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Hablemos de... La muerte

jueves, 02 de marzo de 2023
La mente del ser humano, está tan condicionada por el temor a lo desconocido, a lo no familiar y, a la identificación con la forma, que lucha de modo denodado por no hablar de ella y, no admitir que está unida de manera connatural al mismo nacimiento.
La muerte, ha estado presente desde la noche de los tiempos. Todas las formas -plantas, árboles, animales, y el hombre-, han muerto durante incontables eones de tiempo, en un "continuum" nacer, existir y morir.
Según la creencia popular, la muerte es la pérdida del "vehículo de manifestación", en este plano físico. Pero, la muerte, es la finalización de toda relación humana. La ruptura con toda actividad física, amorosa, afectiva, y el paso a un espacio desconocido y temido.
La muerte, es como pasar de un paisaje agradable, iluminado, afable y familiar, a otro extraño, ignorado y oculto; estando el individuo solo y aterrorizado por no saber lo que vendrá. Y, sin saber a ciencia cierta, si seguiremos con consciencia o, nos diluiremos en la nada.
También, ese terror, está muy imbuido por el subconsciente colectivo de la humanidad, al evocar los millones de muertes violentas que el hombre ha experimentado y grabado a fuego, en ese atávico subconsciente.
O, a los purgatorios e infiernos, que las religiones -"tacatás" de la humanidad-, han inculcado como realidades futuras de penitencia y expiación...
Pero, todos tranquilos. Vivimos en un cosmos, no en un caos. Por tanto, lo mismo que nos reciben al nacer con ternura y cuidados, así también como peregrinos que regresan a su patria, seremos recibidos.
Al fin, solamente debemos alimentar nuestros pensamientos, sentires y haceres, con los sustentos básicos de: "Correctas relaciones humanas" -educación, corrección, cortesía y delicadeza para con nuestros congéneres-. "Buena voluntad" -ayudando a los demás cuando lo demanden-. "Voluntad al bien" -haciendo ofrenda de la propia vida personal, para favorecer y auxiliar a otros-. Pero, eso sí, sin inmiscuirse en la vida de esos otros, porque sus vidas, les pertenecen; y nadie debe vivir la vida de otro/s.
En cuanto al llamado cielo, como un lugar en algún punto del espacio, la "Sabiduría de las Edades", nos señala que es un estado y, no un emplazamiento determinado. El famoso y tradicional "estado de bienaventuranza".
Y, el manido Juicio Final?
Si Dios es el infinito Amor, jamás podrá condenar a ninguno de sus hijos como finitos que son, ya que un ser finito y limitado, nunca podrá ofender a un ser infinito e ilimitado. No tiene capacidad para ello...
Por tanto, solamente nosotros estaremos supeditados y restringidos por nuestros anteriores "pensares, sentires y haceres".
La muerte, es entonces y esencialmente, una cuestión de "conciencia". En tal caso, eso, será nuestro condicionante y nuestro destino. Si lo hubiese...
Méndez, Ricardo S.
Méndez, Ricardo S.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


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