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Ciudadanos y Podemos

jueves, 25 de mayo de 2023
Nacieron en dos espacios diferentes pero con una misma misión. Querían ser la alternativa democrática al bipartidismo. Tuve la esperanza puesta en una alternativa a la rancia partitocracia y así dar libertad a la democracia cautiva por esas dos empresas del poder que se alternaban en las Instituciones salvo en Euskadi y Cataluña dónde mandaba el nacionalismo.

Hoy ambas opciones son quimeras en caída libre hacía el pozo de los olvidos. De Cs me quedo con aquellas intenciones para el sistema: reformas y regeneración. De Podemos con una trayectoria que comenzó con el grito de "no nos representan" y las asambleas al estilo universitario de 1968.

Ambas opciones tuvieron poder. Ambas opciones pusieron en el mercado laboral a nuevos elementos que me hicieron creer en la nueva generación de dirigentes. Con el tiempo se acomodaron en los defectos y perversiones del propio sistema infectado por la partitocracia del bipartidismo.

Fueron capaces de movilizar el cambio del voto. Algo tan conservador como votar a los de siempre o a los que mandan para que sigamos recibiendo sus favores, se rompió. Gentes de todas las edades y procedencias cambiaron la papeleta y llegaron a creerse que había un nuevo estilo de hacer política al menos con tres coordenadas. Honestidad. Libertad más allá de la obediencia debida a las cúpulas de los viejos partidos. Promesas para acercar la política a la realidad social que casi siempre quedaba tapada por la realidad ficticia oficial organizada y promulgada desde las fontanerías sociológicas de las empresas partidarias.

Será una maldición. Será el destino de una sociedad en decadencia. Será esa pereza intelectual que con diferentes herramientas directas o subliminares han hecho del ciudadano/a un ser amaestrado.

Ciudadanos logró reunir nuevas y brillantes personalidades que dieron el salto desde la sociedad civil a la arena política. Ya era un novedad muy positiva. Tanto que alarmó a la casta de vagos y maleantes refugiados en los grandes emporios de la política partidaria, aterrados por si se les terminaba la mamandurria de una profesión "virtual" pero cada vez más numerosa y mejor pagada. Rompieron el seny nacionalista catalán. Ganaron las elecciones al Gobierno Autonómico para el Condado del reino de Aragón. Pero no se atrevieron a pasar de los escaños. Es más. Alguien les aconsejó usar de tales para implantarse en Madrid. Se precipitaron al no ser el motor del cambio en Las Cortes del Reino con una coalición de centro izquierda. Y poco a poco se fueron diluyendo como un azucarillo en la taza de la derecha tradicional con sede en Génova. Hasta tuvimos un espejismo. Llegamos a creernos que aquella dama procedente de Andalucía, residente en Barcelona y situada en el Madrid de los Austrias, podía ser la reencarnación de María Pita en su papel de liderazgo frente a los ingleses.

Podemos fue oportunista. Nace de ese movimiento que grita: "no nos representan". Un intento para devolverle la soberanía al pueblo desde las plazas y los movimientos asamblearios. Y llegan a crecer amenazando a la izquierda oficial, la aburguesada, la acomodada. Logran mucha sociedad y menos política. Recuerdan aquellos movimientos estudiantiles de 1968. Surgen sus líderes de las aulas y las cátedras jóvenes. Reactivan el socialismo y remueven al comunismo que se había refugiado en IU. Quieren romper con el sistema de la Constitución promulgada en 1978 con ruido de sables y complejos nacidos de los poderes fácticos en la transición. Pero caen en el Stalinismo. Culto a la personalidad del líder. Nomenclatura que gobierna y elimina disidencias. Hace del feminismo una conducta de enfrentamiento y odio que divide a la sociedad. Terminan por vivir por encima de aquellas gentes sencillas a las que dicen defender. No dejan de ser los comunistas que veraneaban en Bulgaria a las orillas del mar Negro. Por eso terminan fragmentándose. Los que permanecen fieles a su Moisés llegan al poder, se instalan y lo disfrutan. Los que se han ido, refundan la nueva izquierda que tiene futuro -Más Madrid y Sumar- No hay ideología que pueda hacer del odio y la frustración el núcleo de su identidad.

¡Qué hacer!. Siempre votar. Es la manera de participar en el sistema democrático. Es la herramienta para promover la alternancia en el poder. Es la encuesta verdadera para juzgar el pasado y mostrar las esperanzas para una representación mejor. No hacerlo tiene dos ventajas para el indeseable. La baja participación es siempre controlable por los instalados. Aunque no votemos seremos sujetos para las decisiones de los que manden, que hasta se permiten hablar en nombre del pueblo al que pertenecemos. Así que aunque sólo sirva para ello, ¡castígales con tu voto!.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


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