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S. Antonio de Padua, contra la usura y el silencio de la Iglesia

lunes, 12 de junio de 2023
Defiende el principio cristiano de la función social de la propiedad, en virtud del cual los bienes que no son necesarios al rico para las exigencias fundamentales de la vida, pertenecen al pobre que se halla en necesidad.

Alza la voz contra los nobles que «despojan a los pobres de sus bienes insignificantes y necesarios, a título de que son sus vasallos». Y contra los prelados y grandes del S. Antonio de Padua, contra la usura y el silencio de la Iglesiamundo, los cuales, «después de haber hecho esperar a los necesitados a la puerta de sus palacios, implorando una limosna, una vez que ellos se han saciado opíparamente, les hacen distribuir algunos residuos de su mesa y el agua de fregar».

Se muestra particularmente duro con los ricos avaros y con los usureros, «pajarracos rapaces», «las siete plagas de Egipto», «reptiles al acecho», «árboles infructuosos, que chupan la tierra», «posesión del demonio», «sordos que tienen los oídos taponados por el dinero», «gentuza maldita que infesta la tierra», «raza de hombres cuyos dientes son armas; roban y despojan a los pobres indefensos que no pueden resistirles con la violencia».

Pero lo que hace actual a Antonio, guerrero de Dios, es la permanente lucha del Santo contra la usura de su tiempo. Esta enfermedad aún sigue causando tragedias en las familias; la acumulación de riquezas en las manos anónimas de grandes multinacionales sigue sustrayendo los bienes al Sur del planeta, sacando los recursos de los países pobres para repartirlos, bajo formas de dividendos, entre los accionistas de las grandes sociedades internacionales; y consiguiendo enormes beneficios con la explotación del trabajo infantil y de la inmigración clandestina

El mensaje de Jesús es JUSTICIERO por el simple hecho de proclamar la dignidad de la persona. En consecuencia todos los testigos de Jesús deben ponerse de parte de todos aquellos que sienten amenazada su dignidad de personas, personas sometidas a la miseria y a la opresión y que no pueden llegar a ser sujetos.

Bastaría recordar su predicación contra la usura, el egoísmo de los ricos y la violencia del poder político, la explotación de los trabajadores y la opresión de los pobres.
Nuestra sociedad actual se va caracterizando cada vez más por la ausencia de expectativas, que lleva a la gente a la pasividad y a la indiferencia. Estamos necesitados de personas capaces de protestar y que no se dejen manipular, que se pongan al servio de aquellos que se ven desposeídos de su dignidad y que lo hagan como servicio, prodigando generosidad. Hombres y mujeres que no dejen de reclamar, frente a todos aquellos que matan la esperanza.

Se comienza a sentir la necesidad de un cristianismo más auténtico, y de una Iglesia más coherente con los valores evangélicos que propone.

La emprende con leguleyos y abogados: «idumeos, sanguijuelas que chupan la sangre de los pobres». «Como los que trabajan en la lana, cardan y tejen sutilezas y argucias»

Contra los banqueros: La avaricia roba, hiere y chupa la sangre. ¡Maldito el avaro! Poseído por la codicia del dinero, esa plata miserable que encierra el genio del mal, el avaro husmea doquiera el olor de la ganancia, oprime al pobre y desangra al desgraciado. No tiene corazón en el pecho. No ve la angustia de las lágrimas. No siente piedad. Sus manos chorrean sangre: sangre de los pobres, viudas y huérfanos. Sus vestidos están tejidos de robos y rapiñas. Su opulencia es su condenación. Aplastad al ladrón infame bajo las piedras de la maldición. (San Antonio de Padua).

Espinas son las riquezas. Y cuando pinchan hacen brotar la sangre. Bestias feroces son los pérfidos usureros, que roban y devoran. Raza maldita, se han desarrollado y esparcido por todas partes. No respetan ni al Señor ni a los hombres. A veces tienen la osadía e hipocresía de dar limosna que chorrea sangre de pobres. (San Antonio de Padua).

El que posee bienes, que utilice lo necesario para comer y vestir, el resto entréguelo al hermano necesitado, por el que Cristo murió. Si no da, si hace el tacaño ante la necesidad del pobre, peca mortalmente, no está en él la gracia de Dios, ya que si la tuviese, sería generoso con el hermano. (San Antonio de Padua).

¡Ay de los que tienen la despensa y los graneros repletos y el ropero bien provisto, mientras los pobres de Cristo, hambrientos y desnudos, gritan desconsolados ante sus puertas, no obteniendo más que algunas migajas de lo sobrante! (San Antonio de Padua).
Rodriguez Patiño, Luis Ángel
Rodriguez Patiño, Luis Ángel


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