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El Nacimiento

jueves, 27 de julio de 2023
En un viaje a Buenos Aires Antonio tuvo que pasar por la Municipalidad para aceptar la indemnización por el departamento del pasaje Seaver, expropiado junto con toda la manzana y la de enfrente, para prolongar la avenida 9 de Julio. Con sus hermanos se repartieron los escasos muebles, y uno de ellos, de paso, se llevó las puertas interiores, postigos, persianas y hasta un calefactor de hierro instalado, y no se animó con la puerta de entrada porque se iba a notar mucho. Él se quedó con una mesa frailera con dos bancos a los costados, donde se podían acomodar hasta seis personas, y se la llevó a la estación Constitución del Ferrocarril Roca, para enviarla a Esquel.

También visitó al abogado que llevaba la separación de su anterior esposa para recibir el acta de separación de bienes correspondiente y saldar los honorarios.

Cuando fue a recoger la mesa a la estación de ferrocarril de "La Trochita", el tren de trocha angosta, una verdadera pieza de museo, vio el cartel de un despacho de abogados que tramitaban casamientos en el extranjero.

Durante la segunda presidencia de Perón, por los años cincuenta, se había promulgado una Ley de Divorcio a instancias del Partido Socialista. Esta ley fue inmediatamente derogada por la llamada Revolución Libertadora que lo derrocó, por lo tanto ya no existía posibilidad de divorciarse, solo se podía negociar la separación de bienes. Los mangos se podían repartir, pero el futuro y las ilusiones, no.

El abogado era uno de los hijos del ex gobernador exiliado. Ofrecía un casamiento por poder en Uruguay y, pagando un extra, una libreta argentina de casamiento.

Semanas más tarde recibieron la partida oficial de casamiento uruguaya, con un sello del cónsul argentino que certificaba la autenticidad de la firma, pero no opinaba sobre la legalidad del documento según la legislación vigente en el territorio nacional. Y una libreta de casamiento de un pueblo norteño donde se registraba el hecho en una página tal del libro cual. Un piola de un registro civil, utilizando una página inexistente, emitía libretas a un montón de abogados de todo el país. La libreta era auténtica y nadie, sin hojear el mencionado libro, podría comprobar si esa página existía. La cigüeña traería el niño a una pareja casada, como corresponde.

Días antes de la fecha prevista del parto, la cooperadora del hospital organizó una función para recaudar fondos en el salón del Hotel Tehuelche. El subdirector, en dúo con un compañero, descubrió una faceta artística desconocida. Protagonizaron una serie de sketchs cómicos, los más aplaudidos de la noche. La futura mamá, con un bombo impresionante que cubría con un vestido suelto, parecía un circo ambulante.
Llegó el día esperado. Una mañana de domingo, con las calles nevadas y quince grados bajo cero, fueron a la casa del obstetra que mandó a la parturienta a que la ingresaran. Los dueños de las clínicas privadas le ofrecieron sus instalaciones, cubierto todo por la obra social, pero decidieron recibir a su hijo en el hospital, donde fueron atendidas con especial cariño. Resultó ser una niña, de peso normal y buena salud. La flamante madre y la hija que decidió nacer contrariando las estadísticas, evolucionaron normalmente. El padre, ingresando en una nueva dimensión, al día siguiente estaba estrenando la libreta en el Registro Civil.

La niña creció lozana llenando de felicidad aún más a la pareja. Elena se sentiría más tranquila si la bautizaban, así que habló con los salesianos, eligieron padrinos y participaron en un bautismo grupal junto a otras parejas con sus bebés en brazos, en una ceremonia austera. El sacerdote que la ofició había recibido sonadas denuncias por negarse a dar la comunión a niñas disfrazadas de novias y prohibir las cámaras de fotos dentro de la iglesia.

El dueño de la casa les comunicó que la vivienda anexa se había desocupado, y como era más grande y luminosa, se mudaron.

Tratando de mantenerse en la sombra por lo menos hasta calmarse el revanchismo, el subdirector se unió a la difusión de la lucha contra la hidatidosis ofreciendo unas charlas en las escuelas primarias. Esta enfermedad, endémica en la Patagonia, Australia y Nueva Zelanda, está provocada por un parásito intestinal del perro, al que afecta muy poco. Pero en la oveja, que actúa como intermediario, forma unos quistes más o menos grandes según el órgano que afecte. Los niños o adultos, al comer una lechuga mal lavada o dejarse lamer la cara por su perrito, reemplazan a la oveja y pueden desarrollar la enfermedad. Antonio llevaba unos enormes quistes, casi tan grandes como una pelota de fútbol, extirpados de un pulmón o hígado humano y metidos en formol, las estrellas de la clase.

Volaron a Buenos Aires los tres donde coincidieron con su suegros de paso por la capital para asistir a la exposición anual de la Sociedad Rural. La abuela primeriza se levantó en camisón y se apropió de la nieta, a la que no soltó hasta el día del regreso. Su cara había cambiado completamente y hasta demostraba aprecio a su flamante yerno, sentimiento que aumentaría con el paso de los años hasta que se convirtió en el hijo que nunca tuvo.

Andrés Montesanto. Fragmento de "Buscando a Elena", 2021.
andresmontesanto@gmail.com
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


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