Metaversos políticos

Está de moda. Requiere más que imaginación. Confundir realidad presente con incierto futuro. Para ello hay herramientas que nos trasladan a ese espacio virtual.

Estos días hay dos noticias que ocultan hechos como la guerra en Ucrania. Vienen a ser como aquellas viejas "serpientes de verano". Y desde luego, a falta de torneos veraniegos para el futbol dan motivos para conversar y esgrimir argumentos casi siempre basados en uno de esos amigos enterados de primera línea en casi todo. Esperemos que estas afirmaciones veraniegas que tratan de entretener al personal cuando sigue leyendo la prensa en papel o a través de artefactos que hasta se llevan a las playas con las toallas y las sombrillas, sólo sean el ocio del guerrero.

Pues bien -mal- además de conversaciones entre partidos para configurar una mayoría parlamentaria hemos descubierto que España tiene al menos dos volúmenes de endeudamiento "brutales". Una deuda creciente con los prestamistas de la Unión Europea y una deuda de las Comunidades Autónomas con el Estado, dónde Cataluña debe casi setenta y tres mil millones de euros al Estado o lo que viene a ser el resto de los Españoles. Y a mí, desde mi condición de gallego me viene a la mente aquella frase lapidaria de los nacionalistas "¡España nos roba!". El problema está de rabiosa actualidad porque pretenden la condonación de dicha deuda. Pero para que tal "generosa gestión estatal" se lleve a cabo, el Estado deberá usar los fondos que reciba en la próxima entrega desde Bruselas para tapar el agujero en cuestión.

Escuché al ex secretario general de UGT Cándido Méndez señalar: "Pedro Sánchez es el primer Presidente del Gobierno de España que se presenta a unas elecciones generales y las pierde". Pero la paradoja está en que a base de repetir metaversos podemos llegar a creernos que no fue así. Máxime si al candidato derrotado le asiste la facultad o habilidad para sumar puerros con espárragos y churras con merinas y así forzar una mayoría coyuntural en Las Cortes- Congreso que le permitan ser Presidente de un Gobierno cuya composición y programa, será en todo caso ciencia o arte para hacer posible lo imposible a costa de las entretelas legislativas constitucionales de una España que puede avanzar pero no sabemos hacia dónde. De entrada, el precio no será sólo en miles de millones de euros que no tenemos, será en presuntos derechos a la autodeterminación y una amnistía para quienes fueron condenados por delitos televisados y euro confirmados.

Cada día me siento más exiliado en mi propio país. Y es que no hay mayor malestar que el que produce la cultura, saber y analizar lo que hacen mandarines del poder a los que sólo les importa lo suyo, mantener los privilegios disfrazados como avances populares ante los que ganaron pero se presentan acomplejados y sin capacidad para sumar.

Esto que sucede nos debería llevar a un análisis no sólo de reformas urgentes, también a explicar la mediocridad y filibusterismo que está instalada en la denominada clase política, esa que viven en el METAVERSO.