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Esquel

jueves, 22 de diciembre de 2022
En el noroeste de la provincia del Chubut, Argentina, junto a los primeros cerros de la cordillera de los Andes se encuentra esta localidad que, en la época en que trascurre esta historia, contaba con unos veinte mil habitantes.

Es el centro de servicios más importante de la cordillera chubutense y cabecera de una de las tres regiones geográficas en las que se divide la provincia. Por su ubicación estratégica, albergaba un escuadrón de gendarmería, un regimiento del ejército, una cárcel, el aeropuerto y una universidad,además de otras dependencias municipales, provinciales y nacionales comunes a cualquier ciudad de su tamaño, que aseguraban una cantidad importante de empleados públicos.Estos,sumados a los pequeños agricultores y ganaderos, a los comerciantes y profesionales liberales y a los ingenieros y técnicos de las empresas que construían el dique de Futaleufú, completaban más de la mitad de la población que a mediados de los setenta habitaban la parte urbanizada. El resto, de etnia aborigen, se apiñaba en villas periféricas como Ceferino Namuncurá o Bella Vista.

La población del centro se componía de descendientes de colonos galeses, de argentinos provenientes de otras provincias y de algún inmigrante europeo. Las corrientes migratorias estuvieron motivadas por dos situaciones principales, la zona libre de impuestos al sur del paralelo 42, creada en los años cuarenta, y la construcción de la central hidroeléctrica de Futaleufú para abastecer de energía a la industria del aluminio de Puerto Madryn.

A pesar de los vuelos regulares de Aerolíneas Argentinas, la ciudad mantenía algo de pueblo del far west.Contaba además hasta con un trencito de trocha angosta, una verdadera reliquia histórica. De vez en cuando aparecía algún personaje estrambótico, escapando de problemas familiares o de otros menos confesables, buscando el paraíso perdido o sencillamente probando fortuna. Unos pocos echaban raíces, pero la mayoría desaparecían después de cierto tiempo. Esto motivaba que la sociedad local se cerrara a los forasteros, por lo menos hasta que se vieran signos de enraizamiento.

Para tantas personas que buscaban esconderse o alejarse de problemas, la zona era ideal. Con unos paisajes increíbles y escasa población, estaba comunicada (o más bien separada) a través de seiscientos kilómetros de ripio con Trelew y la capital provincial Rawson,y otros doscientos, con parte de camino de cornisa, con Bariloche. Por Esquel no se pasaba, había que ir, y muy decidido. Como ejemplo histórico, en Cholila, un paraje próximo, vivieron durante años Butch Cassidy, su socio Sudance Kid y la novia de este, dedicándose a la cría de ganado y mandándose algunas incursiones a cientos de kilómetros para robar bancos.

La mayoría de los modernos fugitivos, solteros, viudos o separados, traían la ilusión de encontrar una aventura o un amor que les hiciera más llevadera la existencia. Si el o la contrincante era residente, la ciudad ganaba un habitante, en caso contrario podría ganar o perder dos.

El motivo principal de muchos de los recién llegados era hacer dinero, sacrificar unos años para llenar el bolso y seguir la vida en algún otro lugar mas cercano a la civilización. Otros, entre los que se encontraban los aspirantes a hippies, buscaban refugio en la naturaleza y llevar una existencia lejos de las estresantes ciudades.

En esta bella y enigmática ciudad se desarrollará la siguiente parte de la historia.

Andrés Montesanto (Fragmento de "Buscando a Elena").
Montesanto, Andrés
Montesanto, Andrés


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