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Los egrégores y la sombra

jueves, 06 de julio de 2023
Al hablar de "egrégor", decíamos en el artículo sobre tal cuestión que, la palabra griega -egrégoroi-, era un concepto inmaterial, que hacía referencia a la posibilidad de la manifestación de un efecto, causado por un "pensamiento repetitivo" -individual o colectivo-.
Y, que la ciencia, actualmente lo define como "engrama". Criterio que se puntualiza y precisa así: "Huella mnémica neuronal, creada mentalmente, por repetición de hábitos y, que nos hace responder de forma consciente o inconsciente reiterada e insistentemente, de manera determinada y, de acuerdo a esa huella creada como rutina".
Pues bien. Partiendo entonces de dichas proposiciones, podemos considerar que, ciertamente existe una energía razonadora como condicionante vital; puesto que, donde pongamos nuestro pensamiento, allí estará siempre nuestra energía.
Hoy en día, es fácil verificar cómo los neurotransmisores -biomoléculas químicas, mensajeras de la información que generamos en nuestros pensares-, y que a través de las sinapsis -separación entre células neuronales-, al enviar los "recados" que el pensamiento lleva a cabo; supeditan nuestros estados físicos, psíquicos y, por extensión de retorno, mentales, como la pescadilla que se muerde la cola...
Pero, claro, no siempre estamos cavilando o reflexionando sobre lo mismo, ni en fondo ni en forma. Cada uno de nosotros lleva consigo un Dr. Jekyll y un Mr. Hyde. Por un lado, una persona afable en la vida cotidiana, y otra entidad oculta y tenebrosa que permanece amordazada la mayor parte del tiempo.
No es infrecuente escuchar a nuestros semejantes tratando de explicar una determinada conducta, con justificaciones del tipo: «no era yo mismo». «Era como si un demonio le poseyera» o, «...se convirtió en una bruja».
La sombra personal, se desarrolla en todos nosotros de manera natural a lo largo de la vida. Un "egrégor" que, a través de nuestros oscuros deseos, se va alimentando lenta y paulativamente...
Si nos identificamos con determinados rasgos ideales de nuestra personalidad, como la buena educación y la generosidad; cualidades que por otra parte, son reforzadas sistemáticamente por el entorno que nos rodea, ocasionarán gobierno y dominio de nuestros instintos. Si por el contrario, nos identificamos con la mentira, el engaño, la apariencia, sin ser nosotros mismos; la "sombra", generará simulación, fingimiento e hipocresía.
Al fin "entes vitalizados", que condicionan nuestra existencia de sumisión y dependencia, con el fin de mantener una idiosincrasia personal de un signo u otro, ante los demás.
Esos "entes vitalizados", son esa "sombra" que opera como un sistema psíquico autónomo, que perfila y distingue en nosotros, lo que es conciencia pura, y lo que no lo es.
-Conócete a través de tu «Sombra»-.
-¿Qué haces, cuando nadie te ve?-.
Méndez, Ricardo S.
Méndez, Ricardo S.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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