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Airam y el Apóstol. Un camino de leyenda.

miércoles, 07 de junio de 2023
Dedicado a las personas de todas las edades que encuentran en la escritura una fuente mágica capaz de provocarles paz, sosiego, alegría, pasión, dolor a través de unos personajes que, en escenarios reales o imaginarios, cobran vida palabra a palabra, párrafo a párrafo, convirtiendo a sus autores en humildes deidades humanas, capaces de provocar una emoción, un sentimiento en sus lectores.

Me gusta escribir, me apasiona escribir, si alguien lo considerase un hábito pernicioso por las elevadas horas que ocupa, un nocivo hábito capaz de perjudicar la salud y estuviera en lo cierto, debería preocuparme pues me encuentro enganchado a él. Sin la más mínima duda, no puedo concebir la vida sin la escritura. Es tal la pasión que dispongo de precisos espacios donde el hecho de levantar la tapa del ordenador y encenderlo me provoca una intensa emoción. No necesito más para saber que nada malo hay en tal comportamiento, si acaso el riesgo de convertirse en una peligrosa obsesión.
En este momento de mi vida, puede ser ésta una buena definición de mi persona. ¿Quién es José Manuel Espiño? Aquel a quien le gusta escribir y caminar. Dejo para los demás las vestimentas y abalorios que me quieran añadir, a fin de cuentas, todos nos pasamos la vida representando diferentes papeles en el gran teatro del mundo, como escribiría nuestro ilustre dramaturgo don Pedro Calderón de la Barca.
Cierto es que para escribir necesito caminar. Es en el camino donde surge todo un universo de sensaciones nuevas, de emociones, de retos que ponen a prueba mi estado físico, mi estado de ánimo, mi yo más integral.
La escritura me permite crear, comunicar, emocionar. Es un valioso instrumento para llegar más lejos con el pensamiento, con la palabra.
Es difícil precisar cuando realizó uno el primer esbozo de creación literaria, pero no creo engañarme si lo sitúo por los siete, acaso ocho años, con aquellos primeros cuentos -de muy pocas palabras, inintiligible letra, sin pausas ni letra ordenada pero sí emoción a raudales-, en que nuestra fantasía neutralizaba monstruos y personajes indeseables que nos provocaban los primeros miedos infantiles, con la ayuda de unos superhéroes muy cercanos, que en mi caso -como el de muchas niñas y muchos niños-, no eran otros que mis padres.
Han pasado sesenta años -para muchos toda una vida-, y tengo ahora, frente a mí, sobre el escritorio, justo al lado del ordenador con el que estoy redactando este artículo, dos libros que, cerrado el círculo de su difusión, es el momento de darlos a conocer a través de este medio y agradecer a un tiempo la labor de aquellas personas sin cuya participación no hubiera sido posible una edición tan ambiciosa.
Es ambiciosa en cuanto a la calidad de la impresión, en cuanto a la profusión de imágenes y al color presente en ellas. Ambiciosa en cuanto a su difusión y distribución pues, más allá de los obligados circuitos insulares, ambas publicaciones se encuentran en asociaciones de peregrinos de ámbito nacional que, a su vez, distribuyen a todas las personas que deseen visitarnos y realizar el Camino de Santiago entre volcanes en la isla de Gran Canaria.
El primer libro es un cuento, mi primer cuento editado. No puedo negar que, más allá de la emoción inenarrable sentida ante la aceptación de tal cometido, supuso un reto personal a la hora de abordarlo. Era consciente de la fortaleza que supone, a la hora de crearlo, cuarenta años en contacto permanente con niños y jóvenes, así como la realización de cientos de sendas educativas e itinerarios didácticos formando en una labor de aprendizaje recíproco con mis alumnos y con el medio natural que nos ofertaba espacios y situaciones irrepetibles.
Al iniciar la idea del libro "Airam y el apóstol", partía de una certeza innegable: no albergaba duda alguna sobre la necesidad de un ilustrador. La historia relatada, la leyenda, el cuento o el sueño, debía gozar de una singularidad indiscutible: la posibilidad de leerse de dos formas distintas, con dos lenguajes complementarios: el lenguaje textual y el lenguaje ilustrado. Iba dirigido a niños y adolescentes que leerían no sólo con la vista sino con el corazón. Era necesario que las imágenes recogidas cobraran vida en el interior de sus mentes, quería que el océano se encrespara en el interior de sus páginas, que Airam volara realmente junto a la cigüeña y que cada paisaje impreso se convirtiese en un estímulo para su lectura.
Pretendía -no dejo de reconocer que las emociones también ciegan-, que ante las imágenes plasmadas, el deseo de los lectores a ponerse en camino y recorrer dichos espacios se convirtiera en un impulsivo irresisitible, un deseo inmediato.
Por guiños del destino, casualidades y complicidad en el encuentro, la búsqueda fue rápida. Un encuentro acordado y en él conozco a un artista de la ilustración cuyo nombre es Jaime Checa Gimeno. Vernos, caminar juntos por territorios del Camino que, a fin de cuentas son territorios del alma, supuso el inicio de una generosa y enriquecedora amistad.
El cuento titulado: "Airam y el apóstol" es el reconocimiento a una leyenda, a una tradición oral, a la transmisión verbal de nuestros mayores referente a episodios sucedidos en el pasado, hechos que escucharon de sus padres, de sus abuelos y estos a su vez de los suyos o de sus bisabuelos.
"Airam y el apóstol" es un homenaje a la infancia, a su imaginación desbordante, al mundo onírico, a la familia, a los habitantes de los pequeños pueblos, orgullosos de sus raíces, de sus tradiciones, de sus costumbres. Es un canto al respeto y al amor.
Es la historia de una pequeña, bella y entrañable escultura de madera que apareció en una sencilla ermita del pinar de las Tirajanas -o los Tirajanas si hacemos eco del investigador Santiago Cazorla León, nacido en Cercado de Araña -una localidad próxima al morro de Santiago-, tras la lectura de su publicación: "Los Tirajanas de Gran Canaria".
Una escultura medieval del apóstol Santiago y la promesa de unos marineros gallegos, hombres de la mar, ante la adversidad y las tormentas. La virgen del Carmen y el apóstol Santiago son los primeros que acuden a los labios de los desesperados náufragos o posibles naúfragos.
Hablamos de tantos años atrás, mediados del siglo quince, inicios del siglo dieciséis, que bien podríamos iniciar el relato con la consabida frase: "Hace mucho tiempo..."
Histórico es que, de esas fechas, existan documentos que atestiguan el topónimo del lugar: pinar de Santiago.
Histórico es que en dicho lugar hubo una ermita durante siglos y que la afluencia de peregrinos a ese centro de fervor religioso era multitudinaria.
Histórica es la veneracion al santo apóstol en dicha ermita y que su poder de atracción era tal que suponía un agravio al otro centro jacobeo insular, la iglesia de Santiago de los Caballeros de Gáldar. De ahí que el ayuntamiento galdense reclamara al obispado de Canarias parte de las limosnas recogidas en la ermita del pinar.
Historia es que, a punto de iniciarse la segunda mitad del siglo diecinueve -concretamente el 27 de septiembre de 1849-, las gentes del Pinar se encontraran con un hecho, para ellos incomprensible e inaceptable: el obispo Codina ordenaba el traslado de la escultura de Santiago -desde aquel entonces Santiago el del Pinar-, a la iglesia de San Bartolomé de Tirajana.
Es ahí, en la iglesia de San Bartolomé donde, sobre una hornacina y bajo urna protectora de cristal, situada a la derecha de la puerta principal, Airam, mi personaje novelado, se encuentra con la escultura del Apóstol.
Es la escultura que ha visto en su sueño, dormido tras una duna en la playa de Maspalomas. Se trata de Santiago el del Pinar o Santigo el Chico o Santiago el de la leyenda, pues de las tres formas lo conocen sus fieles devotos.
Cierro los ojos un instante y escucho al narrador que cuenta la historia:
"En el pinar, un viento suave agitaba las finas hojas de los pinos canarios susurrando palabras entre los árboles. Airam escuchó con atención. Sus oídos captaron una frase arrastrada por el viento."
El segundo libro es una novela, mi sexta novela publicada -dos inéditas se encuentran en boxes, que quieren que les diga, me atrae el juego metafórico de este anglicismo, término apropiado cuando se trata de circuitos de carreras, hipódromos u hospitales pero que aquí, también tiene sentido el uso de tal vocablo-, esperando su momento para salir a la luz, tras los tiempos oscuros de la pandemia-. Volviendo al libro, esta novela es un relato largo, el relato de una aventura juvenil. Pero, no deja de ser una apreciación muy personal, existen ríos de tinta sobre las similitudes y diferencias entre novelas y relatos y, líbrenme las musas, las meigas y los trasgos de entrar en tales disquisiciones.
Su título: "Un camino de leyenda" hace honor a eso, a un camino extraordinario, una senda única, un periplo singular.
La ruta en él recogida atraviesa prácticamente la isla de lado a lado. Si no lo hace literalmente es porque la entidad del lugar donde termina es de tal envergadura, tiene tanto atractivo histórico, arquitectónico, museístico, religioso y social que es de rigor culminar en la ciudad de Gáldar el periplo.
Pero la costa se encuentra a la vista -un poco más lejos que un tiro de piedra-, y para acercarse a ella sólo se necesita dejarse ir, abandonarse en ese tránsito suave y continuo que supone el ir colocando un paso tras otro, el pensamiento puesto en la marea o en los imperecederos recuerdos del pasado, escondidos en cada uno de los yacimientos arqueológicos que jalonan la costa, testigos pétreos de los antiguos habitantes de la costa norteña. El romanticismo no está reñido con un periplo tan singular y podemos dejarnos llevar por las irrepetibles e inolvidables puestas de sol.
Los personajes de la novela no pueden ser más atractivos ni pueden presentarse en mejor escenario natural: cinco jóvenes gozando de un baño a la luz de la luna, próximo el amanecer, tras las dunas, muy cerca de la charca de Maspalomas observando aves migratorias. Hermoso preludio de un viaje emocional, lleno de vivencias y aventura.
Cosas del destino, un curioso lagarto de Gran Canaria les acompañará durante el viaje, polizón involuntario en una de las mochilas de los jóvenes.
Flora, fauna, geología y paisaje. Valores etnográficos, exquisiteces gastronómicas con productos propios del Camino. Hirientes rayos solares previos a una atmósfera neblinosa y húmeda. Sur y norte. Solana y umbría. Calor y frío. Sensaciones olfativas, táctiles, auditivas, gustativas, visuales.
Biodiversidad en su máxima expresión, montañas sagradas, gigantescas necrópolis, pueblos muy bellos, de los más bellos que nos podemos encontrar en la isla, escultores, ceramistas, pintores, artesanos... grabados y cuevas pintadas.
Fábulas propias y leyendas foráneas. Cielos cuajados de estrellas. Silencio y miedo. Emociones a flor de piel.
Mucho más que todo esto es "Un camino de leyenda" porque hay una lectura oculta relacionada con la autoestima y los valores humanos.
Muchos esfuerzos se han llevado a cabo para que ambas publicaciones hayan gozado de una difusión sin límite. Mi agradecimiento infinito a todas las personas que han contribuído a ello. Imposible nominarlas pues desconozco a la mayoría de ellas.
Vertebraré pues, mi reconocimiento, con un relato de los hechos:
A finales del pasado año hacía llegar a decenas de amigos registrados en mi agenda de wasap esta entrada: https:/caminodesantiagoentrevolcanes.es . En ella se nos presenta este Camino como un camino de unión entre continentes, ofertándonos la entrada en su app, en un juego sobre el Camino y el acceso a dos libros. Precisamente en el apartado LIBROS es donde encontraremos "Airam y el apóstol" en abierto, bien para leerlo directamente o descargarlo como libro digital. En la misma sección, esta publicación puede descargarse como audio libro. La otra publicación es "Un camino de leyenda" que de igual modo se presenta en abierto para leerlo o descargarlo como libro digital.
La app del Camino de Santiago entre volcanes: www.caminoentrevolcanes.com nos invita a disfrutarla mostrándonos cautivadoras imágenes del Camino. Entrar en ella es acceder a las diferentes etapas del Camino. Un Camino de Santiago entre volcanes diseñado para pasearlo cómodamente, diseñado en etapas cortas aptas para todo tipo de peregrinos y/o senderistas, con variantes como la de Tejeda si queremos disfrutar de un pueblo singular -declarado uno de los pueblos más bonitos de España-, ubicado entre roques y barrancos. Sellos, etapas y lugares se convierten en información esencial para ponerse en marcha e iniciar el periplo.
Sé que las decenas de wasap enviados, se convirtieron en cientos cuando muchos de los destinatarios -amigos todos-, colgaron la información en otras redes sociales. Era esa, precisamente, la intención de la Direción General de Ordenación y Promoción Turística dependiente de la Consejería de Industria, Turismo y Comercio del Gobierno de Canarias.
Ahora, cuando está viendo la luz este artículo, sé que ejemplares físicos -libros que se pueden manosear, oler, palpar sus ilustraciones, fotocopiar sus páginas, leer, prestar, regalar...-, de ambas obras, se encuentran en las bibliotecas insulares, centros de profesores, centros educativos donde se han llevado a cabo talleres artísticos y literarios y, para terminar, en muchos otros centros de Primaria y Secundaria de esta y otras islas.
Mi buen amigo Jaime, el ilustrador, y un servidor, agradecemos la incondicional entrega de don Ciprián Rivas Fernández, director General de Ordenación y Promoción Turística, verdadero artífice y promotor del Camino de Santiago entre volcanes, ruta jacobea que ha roto los límites que impone su insularidad para convertirse en un referente esencial a la hora de entender e interpretar el fenómeno jacobeo en el mundo.
Congresos, symposios y Jornadas internacionales así lo reconocen y avalan. Mayor reconocimiento le infieren, si cabe, los cientos de peregrinos que, procedentes de diversos paises europeos, asiáticos, africanos y americanos recorrieron en los años santos -dos mil veintiuno y dos mil veintidós- y en el primer trimestre del presente año, la ruta que une Tunte con Gáldar, unos iniciándola en el Faro de Maspalomas, junto a la Charca, otros partiendo de la plaza de Santiago y la iglesia de Tunte para culminar ambos el recorrido en el ahora Santuario de Santiago en la ciudad Real de Gáldar.
En mi último periplo, acompañando a peregrinos de las asociaciones de amigos del Camino de Lugo y acompañado de amigos del Camino de Santiago entre volcanes, pude cruzarme con medio centenar de senderistas haciendo el Camino. A muchos de ellos les unía la fe en el apóstol. Algunas mochilas lucían con orgullo un parche de tela cosido que confirmaba con su presencia que ya habían realizado el Camino. Su texto, claro y sencillo así lo confirmaba: Camino de Santiago entre volcanes. Gran Canaria. Una concha amarilla en el centro del mismo hacía del parche una insignia inconfundible.
Yo, desde estas líneas, les animo a caminar por esta senda que vertebra el sentimiento de la isla. Una senda que está cruzada por una multitud de caminos que se dirigen a los lugares más recónditos y bellos que uno pueda imaginarse. Una senda que nos llevará a la Cruz de Tejeda, como preludio de la isla verde que nos espera en la vertiente norte.
Yo, escuchando las esquilas de un ganado de ovejas pastando en las proximidades de los Pinos de Gáldar, muy cerca de la Caldera, cierro los ojos, respiro hondo y les deseo de todo corazón: ¡Buen Camino!
Espiño Meilán, José Manuel
Espiño Meilán, José Manuel


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