol, Pepe


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