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Operación: Cuñada (43)

martes, 14 de febrero de 2023
-Celsiña, serénate, que si Zamalloa nos dirige bien, si lleva esta guerra con acierto, ¡eso ya es quitar medio peligro! ¡Ay, que me olvidaba! Me dijo Orlando, para ti, Felisa, que tan pronto llegues a las Palmas, lo primero que tienes que hacer es comprarte una pulsera. ¿De qué me dijo...? ¡Ya; de diamantes! ¡Gracias a Dios que está algo loco, que así aguantará mejor este follón del diablo!
-¡Eso indica que no me tiene tan aborrecida como yo pensaba...!
-¡Cuñada, tú también eres un hueso duro de roer! ¡A ver, niños, quiero un montón de abrazos, que os vais con mamá y con Felisa, otra vez de vacaciones, a Canarias, que este año los Maestros van a tener que cambiar el puntero por la fusila! ¡Vaya suerte que tenéis: punto y aparte, indefinido!
Miguel, incapaz de asimilar aquel punto bélico:
-¿Y luego, perderé el curso...?
-¡No, que irás a la escuela en Canarias! ¡Pórtate bien, mi arcángel, que te designo Jefe de esta familia..., con sólo diez años!
Felisa, que le costó separarse de su cuñado, y en la persona de su cuñado de su marido, de aquel héroe que seguía oliendo letrinas, allá arriba, en el promontorio donde estaban ubicados los cuarteles de Tiradores:
-Allá rezaremos, mucho, mañana y tarde, ¡por los dos! ¡O por tres, que ese Carlos es tan bueno, que bien merece una Madrina de guerra!
-¡Cuñada, eso nunca sobra! ¡Y a ver quién puede en este conflicto, que ahora, a partir del presente, ya sabré quien es el Jefe, nuestro Dios o ese Alá de los moros! Lo peor es que nuestro Santiago, como dice tu marido, debe estar harto de pleitos con la morería, y además, como ahora no se estilan las cargas de caballería, y el Patrón no está acostumbrado a los jeeps..., ¡nada, salvo que le pongan alforjas a su caballo, y haga de cabo furriel...!
Ahora sí que no puedo más, que voy a perder mi guagua, pero no quiero esas caras de viernes, que hoy es domingo, así que, iros tranquilas para Canarias, que aquí venceremos, ¡faltaría más!, que lo que es ese Ben Hamú, comparado con Zamalloa, un recluta! ¡Por Santiago, que esta va a ser sonada!
-.-

(23-11-1957) + 2

-...
-¿Teniente Neira, qué hace aquí, desmarcado, con la tarea que nos echaron encima?
-Capitán Valerio, entiendo que eso de desmarcado..., ¡relativamente!, pues supongo que usted estaba aquí, en esta Sala de Banderas, telefoneando al aeropuerto, ahora que repusieron la línea, como hicimos, o haremos, casi todos, en estas circunstancias, así que, desmarcados, ¡o todos, o ninguno!
-Véngase conmigo al patio principal, que ya estarán formando las compañías de nuestro Tabor. Por cierto, de lo de antes, su señora salió en el penúltimo de los aviones de esta tarde, así que ya aterrizarían en Galdo. ¿Le interesa saberlo?
-¿Valerio, usted no me irá a decir que bajó a la ciudad para despedirse de mi mujer, o sí?
-¡Los dos son tan insolentes en tiempos de guerra como lo eran en la paz! ¡Lleva un año casado, y aún no educó a su mujer!
-¿Que ocurre, Capitán, que esto sí que es perder el tiempo de la forma más idiota, con circunloquios?
-Coincidieron en la cola, para el mismo avión, y esa salvaje que tiene por esposa le dijo a la mía, "¡Lo que me faltaba, salir del gallinero y encontrarme con la zorra!" ¿Insolencia? ¡No, más aún: estupidez, una estupidez incalificable!
Por esta vez, Neira, diplomático:
-Capitán, comprenda cómo llevarán los nervios, todas, sin excepción, que una evacuación siempre es más tensa para los que se van que para nosotros los profesionales, los defensores, los que permanecemos con las armas en la mano, que nosotros tenemos moral de victoria...
-El caso fue que la mía se puso histérica, ¡que no era para menos con semejante ofensa! Precisamente el Jefe del Aeropuerto acaba de decirme que la tuvieron que atender en el botiquín, con calmantes, y que la embarcan en el avión que estará saliendo ahora, en el último.
Se sintió abochornado:
-Créame que lo siento, Valerio; ¡sinceramente! Y por mi parte le presento mis disculpas, con la promesa formal de que le voy a escribir a Felisa, muy duramente..., ¡tan pronto me den a conocer sus señas en Canarias!
Valerio se conmovió ante la noble actitud de su subordinado, y le propuso olvidarse de aquel incidente:
-No, Neira, no le digas nada, que por mí, ¡caso archivado!, que tenemos guerra bastante, de sobra, con la presente, ¡todo el Territorio en armas! Además, para ser sincero, no estoy seguro de que no hubiese algún tipo de provocación previa, ¡que la mía también es de armas tomar! Espero que esta situación sirva para ablandarlas..., ¡que no les sobra!
-Gracias, Valerio, y..., ¡a tus órdenes, si me permites que vuelva a tutearte!
-¡Por mí, vale! ¡He saquí mi mano, aunque es jugar con ventaja por tu parte...!
-¡No te entiendo, maldito cosa!
-Neira, es que, en cierto modo, hoy tendré mi vida en tus manos, pero confío en tu lealtad, y también en que seas tan práctico en esta avanzada como de teórico tienes fama.
-¡Valerio, que sigo sin entenderte!
-Tu Sección tiene asignada la cobertura del flanco izquierdo de la columna, el occidental en el sentido de la marcha. El capitán Ortiz, como mejor conocedor de la topografía de la Cota 122 y de los accesos al Gurrán, irá con nuestro comandante para la coordinación de los apoyos... De este modo, la Segunda Sección de nuestra Compañía queda de comodín, un tanto rezagada y más a la derecha, al Este. A la cabeza de la misma estaré yo, con el teniente Sánchez.
Neira se frotó las manos:
-¡Eso me gusta, ir a por ellos, cazarlos de ojeo, y mejor aún, si nos dejan los de Madrid, acosarles hasta el mismísimo Rabat, que ahora, con la independencia de la Zona Francesa, para allá de Tabel-kuct todo es tierra de moros!
-Comprenderás, pues, que la eficacia de nuestro ariete, de nuestras avanzadas, consiste en evitar que nos metan en una bolsa, ahora, al atardecer, ya con poca luz, dependiendo en gran medida de que los flancos no se dejen sorprender, particularmente el tuyo, que es el que se apoya en la pista principal, en la de Tabel-kuct precisamente. ¿Te sitúas?
-¡Tranquilo, Valerio, que no me dejaré sorprender, que gozo de buena vista, y tengo práctica de andar por el campo, de noche..., tanto de caza como a las mozas! Y luego que sé distinguir una chilaba de un argán...
-De eso de la vista..., los que tenemos menos la suplimos con gafas, así que da igual, pero ese no es el problema, sino que nuestras incidencias personales pueden ofuscar tu patriotismo, o tus tácticas, o simplemente que te dé por hacer un exhibicionismo de esos tuyos, que nos ponga en peligro, tanto en vanguardia como por la retaguardia. A tal momento tenemos la acción, el campo, distribuido, así que, aquí y ahora, en el campo del honor, como los mosqueteros, ¡todos a una!
Neira asentía pero se impacientaba:
-¡Venga, hombre, para con esa arenga, que no soy un quinto...!
-¡Ítem más! ¡Quiero a tu gente prudentemente distanciados, para que las compañías punteras de nuestra columna puedan avanzar sin preocuparse por la demás gente, por las otras secciones, atacando en flecha; insisto, sin tener que preocuparse por torpezas o por incidentes colaterales, de flanco. ¡La noche se nos echa encima, y tenemos que pasarla en una posición dominante!
-¿Más, más consignas? ¡Abrevia, sin retóricas...!
-¡Lo dicho! Avanzar con la máxima rapidez y sin pararse a hacer prisioneros, para ocupar esas cotas, y así aproximarnos a Tagragra, que es la zona que nos encomendaron los de Estado Maior..., ¡por órdenes personales de Zamalloa, naturalmente! Sin desasistir la ciudad de Sidi Ifni, hay que liberar los puestos del interior, todos y cada uno de esos poblados, que si no espabilamos, aquí se forma otro Annual, que esas guarniciones del interior, maldito si están dotadas como para resistir un cerco de estas alimañas noctívagas.
-Me gusta ese plan, pero, si nosotros avanzamos cara al Nordeste, ¿quién va a la frontera Norte, a Tabel-kuct?
-¡Esos, el teniente Soto, su familia, y con ellos el resto, mucho me temo que ya sean cosa del Páter...! ¡Ese puesto era muy vulnerable!
-¿Cayeron?
-¡Lo puedes dar por seguro, o prisioneros o muertos, que algo de eso le hicieron cantar a uno de esos gallos, de los que cogimos esta noche!
-Hablando del cura..., ¡aquí le tienes, con el comandante de nuestra Columna!
-¡Ya le veo, ya; vestido de campaña y con no sé cuántas mochilas al hombro, que luego parece una acémila! ¡Ese es capaz de llevar las medallas consigo, que con las que tiene, es mucho petate de Dios!
-¡Este Pumariño sí que es un león, y no el de la Metro! Tres guerras: La de España, que la hizo con Tella, y dicen que los iba absolviendo a todos, uno por uno, moros, cristianos y rojos. La de Alemania, aguantando a Muñoz Grandes, ¡al Muñoz, y de paso, aquellos témpanos de Gorodno, que no sé cuál de estas cosas sería más fría! Y ahora, con nosotros, esta de Ifni y del Sáhara, que te apuesto lo que quieras a que la rematamos levantando una muralla, una muralla de campos minados, ¡que estos mohamés, lo que es de esta, intentarán vengarse de nuestra Reconquista, particularmente del cerco de Granada...!
-.-
(23-11-1957) + 2, anochecido.

-...
-A ver, Emilio, ¿por qué te separas tanto? ¡Te van a dejar como un colador, con las tripas de fuera, y lo peor será tu olor!
-Estaba atusmando a esa chumbera de ahí arriba, que me pareció que vinieron de ella esos bombazos que hirieron al Cabo Furriel, y bien me gustaría devolverles una descarga, ¡pero usted nos dijo que no disparemos sin estar seguros de hacer blanco...!
-¿De hacer blanco? ¡De hacer moro, animal, pero ese, ahora, no es nuestro problema! ¡Agáchate, cazamirlos, y reptando, reptando, despacito, despacito, pásale aviso al radio para que venga, que se acerque a mí, que ese también les atiende a los mirlos en vez de estar pendiente de nuestra coordinación!
...
-¿Teniente, me llamaba? ¡Me dijo su asistente que trajese el aparato...!
-¿Funciona ese cacharro, sí? ¡Dámele!... ¿Capitán Valerio, por qué están detenidos en ese sector si ya cesó el fuego, o es que estoy sordo? ¡Cambio!
...
-¿Qué dices, que esos hijos de la señora Agar recularon para cotas más elevadas? ¡Cobardes, hijos de una esclava...! ¡Cambio!
...
-Entiendo que nos están esperando más a cubierto, y que lo prudente será atrincherarnos exactamente en el punto donde nos encontramos ahora, que es el mejor protegido, el de mejor defensa...
...
-¿Era así? ¡No me gusta, pero acepto! ¡Cambio!
...
-¡Sí, entendido! Dejo aquí a mi Sargento, y yo me repliego en aproximación a la Plana Mayor de mando. ¡Voy ahora mismo! ¡Cambio!
...
-¡Sí, de contado; tan a prisa como me lo permita esta maldita impedimenta..., con lo guapo que era cando se luchaba a espada, cuerpo a cuerpo! ¡Cambio y corto!
...
-Señores, mis congratulaciones, que no lo hicimos nada mal por hoy, que según estas novedades que me acaban de dar, ya pasamos por encima de una docena de creyentes, en cuestión de una hora, y sin contar los que retiraron ellos, y también los que huyeron; se supone que alguno con heridas leves... ¡Si las otras columnas hicieron un trabajo parecido, allá arriba, en el Séptimo, van a tener que racionarles las huríes!
El teniente Neira, que si no da la nota, revienta:
-Los míos aún pueden subir unos metros más, acercarse para olerles el aliento de más cerca. Dicho en serio: para detectar de inmediato todos los movimientos que se les ocurran durante la noche...
-No, eso no, que no lo estimo prudente, -le respondió el comandante de la Columna-, que la noche avanza, y con ella la niebla. Por otra parte, con esta luna menguante, mejor será estar inmovilizados, en un apostadero apropiado, y el que tenemos de presente, si bien más bajo que el de ellos, está bastante cubierto gracias a estos matorrales...
-¿Mi comandante, no cree que la aviación se retiró muy temprano, demasiado, que nos pudo desbrozar esas lomas? ¡Se les enfriaría la cena en el Casino...! Con sólo que hubiesen dado otra pasada, yo coparía esa cumbre de enfrente, que ahí sí que tendríamos seguridad, para todos y para toda la noche. ¡Pero igual estamos a tiempo, con una docena de obuses que nos diesen algo de cobertura...!
Valerio, que estaba temiendo que el comandante en jefe de la Columna se enojase con aquellas insistencias del perenne asirocado:
-¿Neira, no te están diciendo que no es prudente...? ¡Pero si tanto te molestan las hormigas, coge cuatro piñas, pero primero despídete de nosotros..., y déjanos tu testamento!
El comandante, dirigiéndose a todos sus subordinados, pero en particular al capitán Valerio:
-Insisto en que ya no tenemos ocasión de emplearnos a fondo, ni los artilleros ni nosotros mismos; todo lo que conseguiríamos con una descubierta, con cuatro zancadas, sería señalar nuestro puyazo, mostrarles la profundidad de nuestra línea, así como la limitación de nuestras fuerzas, que esos tíos utilizan mucho el ojo trasero, y como no están acostumbrados a la luz eléctrica, ¡de noche lo que no ven, lo adivinan!
Operación: Cuñada (43)
Neira, a fuerza de restregarse las manos, como si fuesen dos maderos, casi enciende fuego con ellas, pero el comandante, que notó su nerviosismo, le invitó a manifestarse:
-¡Desahogue, teniente, que la decisión final es mía pero el don de la palabra, y de la opinión, lo tenemos todos! ¿Que nos quiere proponer?
-Mi comandante, con su licencia: Yo no me siento a gusto en esta planicie, por mucho que nos oculten los matorrales, que más o menos ellos tienen que calcular que no hemos retrocedido, y a la zaga suya tampoco fuimos; además, es un terreno batible para la expansión de sus obuses. Pienso que estaríamos mejor algo más estirados, sobre nuestra izquierda, pero sin traspasar la pista, a tiro de ella, de forma que no puedan usar esa recta, que si...
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Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


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