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Lo que hace y piensa Alma ante el 28M

sábado, 27 de mayo de 2023
¿Cuántas veces decimos de una persona o cosa que es el "alma mater" de esto o aquello? Significa que, en pasado o en presente, lleva a cabo o, mejor dicho, saca adelante una tarea, una labor o lo que sea. Casi todo se vendría abajo sin ella.
"Alma" es también nombre de mujer. Particularmente me parece precioso, pero yo ya no pienso cambiar el que tengo. Poder pudiera. No sería la primera. Cabe ponérselo a una hija, ahijada o niña cualquiera que, en estos días finales de primavera, la lleven a bautizar, aunque ella no se entere. Por lo visto, los bautizos, bodas y primeras comuniones, aun siendo cada vez menos frecuentes, en plena crisis siguen celebrándose al margen del sistema. Y digo yo que, para que llegue ese momento, antes hay que nacer y estar en condiciones de recibir esos santos sacramentos. Al menos, antes así era.
"Alma" es asimismo como se llama la coprotagonista que me va a acompañar en esta reseña. Acaba de cumplir dieciocho primaveras. Va a empezar pronto una carrera (¡y Lo que hace y piensa Alma ante el 28Mno cualquiera!). De momento, no tiene pareja. Vive en Compostela a su manera. Es inquieta, presumida, discreta y muy "casera".
Este fin de semana descansar quiere, como tantos otros jóvenes -y mayores, dicho sea- como ella. De pronto cae en la cuenta de que nada queda para que termine mayo. Pues entonces, piensa, mejor ir a recorrer Santiago con el sayo puesto por si refresca.
Antes de salir se plantea a dónde ir. ¡Ya lo tiene! Hacia la zona vieja. Llega a la Quintana. Ve cantidad de gente y, como puede, a la catedral entra. Recorre la girola, se sorprende y se para ante una tosca limosnera con una cartela: "Ntra. Sra. La Soledad". Pena le da, pero no lleva ni cartera ni moneda.
Alma la observa y decide entrar en la capilla que tiene delante. Con mirada insinuadora -no para nunca de hacerse preguntas ante cualquier duda -se cuestiona qué tiene de relieve esa capilla. Afortunadamente, alguien también se interesa y conjuntamente descubren que esa era la capilla que antes albergaba otra cosa. Ese retablo de Nuestra Señora se colocó ahí en época reciente. Fue, justamente, en 1946. Esa devoción mariana también es relativamente reciente. Comenzó al traer de Madrid una imagen de La Soledad en 1666 que fue colocada en el trascoro de la catedral, mirando al Pórtico, junto a una de San Jorge y otra de Nuestra Señora La Preñada. Todavía hay grabados y fotos que así lo muestran.
Esa capilla, pequeña y oscura, tiene un trazado un tanto raro, ni redondo, ni cuadrado. Mira el plano y así lo constata. Le dicen que tiene carácter funerario y que fue fundada a mediados del siglo XIII, siguiendo la estela del Maestro Mateo.
Más extraño le resulta saber que, actualmente, se conoce como "Capilla del Espíritu Santo". ¿A qué se debe? Todo tiene su explicación. Tal denominación está en relación con la capilla que está a su lado: la "Capilla de la Concepción". Es más grande y mejor hecha (o eso le parece) posterior a aquella primera.
Alma observa que tiene un retablo dividido en dos calles, cada uno presidido por diferentes representaciones: un relieve del Descendimiento de Cristo y una imagen de "Nuestra Señora de Prima". No es que todo esto sepa Alma de primera mano: se lo han ido diciendo y lo ha ido aprendiendo.
Siguen contándole. Existieron unos clérigos que atendían las labores de la catedral y otras de fuera. En el templo del apóstol se reunían para "la Salve" cada día. Todo esto estaba recogido en las normas estatutarias de los "Racioneros de Sancti Spiritus". Ya le parecía que algo había que ella no sabía.
Le explican asimismo que ahí tenían su sede esos clérigos. A diferencia de los de la catedral, vivían bajo un régimen singular. Se les conocía como "Clérigos de la Prima".
Alma hace memoria, pero no recuerda nada de lo que le cuentan. Poder pudiera que nunca lo supiera, ni leer leyera.
¡Ay!... Alma ante tanto dato se santigua. Es entonces cuando se da cuenta de las veces que ha dicho: "En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo". Esa tercera persona era... ¡el Espíritu que nos lleva y que sopla donde quiere! De esa frase sí se acuerda e incluso la emplea.
Le comentan que la salida está por la puerta de la Azabachería. Alma, tan inquieta ella, necesita tomar aire y seguir paseando. Sin prisa, sigue su caminata por la zona de la "almendra" compostelana.
De pronto recuerda que le han hablado de las "marcas de propiedad de las casas del cabildo". Hoy, le dicen, no se conservan todas, pero sí las suficientes. Las hay que tienen un relieve labrado en la piedrasobre el dintel de la entrada principal, con la imagen de una paloma. A vecesmuestran unas letras que confirman su pertenencia: son las marcas de la "Cofradía del Espíritu Santo". Las ha visto en la Rúa Traviesa, en la rúa del Villar, en la calle de Bautizados, etc. Son bellas y diferentes.
Alma recuerda asimismo que, no lejos de la "almendra", pero tampoco cerca, hay una pequeña calle que del "Espíritu Santo" se llama. Tiene bastantes "palomas". ¿Por qué, se pregunta? ¿Son, o han sido, todas esas casas, propiedades del cabildo o de parte del mismo? Sí, así era. Están en el casco antiguo y también lejos del templo, en las afueras: en Coruña, en Vigo, en Villagarcía... Configuraban como una especie de telaraña, de posesiones variopintas que las gentes habían ido donando para el templo, a cambio de que su clero les reservara tiempo y lugar para celebrar misas por sus almas, sus labores, sus antecesores, sus parientes y favores recibidos o pretendidos.
¿Desde cuándo se hacía eso? ¿También ahora? Le dicen que, al menos, desde el siglo XVI y hasta el siglo XIX, momento en el que las cofradías y asociaciones parecidas, algunas ya de capa caída, desaparecieron.
Se ha hecho tarde. Alma retorna pensativa. Tiene en la cabeza que, además de ser este el domingo de "Pentecostés" (¡el de la venida del Espíritu Santo!), tiene que organizarse para ir a cumplir con su deber: estrenarse en la cita con las urnas.
Por el camino va pensando que no puso apenas atención al ensayo musical que oyó de fondo en la catedral. Cantaban la secuencia del "Veni, Creator", en latín. La conoce, aunque no se la sabe entera. Es un himno, recuerda, cuya letra se atribuye a Rabano Mauro, monje alemán que vivió en el siglo IX. Es una oración dirigida al Espíritu Santo. Se le invoca y pide que venga y que, con sus dones, insufle nuevo ánimo a todo lo que toque.
Lo que hace y piensa Alma ante el 28MSe ve que el Espíritu Santo por todas partes revolotea. Sopla donde quiere, como sabe. Ahora parece posarse -y meterse- sobre su cabeza que ya hierve.
Alma tiene ciertos conocimientos de historia de la música. De pronto salta de una idea a otra. ¿No había sido utilizada esa letra para alguna solfa? Hace memoria.
Se le viene a la mente Nicolà Jommelli, el de la escuela napolitana que compuso sobre todo ópera.
Arvo Part también. Es el compositor estonio que tanta música sacra, con protagonismo del órgano, ha compuesto en el XX, e incluso en época reciente.
Y ¡Gustav Mahler! Este último es del que más se acuerda por su música impactante, que conmueve tanto a un niño como a un anciano casi centenario.
Llega a casa. Mientras "reflexiona" sobre dónde encaminar su voto electoral que depositará con motivo del 28M, busca obras de Mahler. En concreto quiere encontrar su "Octava Sinfonía".
Lee en un libro de Norman Lebrecht, uno de sus biógrafos, que Mahler seduce desde muchos ángulos. Su vida es apasionante, con altos y bajos, que se reflejan en su forma de mirar el mundo, en su carácter.
¿Fue uno de los mejores músicos de la historia? Quizás sea exagerado afirmar tal cosa. A Alma le basta con prestar atención a su música porque, al cabo de los años, otros volverán a escucharla y verla de otra manera. Esa música es el regalo imperecedero que ha dejado como legado.
¿Qué más dice Lebrecht sobre Mahler? Alma lee como recitando:
"Utilizando su vida como plantilla para su música, Mahler sacó a la luz traumas privados y oscuros intentando analizar y aliviar la miseria humana. Mahler no era una sola y única persona. Refiriéndose a sí mismo como 'tres veces apátrida', afirmaba tener tres identidades: sus raíces judías, su lengua alemana y su inevitable sentido de no pertenecer a ningún lugar del mundo".
Si difícil es entender la personalidad de Mahler, no menos fácil es comprender su obra.
Su "Octava Sinfonía" ¡es tan sublime! Está dividida en dos únicos movimientos. En el primero hace uso del texto del "Veni, Creator", pero no en latín, sino en germano. Es apabullante. Suenan conjuntamente una gran orquesta y un nutridísimo coro, además de solistas. Por algo la llaman la Sinfonía de los "Mil". A tanto no llega, pero se queda cerca.
Se estrenó en 1910. Fue un gran éxito de su corta vida que finalizó pocos meses después de componerla.
En esta música, Alma se recrea. Prefiere escucharla en silencio y sin tener estorbos en el cerebro.
Sabe que ha fallecido la cantante, "Reina del rock", la divina Tina Turner (Brownsville, 1939 - Küsnach, 2023). Un siglo antes, enterraban a Mahler en Viena, tras padecer, como Tina, una larga prueba: lidiar con una enfermedad maligna.
Tuvieron vidas intensas, a caballo entre dos mundos: el inicio del siglo XX y del XXI. Fueron, sin duda, años llenos de inestabilidad, de crisis, de cierta "locura".
Alma se fija en unas palabras que Norman Lebrecht escribió refiriéndose a Mahler y a su época. Piensa que podrían haber sido redactadas ahora. Despacio las analiza paso a paso, antes de ser invadida por las melodías de esa "Octava Sinfonía". En voz baja las recita:
"[Mahler] se enfrentó con problemas que yo reconocería: racismo, caos laboral, conflictos sociales, ruptura de relaciones, alienación, depresión y las limitaciones de la ciencia médica. 'Mi tiempo llegará', afirmó, seguro de que sus obras serían apreciadas algún día. Para mí esa frase también significaba que él vivía fuera de su época, avanzando hacia un tiempo futuro. Me dio la impresión de que la mejor manera de aproximarse a Mahler era tratándolo en el tiempo verbal presente, como un hombre de mi época".
Alma se pregunta a sí misma, esa Alma que no sabe estarse quieta: ¿Todo eso fue escrito en 2010, hace trece años?
Contrariada, piensa en esa jornada decisiva para España. ¿A quién vota? Han pasado las horas y aun no lo sabe. Cierra el libro y se zambulle en la música. Deja todo en manos del Espíritu Santo, ese del que sabe que a todos ilumina: a los dubitativos, los indecisos y también a los que lo tienen claro.
Por mi parte, también les dejo. Por si acaso alguno se aburre en una espera que desespera y a nada bueno conlleva, aun tratándose de que pase ese domingo tan sumamente importante -eso dicen- ilumino este artículo con imágenes queAlma alberga en su retina.
Pertenecen al paseo que la coprotagonista de este relato ha hecho por Santiago, y de las lecturas que han completado su insaciable afán de conocer todo lo vivido de forma más profunda, sobre la Compostela del Espíritu Santo y la vida y obra de Gustav Mahler: un dos por uno que compensa realizar, aunque algo de esfuerzo conlleve.
Alén, Pilar
Alén, Pilar


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