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Pensar que pensar debía...

martes, 04 de abril de 2023
Siempre me gustó. Cuando trataron de eliminarla me indigné. La filosofía ordena nuestro pensamiento. Por eso es enemiga de la manipulación. Por eso truhanes y malandrines quieren darle muerte.

Semana de Pasión. Semana mayor de la Santa Madre Iglesia. Semana Santa (?). Vacaciones de primavera sin más proyecciones al pasado. ¡Mejor así!.

Y... comienza como debe ser. Con lluvia. Esa que es consustancial al reino que describió Álvaro Cunqueiro en nuestra inmortal Mondoñedo. La ciudad dónde paseaba y escribía versos Antón Noriega Varela. Desde la que se desplazaba Manuel Calvo -Manolito de Remigia- con sus hijas y esposa Olga, a su San Ciprián natal, dejando aquella tertulia del Pallarego. O las oficinas del INP.

Como de costumbre. Vendrán viajeros y visitantes. ¡No es lo mismo!. Aquellos son los herederos de Don Jorgito el Inglés o de Ruth Matilda Anderson. Gentes sensibles que ven lo que los mochileros no ven. Y es que los visitantes son tan sólo clientes para la hostelería. Esa que ocupa las malditas terrazas, con su vocerío o su petulancia al servicio del postureo. Son culpables. Se han cargado las viejas y orgullosas cantinas. Han eliminado a empujones aquellos "sénecas" que servían vino de jarra en tazas, mientras escuchaban, callaban o emitían prudentes valoraciones siempre sujetas a la inteligente dualidad interpretativa. Ahora son CAZURROS/AS BERCIANOS/AS. Se ha producido el efecto llamada. Es como la invasión que sufrieron los Celtas del Castro Marino al llegar los Romanos. Pero lo que no les perdono es... que han terminado con los sonidos del silencio. Nuestro patrimonio inmaterial.

Por si no fuera bastante. Campaña grosera. Páginas y páginas de auto bombo. Espero, deseo, suplico... pasarlas sin mirar su contenido. Resulta obsceno por el gasto, por la falta de honestidad, por creerse capaces de convertirnos en idiotas súbditos del poder que han usado y disfrutado.

Una vez más. Nos avisó el poeta. Debemos distinguir las voces de los ecos. Las sonrisas del candidato de la mueca con la que nos recibieron durante el mandato. Ahora se dignan bajar desde su Olimpo a la tierra. Reparan en que existimos. Como hizo Diógenes con Alejandro: "que se aparten para que podamos ver la mar".

La soledad es nuestro espacio vital. Sólo compartiré con quien me ha escuchado antes. Y seguiré siendo fiel a mis convicciones. A mi dama Ginebra.
Mosquera Mata, Pablo A.
Mosquera Mata, Pablo A.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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