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Por la calle del Obispo Aguirre

miércoles, 31 de mayo de 2023
Otra calle con nombre de obispo en nuestra ciudad. Me gusta esta vía, que siempre consideré nacida con una finalidad concreta, permitir ir a lugares determinados. Se accede a ella desde el centro amurallado a través de una amplia puerta abierta en la muralla. Que yo sepa, esta puerta no tiene nombre propio.

En el claustro del Museo Provincial podemos ver vestigios de vida en esta calle. Hay capiteles y otros elementos constructivos que nos hablan de viviendas lujosas, de gentes con gustos refinados y cultas. Hoy mantiene cierto empaque señorial.

Por esta calle se iba a destinos concretos: Dar un paseo por el parque, a los centros Por la calle del Obispo Aguirreeducativos que se concentraron al final de la calle, o bien a los cementerios que hubo en la ciudad hasta la mitad del siglo pasado.

Saliendo desde la muralla, el acceso a la calle era muy bonito, pues en la esquina de la izquierda estaba el Sanatorio Alonso - Pimentel, obra de Eloy Maquieira, edificio en ladrillo, construcción poco frecuente en Lugo, y en la derecha había, y hay, un hermoso edificio de viviendas con la Vidriería Lara en su parte inferior. La Vidriería tenía vidrieras ornamentadas en su entrada, que se han conservado.

Los cementerios canalizaron parte del comercio de esta calle. En las casas correspondientes a los números impares hubo varias marmolerías dispuestas para la construcción y venta de panteones. Sus escaparates lucían imágenes en mármol de figuras funerarias, como ángeles, crucifijos o vírgenes. También había relieves con similares motivos y floreros de diversas formas, pero todos ellos con su aire funerario y hechos en mármol. En algún escaparate de aquellos establecimientos había maquetas pequeñas de panteones, como de juguete.

En la acera de las casas pares, los establecimientos, más diversos, estaban muy encaminados al público que transitaba por ella en los meses lectivos. Había librerías, imprentas, papelerías con accesorios para los estudiantes, y, también, algún local de juegos al que podrían ir aquellos que no tuviesen ganas de asistir a clase. Latar, llamábamos a esa triste actividad. Había más tiendas, claro, recuerdo una frutería y otra de material para montar radios. Y la vidriería que he comentado.

Al final de la calle, a la izquierda, estaba el Seminario Menor, un edificio noble, con jardín en su parte delantera y haciendo esquina con la calle de D. Angel López Pérez. Fue comprado en la década de 1920 por el obispo Balanzá a los HH Maristas para establecer en él la sede de esta actividad docente eclesiástica. Parte de este edificio se utiliza actualmente para oficinas del Concello de Lugo, con acceso desde la Ronda da Muralla.

Muchos edificios de entonces han desaparecido. Tal vez sólo se conserven el de la Vidriería y algún otro. Todos los demás han sucumbido a un afán renovador, muchas veces explicable y otras veces deleznable cuando sólo lo inspira la especulación. Pero sí, las cosas deben cambiar y también han cambiado en esta calle.

Al terminar la calle, había una glorieta y encontrábamos los edificios destinados a actividades docentes. Allí estaban los dos Institutos, el Masculino y el Femenino, la Escuela Normal de Magisterio, la de Comercio y la de Maestría Industrial. Todos aquellos estudiantes pasaban a diario por la calle dándole el ambiente propio de la juventud. Voces altas, carreras, grupos: hormigueo de gente joven. Algarabía juvenil.

En esto, la calle Aguirre sigue igual que antes, con sus lógicos cambios. Se ha peatonalizado y está bonita, más cómoda y segura para tanto viandante. Hay muchas cafeterías destinadas a este público joven que marca sus horas punta pendiente de sus horarios de clases. Las cafeterías nuevas son bonitas, acogedoras y algunas con sus terrazas. Todo bien pero, lógico, su máxima actividad coincide con los horarios lectivos. Rn época de vacaciones, del ritmo de la calle decae, pero los estudiantes siempre vuelven. Serán otros, pero siempre serán los mismos.

En estos centros se forma gran parte de los jóvenes de hoy. Buscan su futuro y les deseamos lo mejor en su historia personal. Lástima que, al terminar, la ciudad no les ofrezca mucha perspectiva de progreso y deban emigrar si desean esa mejora a la que tienen derecho.
Valadé del Río, Emilio
Valadé del Río, Emilio


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