No entiendo cómo no han llevado esta imagen a FITUR. Lo petan. O quizá mejor en ARCO...
Los cubos de fregona puestos de cualquier manera sobre los milenarios mosaicos de la calle Doctor Castro son tan habituales que casi nos hemos acostumbrado a verlos. Casi. Ni siquiera han tenido la decencia de buscar unos contenedores para el agua que den el pego y no parezcan un anuncio del parchís. No creo que fuera tan difícil poner algo más discreto que pareciera hecho a propósito y no una de las acostumbradas chapuzas para mayor gloria de la administración.
Entre aplausos virtuales a sí mismos, la cuenta oficial del Ayuntamiento nos explicaba en julio de 2020 que "ponían en valor" el patrimonio histórico y cultural con la reparación de las ventanas arqueológicas. Siguiendo la más elemental de las lógicas podremos deducir que poca puesta en valor fue si siguen pingando, tras una intervención en que se vanagloriaban de haber gastado cerca de 14.000 euros hace poco más de dos años.
Pues poco ha durado la "reparación".
Es la historia eterna de nuestra ciudad, uno de esos nudos gordianos en que nuestros dirigentes están entretenidos durante años ante la pasividad de la mayoría de la población, que ya ve normal que reparar unas goteras de un mirador arqueológico sea algo imposible de resolver a pesar de que se gasten un buen dinero de nuestros impuestos en intentarlo. Hay más de donde salió ese, no nos preocupemos que salen arrugas. Y si no ya pediremos fondos a Europa, que esos son gratis.
¿Qué hay de aquello de la garantía de las obras públicas? Lo dejamos para otro día. Y si por el camino los mosaicos, que resistieron siglos y más siglos al abrigo de la tierra, se deterioran porque les llueve encima, pues mala suerte. Ya "pondremos en valor" una réplica, como metáfora de la disparatada política de dejar que las cosas se pudran.
