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Claudio Rodríguez Fer recupera al maestro y poeta topo Santiago Marcos, que escribió veintidós años bajo tierra

lunes, 12 de junio de 2023
El escritor gallego Claudio Rodríguez Fer dedicó su tesis doctoral y un buen número de obras a exhumar y a estudiar la literatura gallega durante la guerra civil, pero también se ocupó de las peripecias bélicas padecidas por otros escritores españoles, como Antonio Machado, así como de los avatares sufridos por numerosos exiliados gallegos, desde el artista Eugenio Granell al poeta José Ángel Valente, a veces en conexión con autores de otras procedencias, como Luis Cernuda.

Prosiguiendo su tarea militante de la memoria a través de la justicia poética y de la Claudio Rodríguez Fer recupera al maestro y poeta topo Santiago Marcos, que escribió veintidós años bajo tierrainvestigación rehabilitadora, Claudio Rodríguez Fer acaba de publicar el libro "Santiago Marcos, poeta topo contra el franquismo", en la editorial más en sintonía con este proyecto, El Viejo Topo. Esta editora deriva de la revista homónima creada en Barcelona durante la Transición, cuando se convirtió en el principal y más plural medio ideológico de la ruptura con el franquismo propugnado por la izquierda revolucionaria. Su nombre procedía de la metáfora encarnada por el paciente socavador del sistema que utilizó Marx y más tarde Rosa Luxemburg, pero que con diferentes matices ya aparecía en el teatro de Shakespeare y en la filosofía de Hegel.

Tras la sublevación militar de 1936, que desencadenó el asesinato extrajudicial de miles de víctimas a través de los macabros "paseos", fueron muchas las personas que se recluyeron en diversos escondites para librarse de una muerte segura, algunas de las cuales malvivieron cual topos humanos encerrados en ellos durante décadas. Este fue el caso del maestro republicano Santiago Marcos, quien huyendo de la represión fascista, tras angustiosas peripecias logró esconderse en una bodega perteneciente a su familia en la Castilla rural, donde permaneció oculto veintidós años, tras los cuales fue finalmente denunciado y detenido.

Según desvela Claudio Rodríguez Fer en este impresionante relato poético-vital enmarcado en el contexto de los topos ocultos durante la dictadura, durante sus dos décadas y dos años bajo tierra, Santiago Marcos escribió más de diez mil versos, la mayoría sobre la represión durante la guerra civil y sobre la lucha contra el nazismo y el fascismo durante la segunda guerra mundial. De este modo, su obra y su vida fueron las de un resistente topo que combatió al fascismo con su resiliencia subterránea y con su palabra clandestina, por cierto no solo completamente desconocida en su época sino también en la desmemoriada España democrática.

Por esto, para Claudio Rodríguez Fer era tan necesario rehabilitar su resistencia antifascista como dar a conocer una producción poética marcada por el afán de la supervivencia y por el empeño en ofrecer el testimonio directo de las atrocidades denunciadas: "No existe pena mayor/ que envejecer escondido". Además, Claudio Rodríguez Fer, que creció oyendo contar una y otra vez este drama intrahistórico, es hijo de un íntimo amigo desde la infancia del poeta topo, Claudio Rodríguez Rubio, y de sus hermanos Marcos y Nilo, quienes sacrificaron sus existencias viviendo décadas en silvestre aislamiento para proteger a su pariente de la persecución fascista. Su propia madre fue en vano "cruelmente maltratada" para que declarase donde se escondía su hijo huido.

Santiago Marcos, que nació en San Miguel del Valle (Zamora) en 1904, estudió Claudio Rodríguez Fer recupera al maestro y poeta topo Santiago Marcos, que escribió veintidós años bajo tierraMagisterio en León y luego ejerció como maestro en Llano de Olmedo y en Valladolid. Pero, al producirse el golpe de Estado de julio de 1936, sabiéndose buscado por sus ideales laicos, republicanos y socialistas, decidió huir al monte, ocultándose después en un pajar y en un silo, y finalmente en una bodega del caserío familiar, que tenía una superficie de unos diez metros cuadrados, perteneciente a Roales de Campos (Valladolid). Allí permaneció oculto hasta 1958, cuando al fracturarse un brazo en una caída tuvo que recibir asistencia sanitaria y fue denunciado por el médico, lo que ocasionó su detención por parte de la guardia civil. Tras recuperar la libertad trató de exiliarse en Francia residiendo un tiempo en París, desde donde regresó a su apartada vida montaraz en Roales de Campos, pero nunca pudo volver a ejercer el magisterio. Restablecida la democracia, ingresó en el PSOE en 1982 y autoeditó dos poemarios de nula distribución. Muertos sus dos hermanos, tuvo que abandonar el monte y subsistir en Roales de Campos, donde falleció nonagenario en 1997.

Claudio Rodríguez Fer, que conoció desde muy joven la producción manuscrita de Santiago Marcos, desgrana en su libro cómo dicho escritor clandestino refiere impotente las matanzas franquistas de la zona, su propia persecución a muerte y el sacrificio de sus camaradas inmolados, poetizados bajo tierra, pero también la permanente denuncia de Franco y del franquismo y la complicidad nazi-fascista con estos. Por ejemplo, lamenta la muerte del diputado socialista por la provincia de Valladolid, el abogado y catedrático universitario Federico Landrove López, o la terrible represión del socialmente avanzado pueblo leonés de Valderas: "por esto apenas quedan obreros / en el diezmado mártir Valderas". Ya libre, el irreductible poeta topo continuó denunciando la represión tardofranquista hasta la transición a la democracia, por ejemplo a través de los asesinatos de Julián Grimau y de Enrique Ruano, poniendo en evidencia su fidelidad a las víctimas del fascismo y a sí mismo hasta el fin.

Cantor también del Edén de su retiro apartado del mundo, Claudio Rodríguez Fer lo presenta así mismo reviviendo los tópicos del locus amoenus y del beatus ille, únicos consuelos ante el mal en su triste existencia. Pero al final fue también testigo, con dolor y desencanto, del hundimiento del campo castellano, que igualmente denunció en sus últimos poemas. Ahora bien, tampoco renunció a intervenir en la lucha electoral a favor de la izquierda desde su perspectiva memorialista y su conciencia de clase, como cuando, recordando al alcalde socialista y al secretario de la Casa del Pueblo de Roales de Campos, respectivamente Secundino Chamorro y Gaspar Fernández, ambos asesinados en 1936, reivindica, ante las primeras elecciones municipales de la democracia, "elegir para alcalde a un proletario / seguidor de Gaspar y Secundino".

Para documentar su laborioso trabajo, Claudio Rodríguez Fer se vale de las numerosas cartas que los hermanos Marcos enviaron al padre del autor, porque la amistad entre ellos comenzó en su infancia y duró hasta su ancianidad, como dejan claro aquellos en 1982: "eres la única persona que nos queda en el mundo, por la cual sentimos verdadero cariño cimentado en los setenta años que nos rodean, desde la infancia, hasta nuestros días. Esto ya sobrepasa el calificativo de amigo y hay que decir que eres otro hermano nuestro".

El libro termina con unas emotivas palabras de Claudio Rodríguez Fer, autor de numerosos libros y ensayos sobre grandes poetas, como Borges y Valente, como Machado y Cernuda, como Cunqueiro y Gamoneda, pero también ahora sobre Santiago Marcos, un poeta popular desheredado de la historia y desterrado de la literatura: "Qué grandes hermanos, qué grandes amigos y qué grandes ciudadanos manteniendo siempre fraternidad, amistad y dignidad a contracorriente de la historia y a contrarreloj de la vida hasta que se extinguió el contacto con su propia existencia. Nunca tuve amigos mejores que estos heredados ni leí con más cariño poeta alguno que a este topo vate. En vida contaron siempre con la fidelidad de mi padre; en la muerte, contarán siempre con la mía."
Bao, Marcela
Bao, Marcela


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