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Simplemente caminar

domingo, 17 de septiembre de 2023
Dedicado a mi buen amigo Francisco Eijo López, quien en mis viajes a la Mariña lucense
me sorprende siempre, unas veces revelándome paraísos escondidos donde el agua se precipita
en numerosas "fervenzas", cascadas que se despeñan desde varias decenas de metros,
otras enseñándome, con su mirada de amor por la tierra, lugares que recorre a pie o en bicicleta.

Los que hemos leído a Henry D. Thoreau y hemos incorporado a nuestras vidas una buena parte de sus enseñanzas-, en su obra "Walking" encontramos frases como éstas: Simplemente caminar"Si alguna libertad le queda al ser humano, ésa es la libertad de andar". "Una caminata temprano por la mañana es una bendición para todo el día".

¡Qué quieren que les diga! No sólo estoy totalmente de acuerdo sino que, terminadas mis obligaciones laborales y en tiempo de jubilación, el amanecer me coge, si no hay causa de fuerza mayor, caminando por el litoral, explorando un camino desconocido, transitando por un barranco o buscando la cima de una montaña o de un cono volcánico.

Para seguir con estas breves pero interesantes reflexiones les traigo otra cita, ésta mucho más actual, de otro de mis referentes en el campo de la ecología y el medio ambiente, Joaquín Araújo, que manifiesta: "El hombre del siglo XX ha perdido la alegría de andar".

Tengo un amigo que, aunque pasen muchos años sin vernos, forma parte de inolvidables recuerdos. Con él he vivido la dimensión plural, eterna y filosófica del buen caminar. En la última década del pasado siglo y primeros años del presente, realizamos múltiples periplos por las islas que nos permitieron llevar a cabo un proyecto extraordinario publicado bajo el título: "Conservemos nuestros barrancos". Para su elaboración recorrimos y caminamos senderos por todas las islas, indagamos sobre los más diversos proyectos de educación ambiental realizados por docentes, sacamos miles de fotografías -cuando el papel y las dispositivas costaban dinero, sin existir la posibilidad de borrar-, e impartimos cursos, talleres y conferencias haciendo hincapié en la importancia de la biodiversidad y del medio natural como pilares básicos y esenciales de la educación ambiental.

Tanto en su tierra natal, Tenerife, como en nuestros periplos por múltiples senderos de La Palma, La Gomera, Fuerteventura, El Hierro, Lanzarote o Gran Canaria, su recibimiento lo iniciaba con una sonrisa permanente en su cara y con estas palabras: -¿Existirá mayor placer que gozar de estos espacios, del canto de sus aves, de la belleza incomparable de sus plantas, de los aromas de su flores, de los sonidos de la tierra y de su gente? Pues, amigo José Manuel, todo esto es mío. Me levanto cada día que salgo a caminar con la satisfacción permanente de vivirlo, de sentir mío cada paisaje transitado y no necesito más, es más mío en ese momento que de cualquier propietario con papeles que no lo siente, no lo disfruta, sólo lo posee."

¡Qué razón tienes amigo Damián! Sé de él porque la flora canaria ha sido siempre su pasión y disfruto enormemente con sus fotografías y textos en las páginas del Canal del Área de Tecnología Educativa, en la Mediateca de la Consejería de Educación, Universidades, Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias. Sé, sin acompañarlo desde hace muchos años, que seguirá por esos caminos tinerfeños y gomeros, gozando de "sus posesiones" que van más allá de meros e innecesarios títulos de propiedad. Estoy hablando de José Damián Esquivel Díaz, buen compañero y extraordinario educador ambiental que creía como yo, los dos bregados en décadas de trabajo en las aulas, que educar es educar para la vida, no sólo para el conocimiento, y que el contacto con la vida y el encuentro con el medio es transcendental, Simplemente caminaresencial para la formación del ser humano.

De él aprendí, en una de mis últimas ascensiones al Teide en su compañía, que más allá de la fuerza física, de la seguridad que nos transmite unos músculos fuertes, unos huesos sanos y un corazón potente, se encuentra el control de la mente, fortaleza poco trabajada por mí, y que en situaciones límite me ayudó a subir, con su ayuda mental, relajación y confianza pues se trataba de una "pechada" de locos en que, convencidos de nuestras fuerzas, nos animamos a subir y alcanzar la cima del Teide y bajar sobre la marcha, ida y vuelta partiendo de Montaña Blanca en unas pocas horas. Eran otros tiempos en que bastaba con un permiso verbal, buenas piernas, agua y poco más.

Las sensaciones percibidas en un paseo natural no se olvidan jamás. Tal vez sea porque frente a los estímulos que nos oferta un centro comercial, un edificio o cualquier elemento artificioso, se encuentra la multisensorialidad propia de un paisaje vivo, donde vista, oído, olfato, gusto y tacto se unen a otros sentidos como el del equilibrio, la orientación, intercepción, termocepción, nocicepción y tantos otros como tipos de información llegue a nuestro cerebro -Rudolf Steiner distingue entre sentidos corporales, emocionales y cognitivos o sociales-. De ahí la profundidad del recuerdo, de las sensaciones asociadas al mismo, del placentero estímulo a seguir caminando.

Llega a tal punto esta plenitud que no considero mi vida sin el placer de caminar, sin el arte de caminar -como titula su publicación Antonio Casado da Rocha basada en los textos de Thoreau.

Recojo, con este artículo que aquí inicio, la recomendación de algunos de ustedes de hacerlos mucho más cortos. No será así siempre, sino alternativamente. Un domingo, el artículo contará con cuatro fotos, mil palabras -éste es el primero-, que apenas significará tres folios escritos, y el siguiente tendrá la amplitud al que les tengo acostumbrados, siendo la razón que lo justifique la necesaria descripción de dichos espacios o el placer de disertar ampliamente sobre temas que así lo considero.

Así pues, con uno corto y otro más largo atenderé los gustos de todos ustedes que justifican con sus lecturas las horas que gratamente dedican a los mismos.

Animándoles a vivir intensamente la vida, les deseo un buen camino.
Espiño Meilán, José Manuel
Espiño Meilán, José Manuel


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