Durante los 4 sábados de agosto la ocupación máxima (que no real, que fue menos) es del 16,8%.
"Un exitazo"
El absoluto fiasco de las mal llamadas "Caldas" que costaron más de un millón de euros y que están prácticamente vacías día sí y día también no pasará factura a nadie. De hecho, han cumplido su auténtica función, que era mantener en la alcaldía a la actual titular del gobierno local.
Ese "revulsivo", ese gran "impulso turístico" y todo aquel rollo que nos contaban cae por la base cuando en la aplicación sale que reservaron plaza de media un 16,80% de su capacidad en los cuatro sábados de agosto... y cuidado, que hayan reservado no quiere decir que hayan ido porque al no tener coste la cita, nos conocemos y ya saben que llega la hora y "bah, me da pereza bajar, mejor me quedo en casa".
El seguimiento objetivo sobre el "éxito" de la instalación es nulo. No tenemos datos oficiales sobre el número de personas que realmente acude a remojarse en las aguas templadas que están junto al río y veremos en pleno invierno si tienen ni un usuario, cosa dudosa porque lo de desnudarse al aire libre con las temperaturas que aquí se dan es más que discutible. También es cierto que si dieran datos no sé lo creíbles que serían porque los contaría la empresa adjudicataria, y bueno... ya saben...
"Es que en plena ola de calor nadie se mete en agua termal", me dirán. Sí, es una posibilidad, si no fuera porque los balnearios siguen funcionando y en verano estuvieron llenos. Y ahí se paga, no se engañen. Si tuvieran el "éxito" de las Caldas estarían todos cerrados.
El fracaso de lo que era evidente que iba a fracasar, porque es una tomadura de pelo que encima juega con las palabras para engañar a los usuarios y hacerles pensar que son aguas terapéuticas, habría llevado a la protesta e incluso la dimisión en un país medio normal, pero esto es España, donde el verbo dimitir sólo se conjunga en tercera persona.
Este asunto de las Caldas no provoca ninguna dimisión, como tampoco tener cortada una calle durante 25 años, construir un edificio de madera que no sirve para nada o mantener cerrado el flamante nuevo auditorio durante años tras pasarse décadas bramando por no tenerlo. Son ejemplos puntuales pero graves de una ciudad que gastó más de un millón de euros en un centro de generación de energías en el Ceao que jamás llegó a generar energía y que cuando lo pusieron a funcionar la consumía. El resultado fue
ninguna dimisión ni el menor escándalo. Todo muy normal.