Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

No vale la pena escribir ni leer ni pensar

lunes, 31 de julio de 2023
Todo tiene una moraleja, sólo falta saber encontrarla.
(Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll).

La semana anterior, caminando como suelo hacerlo a diario -cuando no voy a nadar- paso delante de un edificio que está cerca de mi departamento. Descubro conversar a la encargada con una vecina del edifico. La puerta de madera maciza está abierta y veo la entrada, la araña colgante, el ascensor al fondo. Me disculpo y les comento: "Hace No vale la pena escribir ni leer ni pensarmuchos años que no veía el vestíbulo. Sepan ustedes que en la década del setenta visitaba a don Ernesto Guevara Lynch. Vivía aquí." Ambas me miran sin entender. Lo advierto. Vuelvo a disculparme. "Perdón, estoy hablando del padre del Che, del Che Guevara. Vivía aquí, en el primer piso si no recuerdo mal". La propietaria o inquilina, me saluda con cortesía y se dirige al ascensor. La encargada, una señora de sesenta años, se sonríe. "Don Ernesto era un gran lector, un hombre de la alta sociedad, de formación socialista, admirador de Luis Franco, de allí viene mi amistad. Soy escritor y vivo a unas pocas cuadras. Solía concurrir a este departamento, conocí y frecuenté a la familia. Él vino varias veces a cenar a casa donde también concurrían Luis Franco, Lucas Moreno o Héctor García Boutique." "¿El señor era escritor o el hijo?", me pregunta. Sonrío y le digo: "Disculpe, estoy hablando del Che, de Ernesto Guevara Lynch de la Serna. ¿Lo ubica?" La señora, sonríe y candorosamente dice que no con la cabeza. Balbuceo buenas tardes y camino desconcertado. A partir de ese momento le pregunto a una cajera del supermercado, a un encargado de otro edificio, a un diariero, a un estudiante del secundario. Algunos respondieron que creían que era un revolucionario, otros que habían escuchado algo de él pero desconocían quién era o qué había hecho en su vida. Tampoco sabían que era argentino. No estoy haciendo juicio de valor, estoy ante la estupefacción y el desconcierto. No admite debate o discusión. Ésta es la sociedad líquida o peor, la ignorancia supina. No hablemos de los jóvenes que son iletrados, incultos, cortos, analfabetos, iletrados, rústicos. Meses atrás, lo admiré en la televisión, le muestran a unos adolescentes una fotografía de Perón y varios no sabían quién era. Uno, sin vacilar, señaló: Gardel. Gran parte de hombres o mujeres de cuarenta o sesenta años viven en una incultura notable. (A mis alumnos del taller literario solía preguntarles en la primera clase si les interesaba Stravinski o Mozart. Prefiero no recordar). Damas y caballeros, profesionales o no, desconocen -sin culpa, sin pecado original- quién fue Mussolini, Franco, Stalin, Trotsky o Hitler. Desconocen - clase media, señores, clase media- sin pudor lo elemental de la historia o de la memoria cultural. Ni hablar de Cantinflas, Buster Keaton, Unamuno, Chéjov, Ernesto Grillo, Tony Bennett, Dringue Farías, Mao, Sara Montiel, Margot Fonteyn, Quevedo, Rulfo, Rossellini, Fangio, Nicolao, Schelling o Dumas... Muchas veces me pregunto cuándo nació este fenómeno de la ignorancia, cómo empezó el deterioro. ¿Todo es culpa del populismo? Nunca tuve esperanza en la formación del hombre medio, pero en los últimos tiempos el tejido social se hizo desolador. Sin duda es comprensible a fines del siglo XIX o principios del XX. Pero estamos en el siglo de tecnologías duras, de los avances del ciberespacio. De los celulares y tutti quanti. Sé que ocurre en todo el mundo, pero aquí supera la imaginación. Conocen de memoria -y me gusta el fútbol, he jugado hasta los cincuenta y cinco años- equipos, formaciones, familiares de jugadores y un historial inimaginable sin vacilar. Entienden de cumbia villera, la última vedette y su último amante o el transfeminismo. Hablamos de la sociedad del espectáculo, de Guy Debord, de la representación, "de la declinación del ser en tener". ¿Turistas de la vida? Otra vez Bauman: "No hay modernización ni forma de vida moderna, sino una masiva y constante producción de basura, entre ella, los individuos basura definidos como excedentes."

Buenos Aires, julio de 2023.
Penelas, Carlos
Penelas, Carlos


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES