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Cómo podemos salvar el planeta

jueves, 10 de agosto de 2023
En esta época en que se hacen llamamientos a salvar el planeta del abuso a que lo ha sometido el homo no tan sapiens, hecho en falta propuestas concretas al alcance de todos los ciudadanos y ciudadanas.

Después de horas de insomnio provocadas por mi preocupación de que el colapso universal me pille aún dentro del convento, y sesudas refglexiones frente a un mingitorio público, voy a proponer una medida que se merece una candidatura al Premio Nobel.

Vamos allá.

Cada vez que un sujeto o sujeta decide evacuar su vejiga, practicando un transvase al inodoro en cualquiera de sus versiones (occidental, turco o budista), tiene por costumbre accionar la cisterna. Este acto realizado varias veces al día por millones de personas y personos en el mundo comete dos barbaridades. Por un lado, desperdicia muchos mililitros de una fuente de nitrógeno abundante, renovable, económica y necesaria para el desarrollo de cereales y demás cultivos imprescindibles para paliar el hambre del planeta. Reciclamos latas, papeles, cristales, pero todavía no reciclamos orina, o sea nitrógeno

Y por otro lado, en cada apretada de botón desperdicia litros de agua potable, un bien que dentro de poco extrañaremos más que los billetes de 500 euros. Agua que fue succionada por máquinas en pantanos o ríos, transportadas por bombas mecánicas a lo largo de kilómetros, purificada y potabilizada en costosas instalaciones, elevadas a depósitos mediante otros bombeos mecánicos y finalmente distribuidas en interminables conexiones hidráulicas que nos la acercan al fregadero, el lavabo y la toma de la cisterna. Y todo para que cualquier individuo o individua se eche una meadita y la envíe a través de largas tuberías a una depuradora que después de honerosos procedimientos la desperdicie en el mar. Con todas las cisternas que vacían los españoles, para centrarnos un pelín, acompañando a la orina, se llenarían pantanos enteros.

La propuesta candidata al Premio es la siguiente. Si en vez de transvasar la solución ureica de la vejiga al inodoro lo hacemos a un recipiente (los envases de detergente de lavadora son ideales, tienen boca ancha para que los caballeros no tengan que afinar la puntería, utilizando la metodología de las gasolineras si las colocamos sobre la tapa cerrada de la taza). Las señoritas deberán recurrir a un elemento intermediario, embudo o regadera, salvo las más audaces que embocarán a pelo. Cada pichí equivale a varios litros de agua potable que se puede destinar a bebida de humanos y humanas.

¿Cómo se recicla el despojo líquido? La solución ideal sería que los ayuntamientos agreguen a la hilera de contenedores uno para líquidos. El secreto está en inventar una válvula especial que permita el ingreso de orina e impida el egreso de los olores. La tecnología puede con todo. Con lo que se cobre por la venta de la urea se cubrirían los gastos originados.

Mientras tanto podemos emplear tácticas ecologistas más simples y a mano de los donantes. Los que tengan jardín, tiestos e incluso geranios en los balcones, deberían destinar al autoconsumo una parte del producto. Los que viajen en tren, coche o autobús, podrían distribuirlos a través de las ventanillas, teniendo en cuenta siempre la fuerza y dirección del viento. Los excursionistas llevarían bidones en sus mochilas que repartirían durante la caminata, y así todos y todas contribuirían ahorrando un montón de energía y ese recurso cada vez más escaso, el agua potable.

En las playas y en las concentraciones como la Feria de Málaga, las procesiones de Semana Santa, las luces de navidad, etc., se distribuirían bolsitas plegadas de boca ancha y embudos, en su caso, los que se depositarían una vez llenos en recolectores especiales. Se acabarían las colas en los servicios públicos y bares, y se meterían en el bolsillo esos cartelitos "solo para clientes" que tantas amarguras nos han causado cuando nos enfrentamos, desesperados, a una puerta cerrada con llave. Así como hay ciudades que reparten gratuitamente bolsitas para la caca de los perros, se haría los mismo con bolsitas urinarias para gentes y gentas..

Hilando fino, como para estimular la participación ciudadana ecológica y sostenible, se podrían organizar concursos con una serie de embudos en forma de diana, para que los caballeros de a pié y las damas desde lo alto, prueben puntería, obteniendo premios donados por la Confederación Agraria.

Algunos agricultores destacarían por entregar bidones vacíos y retirar los llenos gratuitamente, premiando con puntos los litros donados, que se traducirían en estadías en hoteles y spas. En las paradas de autobuses de larga distancia, las colas para evacuar en un baño muchas veces sucio y maloliente se reemplazarían con filas de embudos al aire libre (algunos protegidos por un biombo circular para las pudorosas), conectados por mangueras a recipientes adecuados. Mientras se implementan todas estas mejoras para un mundo sostenible, sugiero usar el bidón y descargarlo solamente cuando esté lleno, a de ser posible junto con todos los aportes familiares. Con una sola apretada de botón a la semana, ahorraríamos una pechá de agua. Y todos y todas saben que el agua es vida.

Tengo próximo a editar un tratado titulado "Cómo una m... puede salvar al mundo", cuyos beneficios dedicaré a la investigación sobre otros residuos orgánicos.

Andrés Montesanto. Ecologista en vías de reactivación.
Montesanto, Andrés
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