Opinión en Galicia

Buscador


autor opinión

Editorial

Ver todos los editoriales »

Archivo

Operación: Cuñada (41)

martes, 31 de enero de 2023
A Tagragra

Operación: Cuñada (41)
-...
-Felisa, por favor, si no te importa, llévame ahí, contigo, en la cabina, para que no se ensucie, esta bolsa de los ornamentos litúrgicos.
-¡Y luego, usted, no sube para aquí, aquí delante?
-No, que voy bien atrás, en la caja, con esta tropa, con esta tropa ligera, que así no van contando chistes verdes, ni hablando de chicas, acaso lo que ni es cierto ni correcto...; de esta forma, tensos y vigilantes, no se distraen, y avizoran las posibles chilabas que anden por ahí, emboscadas. ¡Lo de emboscadas es un decir, que por aquí adelante más que bosque es un matorral continuo!
La señora de Neira insistió, que no tenía costumbre de ver a los clérigos fuera de las berlinas:
-¡Ya va Orlando con ellos...; y con lo bien que se le da poner orden...!
-Orden sí, supongo que sí, pero lo que es del resto..., ¡menudas lecciones de desasne les da a los inocentes analfabetos, ahí, en la Academia!
El aludido, en legítima defensa:
-En su ilustre Academia le enseñé a alguno de estos chicos a escribir a las novias respectivas, por su propia mano y de su propia cabeza. ¡No veo nada de malo, ni de inmoral, en ello!
-Precisamente en eso, no, pero no sé si habría algún chiste verde de por medio, que bien observé que se hacía el silencio cuando yo me acercaba...
-Era para darle la novedad, ¿no si, chicos?
-¡¡Sí!! –Todos, a coro.
-Bien, dejémoslo en tablas. ¡Hala, venga, preparados, que nos esperan en Tagragra!
-Comandante, insisto en que suba a la delantera, con Felisa y con el chofer, que así tengo yo, aquí atrás, en la caja, más libertad para enseñarles a estos mozos la Rianxeira, que con usted, aquí..., ¡igual les hace entonar el Attende Domine!
-¿Sólo la Rianxeira? –Bromeó el comandante capellán.
-¡Si, la Rianxeira! Y a cambio, que me enseñen ellos canciones o coplas de sus lugares de origen... ¿No es esto levantarle la moral a la tropa?
-¡Una de las morales, cristiano! Bien, conformo en eso, pero sin distraerse, chicos, que llevamos la responsabilidad de custodiar cosas sacras, y también va a nuestro cargo la señora del teniente Neira, que bien podemos tener, por ahí adelante, esperándonos, algún paqueo de esos infieles. ¡Qué Santiago vaya con nosotros, y que nos cierre España!
-Por la pista de Tagragra no puede haber emboscadas, que no hay bosque, insisto! Y en lo de cerrar, ¡que nos cierre Ifni!
-No hay bosques, no, pero matorral, de chumberas, de arganes, de ricinos, y todo eso, si, mucho, así que, donde haya bultos y sombras, chilabas puede haber; ¡y guepardos, y más cosas que me callo! Cuando la División, allá por Grodno, donde hubiese un helecho, ¡un ruso había! ¡Aquellos resistían el frío tan bien, tanto, como estos moros el calor! Por eso hay que desconfiar de la mismísima tierra, ¡de los hombres de la tierra!
-¡Si terminó con el sermón, dé la orden de partida, que su estrella es de ocho puntas!
-Tú eres de Armas, y yo de Servicios, o más exactamente, de Servicios Religiosos, así que te toca; ¡y para no volver a discutir, me voy a la cabina, ya que me hacen un hueco!
En este punto, el teniente Orlando de Neira y Canto asumió la jefatura:
-¡Sección! –Golpeando con los nudillos en el cristal de la cabina: -¡Chofer, en marcha, ar! ¡Y tú, andaluz, el de la copla, qué haces, a qué esperas para montar esa máquina! Las dos enfilando para delante, que los flancos son responsabilidad de los fusileros. Cuando llegue la ocasión, tiro de repaso, defensivo, que llevamos metralla suficiente. ¿Estamos? ¡A ver, conmigo, todos, la Rianxeira, que se puede cantar y disparar, y nosotros, particularmente los gallegos, no nos mareamos, ni en los camiones ni en barco!
El andaluz, dándose de gracioso:
-¡Teniente: si hay que disparar, entonces calladitos, para oírles a ellos, como hicimos aquel día que fuimos con el médico al T'Zenin! ¿No es?
-¡Será parvo este vándalo! ¡Aquella era otra táctica, que hoy vamos mejor armados, y llevamos este tres cuartos, que desde aquí se dispara impunemente, a barrer!
-¡Ya oísteis al teniente, -gritó uno de los Cabos, -a barrer, que a la vuelta recogemos los muertos!
...
En la cabina:
-¡Te agradezco muchísimo, Felisa, que hayas venido con nosotros!
-¿Y por qué, Páter, si es mi primera excursión a parte alguna, por cuenta del Estado?
-Mujer, es una forma de dar ánimos a estas guarniciones del Interior, principalmente para que no les entre claustrofobia, ¡y eso que están en campo abierto, en esas construcciones de los poblados, que poco más son que tiendas de campaña! Luego les entra la sensación de que los tenemos incomunicados, u olvidados; y además que tú, de paso, demuestras a las mujeres de los otros oficiales que también estás identificada con tu marido, con la profesión castrense. ¡Creo que me entiendes!
-Supongo que sí, pero, dígame, ¿qué gente hay en Tagragra? Orlando en el cuartel, y yo en mis cosas, ahora con la tienda a mayores, andamos tan atareados que ni le damos a la carraca... -Disimuló.
-Pues..., ¡verás! Que yo sepa, ahí en Tagragra tenemos un capitán, que es el jefe del Destacamento; y dos tenientes. Después hay un brigada y varios sargentos. Cabos también hay, no sé cuántos. Después de eso, de civiles, está un médico, de los de la plantilla del Gobierno. El Destacamento de Policía está mandado por un teniente, y de indígenas habrá unos cincuenta, entre suboficiales y tropa. ¡Ahí tenemos gente de gran calidad humana; pocos, pero buenos, a cual mejor!
-Don Pedro, lo que si me dijo Orlando es que en Tagragra tendré ocasión de conocer al célebre Gastearena...
-¡Pues, si, en efecto; me olvidé de nombrarlo! Luís de Gastearena tiene una tienda en el Zoco... Ya sabes que fue un brillante falangista, Medalla Militar Individual de la Guerra de España, y todo eso. Los nativos le llaman El Sahabi. Entre otros méritos, y tiene muchos, está su enamoramiento de África.
-¡Lo debe tener, para hacer esa vida, siendo civil...!
-Mujer, se puede, o no, estar de acuerdo con su mentalidad, con sus ideas, pero es todo un caballero español, ¡un ejemplo para los nativos!
-¿Y de mulleres...?
-¡Ah, sí! Está Lolita, que es la señora del médico Rivas; es imposible que no simpatices con ella, con lo agradable que es. Luego está Teresa, casada con el sargento Marrero, que no sólo cuida de sus cuatro hijos, sino y también, de todos los soldados del Destacamento, que sólo les falta llamarle madre... ¡Otra institución!
-A Teresa no la trato, pero me la presentó en Sidi Ifni mi hermana, un día que fue a nuestra tienda, ¡y me cayó bien, muy bien! Me pareció tan lista, tan inteligente, que si llega a tener estrellas, a algunas nos dejaría al rabo de la recua.
-¡Ya te digo que es una Institución! Se yo fuese Gobernador, o Delegado Gobernativo, le asignaría un sueldo por su labor social, que otros lo tienen, y con menos utilidad! ¡Tendré que comentárselo al propio Zamalloa...! Pero hay más, varias, que ya te las presentaremos, todas útiles, que mucho se desviven, y mucho hacen por la convivencia con los nativos; incluso alguna de ellas hizo de partera, en ocasiones...
-¿Y niños..., luego?
-¡Ya los verás; ya verás como ayudan á Misa...! Los mayores son los del brigada Gamazo, y los del sargento Marrero; Rivas tiene niñas... Ya te digo, una convivencia perfecta, estupenda, incluso entre moros y cristianos, que si la tuviésemos así en la ciudad, en Sidi Ifni, con lo que llevamos hecho por ese atajo de Notables..., ¡los conflictos raciales tendrían otro cariz! Ya sabes el refrán: ¡cría cuervos...!
...
También en la cabina, pero al regreso:
-¡Ya nos estamos aproximando a Tiradores, que se ven las luces de los edificios! ¡Se me hizo corto este día, de tan agradable; talmente como usted me lo pronosticara!
-Mujer, es que ahora, de llegados a Noviembre, los días dan para poco, y ya fue un milagro que, con las sombras del atardecer, no tuviésemos paqueos en la pista. Este marido tuyo tiene unas tácticas tan especiales, que a veces me preocupan, pero siempre acierta. Lo de hoy habrá que explicárselo al coronel, que Neira se emperró en que, si volvíamos tarde, más que de costumbre, los nativos se cansarían de tenernos el camino, y se recogerían a sus aduares, entendiendo que nos quedábamos en Tagrara, tal que de refuerzo.
-¡Fuese o no fuese por eso, el caso es que salimos con bien de esta aventura, de la travesía de este yermo!
-¡Sí, gracias a Dios, que en este día Dios y Alá estuvieron del mismo acuerdo! Chofer, para antes de pasar por la puerta principal de Tiradores... Le voy a proponer a tu Orlando que bajemos primero a la ciudad, para dejarte a ti, que él tiene que entrar, después, en el acuartelamiento, para dar la novedad, y con eso se puede demorar por cualquier incidencia que haya en el cuartel...
-Don Pedro, no, que yo prefiero esperarle, tal que en el Cuerpo de Guardia, que si tarda, llamo al Casino para que suba un taxi, ¿Puedo?
-Por mí, sí, pero a ver qué opina tú marido... En cualquier caso, de taxi, nada, que aquí te pongo un jeep, de estos de patrulla, ¡que hoy hiciste Patria! ¡Dios te bendiga, que yo también lo hago!
-.-

Toque de generala, pero sin cornetas.
23.11.1957

-...
-¿Como vienes tan pronto...? ¿No fuiste a la despedida de soltero de ese colega tuyo, del Sierra? ¡Hoy, que sabía de cierto dónde estabas, y te vienes conmigo, a tu hogar alternativo! ¡Pues siquiera ese es de los tuyos, de los de la Academia, y bien majo por cierto!
-Felisa, no es ocasión de discutir, que no tengo tiempo, que tenemos que subir, todos, a Tiradores, ¡así que te voy a dar el placer de que te vayas inmediatamente con tu hermana! Recogéis los niños si no están en casa, y cerráis la puerta, ¡pero con llave! No abráis, a nadie, ni a los conocidos, que estos cabritos pueden coaccionar, amenazar, tomar rehenes y presentarse en las casas con ellos. ¡Mil cosas!
Su mujer, ante aquellos gestos y aquellas propuestas, bien temió que viniese bebido, o nuevamente, psíquicamente, trastornado.
-Mujer, deja de clavarme los ojos, que no soy ningún fantasma, y presta atención, que ahora sí que llegó el momento crítico, que nos tienen rodeados, encerrados, sin puerto y con un aeropuerto de juguete. Si aquí, con el grueso de la guarnición, estamos así, imagínate en los Destacamentos... Mira, atiende, y pon a prueba tu sesera, que aquellos sofocos de la frontera, aquello del contrabando, ahora te pueden espabilar. Te dejo esta pistola, que es ligera, del nueve corto, con estas cajas de munición, que las puedes llevar en los bolsillos de un delantal... Tu cuñado tiene otra igual, supongo que en casa...; lo que no sé es si él tiene balas, pero yo sólo conseguí estas, así que, ¡administrando! Y dispara con pulso; ¡no permitas que se te anticipen; no vaciles, que será en legítima defensa! A los niños, de esto, ni palabra; simplemente que no hagan ruido, y con las luces apagadas, absolutamente todas, ¡para que los agarenos no se fijen en la casa de Pascual, que como sólo es sargento, igual le prestan menos atención! ¿Vale?
-¡Hay, Dios, que listo es Carlos; cuánto tiempo lleva diciéndonos que un día así, una noche así, podía llegar...!
-Piensa menos en Carlos y más en ponerte a salvo; ¡y contigo, los tuyos!
-Entonces hay cosas, cosas y peligros, que quieres ocultar a los niños, pero aquel día decías lo contrario... Pero, venga, hombre, habla, déjame informada: ¿qué está pasando, es que hubo más atentados? Yo, hoy, desde aquí, no he oído nada; ni nada me comentaron por la mañana, en la tienda, ¡con lo chismosa que es la gente...!
-Aún no se sabe con exactitud, pero desde luego tiene relación con las noticias que trajo el señor Pagán, ese del Hotel España, que regresó ayer con su Madame, por la frontera de Tabel-kuct..., ¡pero eso no es todo! Las últimas son de radio macuto, que dicen que tuvimos un chivatazo, ¡un chivatazo que tenemos que pagar en efectivo! Al tipo ya le mandaron para Las Palmas, en un Junker, y hay quien apuesta que no se fue sin un cheque al portador, de muchos ceros...! Ese nativo, que es un asistente del capitán Rosaleny, o algo así, informó de que ya estamos rodeados; por todas partes, menos por mar y aire, por supuesto, que marina y aviación, de momento, es lo único que al parecer no tienen..., ¡así que atacarán esta noche, en todas las direcciones y desde todos los puntos donde puedan esconderse, así sea en la piel de las vacas, como hicieron en el Rif, en el año 1921! De ésta, ¡suerte Mulana!, que las otras fueron simples avisos.
-Orlandiño, lo creo porque tú me lo dices, pero, si tan grave y tan general es la cosa, ¿cómo es que no tocan generala?
-¡Esta Felisona...; la lista de siempre! ¿Alarmar a la población civil, y advertir a los nativos, tanto a los iniciados como a los inocentes, si alguno queda de esos, que sus colonizadores, los españoles, ya estamos sobre aviso, y con los brazos en alto? ¡Menos mal que Zamalloa es más gallego que mi arrayana! Anda, mujer, vete pronto; y llévale Operación: Cuñada (41)víveres a tu hermana, cuanto puedas cargar de lo que tengamos en la despensa, que esto, este estado de sitio, puede durar días, que nuestros aviones bastante harán si les conservamos el campo despejado, y nos traen munición, pues las reservas de esta plaza..., ¡diez días, si nos zumban como se espera!
-¡Y luego decís que ese Franco es la mismísima Providencia...! ¡Otro que no es gallego! Oyes, Orlando, ¡vaya casualidad...!
-¿De qué...? ¡Venga, larga, que me voy!
-Porque precisamente hoy hace un año que me pediste, a Celsa y a Pascual, por falta de padres... ¿Te acuerdas que me dijiste aquel día que no tuvieras ocasión para hacerte con una pulsera de pedida...? ¡Pues aún estoy esperando por ella..., pero no importa, que bien casada estoy, así que te voy a dar este abrazo, grandísimo, por si es el último..., que mi mejor joya eres tú!
-Mujer, me lo pudiste recordar, en aquella ocasión, allí en Tetuán, en la Luneta..., pero ahora no alargues, ni te pongas dramática, que nos esperan las guaguas, ahí mismo, donde siempre, en la puerta del Casino. ¡Y cuidado con las pistolas, que no queden al alcance de los niños, y menos sin ponerles el seguro! Felisiña, te hago una promesa, la más cierta de todas: Por cada moro que mates, ¡una pulsera, de las mejores, de oro, de las de maharrero!
-Mi querido Orlando, muy graves deben estar las cosas..., ¡para que me dieses este besazo de tornillo!
-¡Adiós, gruñona!
-¡Adiós malaje!
-.-
Gómez Vilabella, Xosé M.
Gómez Vilabella, Xosé M.


Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad de los autores y no reflejan, necesariamente, los puntos de vista de la empresa editora


PUBLICIDAD
ACTUALIDAD GALICIADIGITAL
Blog de GaliciaDigital
PUBLICACIONES