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Juan Rof Carballo, una visión del conjunto de la realidad desde la inmersión en el humus natal galaico

viernes, 23 de junio de 2023
Fui amigo y decidido admirador de J. Rof Carballo mucho antes de conocerlo personalmente sólo tres meses antes de su fallecimiento. Pues los seres humanos disponemos de muchos modos de hacernos presentes a los demás y uno de ellos es esta manera especial de presencia que tiene el escritor con sus lectores. Y Rof fue un gran escritor, que a los ochenta y nueve años que llevaba con garbo cuando nos dejó seguía escribiendo y reflexionando con una capacidad fuera de lo normal.
Actividad que ejercía además de otras muchas maneras, como médico, psicólogo, director del "Instituto de Ciencias del Hombre" y del "Instituto de Estudios Psicosomáticos" de Madrid, asesor de la OMS, presidente de diversos Congresos Internacionales de Medicina Psicosomática y como miembro de número de la Real Academia Española, de la de Medicina, de Doctores, etc.
Indudablemente, Rof Carballo puede ser considerado como uno de los intelectuales más importantes de nuestra época. Los libros o volúmenes publicados de los que es autor se acercan a los treinta, y son casi innumerables los artículos, colaboraciones en otras obras, conferencias, etc. Hizo sus estudios de bachillerato en el Instituto de A Guarda, en A Coruña. La carrera de Medicina la empezó en Santiago, con el afamado Nóvoa Santos de profesor en Patología Médica. Después de tres años en Santiago pasó a la Facultad de Medicina de Barcelona (dos años), para finalizar luego la carrera en Madrid, que sería más tarde su ciudad adoptiva. Recorrió casi toda Europa: Viena, Colonia, Berlín, París, Copenhague, etc., aprendiendo y practicando con los mejores maestros de la época.
Pero Rof no se clausuró en su especialidad médica. Su preocupación intelectual y vital es el ser humano entero, su sentido, su futuro, su felicidad. Muchas de sus ideas entrarán o han entrado ya en el acervo común de la comprensión general del ser humano. Su concepción de la "urdimbre" constitutiva, por la que la naciente persona humana surge en misteriosa conexión o interacción constituyente con su ámbito personal y vital. Sus teorías y estrategias terapéuticas en la denominada medicina "psicosomática", de la que fue uno de los mayores impulsores. Sus reflexiones fundamentales -de tanta trascendencia para la antropología- sobre la incorporación de la "historia" a la biología, a las estructuras cerebrales. La importancia que le dio siempre y de muy diversas formas al amor: "Afánase el hombre -escribe Rof- por fundar: instituciones, sistemas filosóficos, familias. Desconoce que aquello que va a dar la mayor permanencia a su obra fundacional es el amor que fue capaz de dar a su prójimo".
De aquí proviene su crítica al descuido académico de la importancia que tiene la recepción de amor en la génesis y en el desarrollo de la persona humana: "estos estudios -nos dice- son olvidados por la Universidad, postergados por los investigadores, desatendidos por las grandes empresas protectoras de la ciencia".
Consciente de la importancia que Rof le daba al amor, me propuse llevarle un día a su consulta psicológica en la calle Ayala, nº 13 de Madrid un amplio estudio que acababa de publicar con el título de La vigencia del amor. Afectividad, hominización y religiosidad (Madrid, San Pablo, 1994), dado el amplio uso que había hecho de sus escritos en esa mi reciente publicación. Nos pusimos de acuerdo para llevarle mi libro en la tarde del día 29 de junio de 1994 a su consulta. Con todo, ese día no pude saludarlo, dado que era mucha la gente joven que allí esperaba para ser atendida por otro "joven" de espíritu con sus ochenta y nueve años en plena actividad. A propuesta de la recepcionista, le dejé allí mismo un ejemplar de mi publicación, dedicada a quien consideraba en tantas ideas como mi maestro. Ella misma me informó también esa tarde sobre una reciente caída de Rof Carballo en la escalera de su chalé de Puerta de Hierro debido a una bajada de tensión . Al día siguiente el propio Rof Carballo se apresuró a llamarme por teléfono, muy interesado por la temática central de mi publicación, que para mí era algo también decisivo y central en el pensamiento del propio Rof Carballo. Me decía, muy cortésmente, que estaba "devorando" el libro, que en España no se tocaban estos temas y que él mismo quería también escribir explícitamente sobre este tema del amor. En fin, quedamos en vernos próximamente.
Pudimos vernos por fin poco después (por primera y única vez) el 14 de julio de 1994 en su amplio chalé de Puerta de Hierro (calle Peguerinos, nº 19). Mente e ideas vivas, presencia noble y brillante y mirada inteligente y acogedora. Con pocas o quizás con ninguna otra persona hasta ese día había tenido yo una impresión semejante, la de encontrarme ante un verdadero sabio y profundo conocedor de las ideas y de la cultura. En un ámbito además donde los libros que ocupaban ordenadamente paredes y hasta escaleras casi parecían ser sus principales habitantes. Durante una buena parte de nuestra distendida entrevista, sentada sencillamente en uno de los escalones de la amplia escalera interior del chalé, asistía a nuestro encuentro su esposa rumana Olga Matei (ambos -me dijeron-se habían conocido en Viena), que me insistía en que su marido estaba entusiasmado con la lectura del libro que le había entregado y dedicado.
La conversación con Rof Carballo versó sobre el amor, la filosofía, sobre Ortega y Gasset, Heidegger, sobre la cultura española, sobre Galicia, etc. También sobre su propia relación con la religión, con la fe. Rof me confió que su vida estuvo siempre dirigida y empujada por la "Providencia". Mi presencia allí y el libro que le había entregado eran para él también "providenciales". "Mi fe -confesará en este sentido Rof en su Autobiografía de mis ideas - fue repetidamente confirmada por intervenciones que siempre consideré providenciales". La fe de Rof pertenecía, por otra parte, a lo más íntimo de su persona: "Las cosas más hondas de nuestra vida -escribe en otra parte- son aquellas de las que nunca se habla, que se guardan en ardoroso silencio". Me contó que el proceso que le llevó desde un cierto ateísmo juvenil a la religiosidad empezó también con un hecho asimismo "providencial": la milagrosa curación de una grave enfermedad de su madre (de lo que habla también en sus escritos). En realidad, para Rof lo "sagrado" constituye al ser humano y si este no atiende a esta su dimensión constituyente, caerá más temprano o más tarde en la depresión o en el vacío existencial.
Quedamos en vernos de nuevo, pero la muerte se interpuso entre nosotros muy pronto. Aunque me quedó por lo menos el contento de poder copresidir, ante la presencia de familiares, amigos y admiradores, el funeral que se celebró el miércoles, 19 de octubre, a las 19.00 horas en la iglesia de San Francisco de Borja de los jesuitas en Madrid.
Más allá ya de lo dicho hasta aquí, pienso que no se ha de olvidar que el modo de pensar de Rof Carballo debe seguramente muchas de sus intuiciones y de su peculiar abordaje de los problemas de la persona humana a la tierra que lo vio nacer. Rof era sabedor y consciente de esta diferencia de los gallegos respecto de otros pueblos o culturas en el modo de ver o mirar la realidad. Así se expresaba él concretamente, por ejemplo, en su discurso con motivo de la entrega de la "Medalla Castelao" a él y a otras cuatro personalidades gallegas en 1986:

"Tódolos que aquí estamos temos a conciencia de pertencer a unha estirpe en certo modo á parte e distinta das outras xentes de Europa [...] Aquel grupo de pensadores ollaban o futuro do mundo, e polo pronto o de Europa, cunha distinta mirada que os demais caviladores do resto de España. O noso humor -ben o explicaba Castelao- non era a mesma cousa có que en Madrid chamaban humorismo. A nosa concepción da literatura, da filosofía e do mundo era diferente".

Rof Carballo le dará, pues, en este sentido, especial importancia al sentimiento gallego de unión con todo el conjunto del entorno físico y espiritual:

"En nós bórranse os límites entre mortos e vivos, entre a terra e o mar, entre a natureza e o home, entre o corpo e o espírito. Todo iso comprendémolo sen nos inquedarmos demasiado polas distincións que se ven obrigados a facer outros pobos para non caeren na anguria ou na desesperación" (ibíd., p. 380).

El lucense Rof Carballo es, pues, un pensador que no se queda en los detalles, en las partes, sino que se interesa por el conjunto, por el sentido total de las cosas. Algo semejante en cierto modo a la búsqueda hegeliana del todo, que es siempre para Hegel mayor que la suma de las partes. Hasta su mismo pensamiento (y el pensamiento en general) está "siempre contaminado -tal como lo formula Rof- por algo que lo rodea como una vaina o funda que le da consistencia". Por eso añade que hay un "contexto pático" en todo pensar.
Un "contexto pático" que es para él el ámbito vital total en el que se nace y vive, la lengua, las costumbres y hasta el paisaje. Debido justamente a esto polemizará con el turolense Laín Entralgo, defendiendo frente a este que el paisaje es hacedor o constituyente del ser humano, mientras que para Laín el paisaje no era, por el contrario, más que simple creación espiritual o estética humana.
Resultaría en este contexto seguramente interesante y significativo para el estudio de este personal modo de pensar de Rof poder tener a mano su escrito (en gallego) Bioloxía e esprito [Biología y espíritu], redactado por él con motivo de su ingreso en el Seminario de Estudios Gallegos. Así nos lo cuenta él: "Era allá por los años 1927-1928. Mis amigos me invitaron a ingresar en el Seminario de Estudios Gallegos. Lo hice con un pequeño trabajo centrado sobre el gesto o el ademán, titulado 'Bioloxía e esprito'. Esta conferencia se perdió, irremisiblemente, tanto en los archivos del Seminario como en los míos".
Tanto más interesaría disponer de este escrito de Rof cuanto que él mismo nos indica aquí que versaba sobre "el gesto o el ademán", a lo que todavía me referiré. De todos modos, conviene advertir que los recuerdos de Rof aquí indicados no parecen ser en este punto del todo exactos, pues me consta que en la página tercera del periódico "Galicia - Diario de Vigo" del 7 de junio de 1925 -un par de años por lo menos antes de lo indicado por Rof- aparece ya la noticia de que Rof Carballo habría leído en el “Seminario de Estudios Gallegos" el día 8 de maio de 1925 el mencionado trabajo "Bioloxía e esprito”. Si esto es así -tal como se deduce de lo indicado en el mencionado diario- aún no llegaba Rof a los veinte años cuando dio a conocer este su escrito en el seno de una institución tan importante como el "Seminario de Estudios Galegos", creado poco antes por relevantes intelectuales galleguistas.
Por ello, y muy justamente, los historiadores de esta fecunda época del galleguismo cultural y político anterior a la guerra civil no han dejado de aludir a la presencia en él de Rof Carballo. Así lo hace por ejemplo Justo Beramendi en el contexto sobre todo de sus análisis de la diversidad de personas pertenecientes a las "Irmandades da Fala":

"Entre os estudantes universitarios -nos dice- salientan Valentin Paz Andrade (presidente da Xuventude Escolar Nazonalista en 1920), Xesús Ferro Couselo, Antonio Fraguas, Urbano Lugrís, Juan Rof Carballo e os fundadores do Seminario de Estudios Galegos: Fermín e Luís Bouza Brey, Xosé Filgueira, Julián Magariños Negreira, Ramón Martínez López e Luís Tobío".

El propio Beramendi había aludido ya, en otra obra suya anterior, a Rof Carballo como uno de los fundadores en Madrid de una denominada "Acción Galega Radical Autonomista".
Varias décadas después, ya por tanto en plena época de la dictadura franquista, Rof no dejará de adherirse también -pese a la precaria situación política interna del país– junto con otras seis relevantes personalidades del galleguismo de Galicia a un informe o comunicación que sería enviado a Buenos Aires a mediados de los años 50 con motivo de los diversos actos que allí por entonces se estaban celebrando en reivindicación de la cultura y de la lengua gallegas. María Pilar Freitas alude a ello de la siguiente forma:

"Algún relatorio chegou do exterior (Galiza) como o titulado: ‘A defensa do idioma, vencello espiritoal de tódolos galegos.' Está asinado por Ramón Cabanillas, Ramón Otero Pedrayo, Juan Rof Carballo, Domingos García-Sabell, Celestino Fernández de la Vega, Francisco Fernández del Riego e Xaime Isla Couto” .

No sólo a nivel lingüístico, sino también a otros muy diferentes niveles, el progreso y la libertad de personas prestigiosas, independientes y bien formadas no se podía avenir bien con la vigilancia omnipresente de un poder político controlador y autócrata. Ello no impidió, sin embargo, totalmente el compromiso de Rof y amigos con la tierra a la que pertenecían. A ello parece referirse Rof en el prólogo que antepondrá en 1983 a un libro de entrevistas de Olegario Sotelo Blanco, cuando allí comenta cosas como estas:

"Nuestro amor a Galicia no era vaporoso romanticismo. También deseábamos la acción. Un día, en un café de Recoletos, reunidos Jesús Bal, Emilio Mosteiro, Otero Espasandín y quizás alguien más, redactamos un manifiesto constituyéndonos en 'partido galleguista' sui géneris. La idea fundamental del mismo era que sólo se podía llegar al pleno desarrollo de nuestra personalidad y de la de Galicia por un camino. Y este camino era el de la acción".

Había, pues, que actuar a muy diversos niveles (no sólo a nivel estrictamente político). De aquí que Rof añada a lo anterior que su grupo "fue también el grupo de Nós y el de Ronsel, el grupo que iba desde Antón Villar Ponte en La Coruña hasta Vicente Risco, Otero Pedrayo y Castelao, pasando por mi primer maestro de psicología Johán Viqueira y por tantos otros".
Teniendo, pues, presente esta previa adhesión -íntima, personal, cultural y en cierto sentido también política en el amplio sentido de la expresión- de Rof a Galicia, se comprenderá máis fácilmente el específico sesgo gallego de sentir, de ver y de afrontar Rof la realidad, tanto la mundana o natural como la estrictamente humana.
El paisaje mismo se convierte así en él en constituyente interno de su propio modo de pensar, actuar y habitar. Él mismo me refirió de palabra en la mencionada visita que, antes de la construcción de su amplia vivienda en las afueras de Madrid (allí donde conversábamos) quiso rodear previamente la posterior construcción con un variado paisaje de árboles y aguas, en el que luego asentaría como un nido su propio hogar. Él mismo fue de hecho -tal como me comentaba- el primer habitante de esta urbanización ("Mirasierra") al norte de Madrid, que venía a tener así algo que ver, al menos por entonces, con la distante e imaginada Galicia natal.
Dicho esto, se comprenderá mejor la importancia que Rof le concederá en sus escritos a lo que él llama el "gesto" o el "matiz", lo que se muestran concretamente, por ejemplo, en la "ternura", a la que le dedicará toda una obra. Al "gesto" y al "matiz" les dedicará también explícitamente algunos sutiles y esclarecedores comentarios en su Autobiografía de mis ideas. Me permito así aludir a un párrafo, casi ya al final de este su escrito, donde nos dice:

"La ternura va asociada intrínsecamente, de manera esencial, a un lenguaje fisionómico vinculado al hemisferio cerebral no dominante. Por consiguiente al 'gesto' y a la 'nuance' y con ellos a la apertura del nuevo ser a un mundo de signos y significaciones que van a ser medio olvidados pero que constituyen el de ese sector importantísimo de la realidad que conocemos como arte, mito, fantasía, amor sentimiento, intuición, etc. Precisamente lo que da calor, fuerza y colorido al espíritu y también a la relación interhumana".

Rof expresará esto mismo, en un contexto algo diferente, de este modo:

"En lo que se escribe lo que verdaderamente importa es lo que está fuera de las palabras, fuera del texto, entre líneas, como habitualmente se dice. En la atmósfera que, sin saberlo él mismo, va emanando del entrevistado".

Posiblemente esté también en relación con todo ello aquella discreta cautela de Rof, de la que nos hablaba F. Umbral así:

"El doctor Rof ha sido mi médico, mi maestro, mi amigo, pero todo a cierta distancia mágica, que es la que su halo celta y su sabiduría europea ponen en torno a su persona [...] Me dice que le han pedido una conferencia sobre Bécquer para el Ateneo de Madrid y que si yo creo que debe darla o no darla. Como gallego y como sabio, es un hombre que pregunta siempre a los demás lo que tiene que hacer y luego hace lo que le da la gana. Ser gallego es ser dos veces sabio; ser sabio es siempre ser un poco gallego".

También, el dar tiempo al tiempo, el sosiego en el trato médico con las personas. Rof decía que lo específico de la medicina psicosomática -de la buena medicina que atiende al ser total del hombre- es el no tener prisa, el "desprecio del tiempo", todo lo contrario -añade- de la "medicina socializada de nuestros días" .
¿Cuál es la razón de todo ello? Creo que para entenderlo suficientemente hay que volver de nuevo a la específica inmersión humana de Rof en aquella "tierra" gallega en la que un día nació y en la que todavía es bien consciente de continuar inmerso. Poco después del comienzo del prólogo de 1983 al mencionado libro de entrevistas de Sotelo Blanco indica Rof en tal sentido: "Vivo todavía en mi generación galaica, en la de los hombres que mantuvimos como eterna juventud una idea de Galicia, de sus problemas, pero también de sus misterios y profundidades" (las cursivas son mías) .
Es decir, Rof nunca ha olvidado ni preterido en su actividad científica, psicológica, literaria, humana, etc. el humus o la tierra "misteriosa" de la que todo ello procede y en la que todo sigue ocurriendo y sorprendiendo. Lo afirma de sí mismo y de las personas con las que congeniaba. Ese especial misterio en el que nacimos vendría a ser por lo tanto algo así como el común denominador de todos:

"Es, a mi modo de ver, una persistencia en todos nosotros, aun en los que se han distraído más en su camino por los quehaceres políticos, artísticos o científicos, un indisoluble entronque con un misterio: el de la Tierra [...] Esto es lo que sentíamos, falso o verdadero; ésta era el alma de nuestro anhelo; nuestra razón de vivir. Ser de alguna manera fieles al misterio brumoso y a la vez diáfano, enrevesado y nítido en el que habíamos nacido".

Y adviértanse ya de paso las grandes dosis de dialéctica ("diafanidad" y nebulosidad) que en tal "misterio" aparecen implicadas desde su propio punto de vista. De hecho, Rof intenta desvelar no pocas veces en sus escritos y propuestas lo próximo y lo distante que habitan en la individual experiencia humana, propiciando de ese modo un determinado modo de acceso a lo que él denomina lo numinoso, lo sagrado, lo providencial.

"Cada vez me convenzo más -dice en el año anterior a su fallecimiento- de que lo que podemos llamar salud psicosomática, esto es, en el fondo, la salud del hombre en todas sus dimensiones, depende en gran parte del juego armonioso de la que denomino asimetría interhemisférica, esto es, de la actividad conjunta de un hemisferio cerebral especializado en las funciones analíticas de la mente, en el cálculo y en la palabra y del otro hemisferio, no dominante, que interviene en la creatividad y en la comprensión 'holista' del mundo, es decir, de la realidad como 'totalidad' y, por tanto, en relación más o menos sorprendente y misteriosa con lo que solemos distinguir como numinoso o sagrado".

Es en contextos como estos donde Rof no rehúye aludir a expresiones como "Providencia" ("esa cosa -dice aquí mismo, por ejemplo, en continuidad con el texto precedente- que hoy parece desacreditada: la Providencia") .
Aun así, creo que Rof intenta aludir en realidad a una dimensión que no se identifica sin más con lo que los especialistas de las diversas religiones puedan o no decir sobre la providencia divina en sus propios credos. Más allá de ello, la cuestión pertenece en realidad -quiérase o no- a la dimensión pensante o, si se quiere, filosófica, de la razón humana en su máxima expresión. Y aquí hay también una reflexión de Rof que no deja de sorprenderme, tanto en lo que tiene de distanciamiento de un filósofo a algunas de cuyas clases asistió en algún momento, Ortega y Gasset, como en lo que supone de adentramiento en una temática filosófica que no pocos rehúyen, pero que a mi modo de ver es enormemente importante, decisiva. Se trata de la reflexión sobre la divinidad como aquella realidad en sí misma absolutamente infinita que, en el caso de su existencia ser razonable, nuestra realidad quedaría ipso facto aureolada de una dignidad que la convertiría a ella misma también (aunque sólo en cierto modo: el modo creado) en "infinita". Es -me permito indicarlo sólo muy de paso aquí- lo que modestamente intenté realizar por mi parte en mi extensa obra Recuperar la infinitud (Madrid, 2008).
Vayamos ya, pues, al texto concreto de Rof que se puede leer en su trabajo "Tecnología y humanismo", incluido en el ya citado Juan Rof Carballo. Medicina, sociedad y cultura ("Suplementos" de la revista "Anthropos", nº 38, mayo 1993, p. 162), donde Rof nos dice:

"El hombre no es sólo él y su circunstancia como dijo Ortega sino que es el hombre con nada menos que todo el Universo detrás. Más aún, el hombre tiene siempre detrás como una gigantesca sombra ilustre, nobilísima, un formidable misterio, el del Ser. Aun el más mísero de los mortales, si es que esto existiese, pues todo hombre por ser obra de Dios es siempre germen de grandeza, aun este hombrecillo está rodeado de toda la magnificencia inescrutable del Ser. El hombre más ignorado y despreciado por los demás hombres es imago Dei. Y con ello basta".

Creo que expresiones como el "formidable misterio", "el Ser" y, como motivación interna de esto mismo, la "imago Dei" (con todo lo que hay detrás de una expresión como esta en el devenir de la metafísica occidental y en la reflexión sobre la divinidad) caminan de hecho en Rof hacia unas dimensiones a las que él en definitiva sólo de algún modo podía apuntar.

[Publicado en Juan Rof Carballo: medicina, psicología, antropología (ed. Antonio Piñas-Mesa, Belén Poveda García-Noblejas), Madrid, Editorial Dykinson, 2023, p. 117-124]
Cabada Castro, Manuel
Cabada Castro, Manuel


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